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La indefensión aprendida: por qué evitamos defendernos

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Cuando atravesamos por momentos difíciles, lo normal es intentar salir de la situación y resolver el problema, pelear contra él, dejar de pasarlo mal, y para ello podemos intentamos diferentes soluciones, sin embargo hay veces que tiramos la toalla… ¿a qué se debe? ¿Por qué llega el momento en el que nos rendimos? ¿Dejamos de actuar? ¿De intentar solucionar aquello que nos está haciendo daño?

¿Qué es la indefensión aprendida?

La indefensión aprendida es un fenómeno psicológico estudiado por Martin Seligman, para comprender los procesos por los cuales las personas somos incapaces de reaccionar ante situaciones que nos producen gran sufrimiento y dolor desarrollando una actitud pasiva.

Cuando pasamos por momento difíciles, cuando tenemos problemas, estamos sufriendo y hemos intentado solucionar de diferentes maneras aquello que nos está haciendo daño, sin tener un resultado exitoso, sin que las cosas cambien del modo en que nosotros esperamos, caemos en lo que los expertos llamamos indefensión aprendida, es decir, aprendemos que no hay nada que podamos hacer para salir de esa situación tan desagradable, que hagamos lo que hagamos nada va a cambiar, ¡pues ya lo hemos intentado todo!.



Imaginemos que vamos de camino al trabajo y nos quedamos parados en un atasco, el primer día te enfadas y gritas, el segundo maldices un poco y el tercero asumes que no puedes hacer nada por evitar el atasco, o que cada vez que vas a coger el avión, este se retrasa, la primera vez vas al mostrador muy enfadado  y pones una queja, la segunda vuelves a poner queja dudando que vaya a tener efecto, la tercera asumes que no sirve de nada poner la queja y te aguantas.

Como caemos en la indefensión aprendida

Todas estas situaciones mencionadas anteriormente son  situaciones cotidianas sin más repercusión en nuestra vida, sin embargo cuando pasamos por momentos personales difíciles y asumimos que no podemos solucionarlos, que ya lo hemos intentado todo y llegamos a la conclusión de que haga lo que haga no va a servir de nada, que todo va a seguir igual es cuando las cosas se complican, pues nos quedamos pasivos, dejamos de intentar salir de esa situación, dejamos de luchar, de tener esperanzas en que somos capaces de solucionar la situación, dejamos de creer en nosotros y poco a poco empezamos a tener sentimientos negativos acerca de nosotros mismos, disminuyendo nuestra propia confianza y autoestima, y con ello afectando la capacidad de resolver el problema o la situación que tenemos delante, caemos en el conformismo y la sumisión, en definitiva, en la indefensión aprendida.

El bullying, la violencia doméstica, incluso lo que ocurrió en los campos de concentración, etc… son ejemplos de situaciones que reflejan esta indefensión aprendida, las victimas no escapan, no hacen nada por salir de su situación, pues todos los intentos previos de solución no han servido para nada y han aprendido que no pueden hacer nada por cambiar su situación.



 

¿Qué podemos hacer para salir de la indefensión?

La mayoría de nuestras conductas son aprendidas. Montar en bici, ayudar a los demás, ser agresivo, mentir, guardar silencio en determinados lugares… son conductas que hemos ido aprendiendo a lo largo de nuestra vida. Lo bueno de esto, es que igual que hemos aprendido conductas que nos limitan, como la indefensión, de la misma manera las podemos desaprender y cambiarlas por otras que nos hagan sentir mejor.

Cuando una persona ha caído en la indefensión aprendida, no basta con que nos digan ánimo, actúa, cambia, si no que es necesario desaprender la indefensión, recuperar la confianza en uno mismo que hemos perdido y fortalecer nuestra autoestima. Para lógralo puedes seguir alguno de estos pasos:

1.   Ten cuidado en la forma en que te hablas a ti mismo. Muchas veces nos mandamos mensajes a nosotros mismos como «no puedo hacer esto» «me da miedo», cuando te des cuenta de que te estás hablando así, PARA y cuestiona tu forma de pensar. ¿Qué es lo que hace que no pueda? ¿Qué me da miedo realmente?

2.   Toma el control de la situación. El control esta en ti, no en la situación, genera diferentes soluciones para resolver el problema, ten en cuenta los recursos, tus habilidades, etc. Traza un plan y ponlo en marcha.

3.   Desarrolla expectativas positivas sobre el resultado de tu comportamiento. Creer que nos irá bien y lo conseguiremos es el primer paso para lograrlo.

Rocío Navarro. Psicóloga. Directora de Psicolari, psicología integral

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