En tiempos de crisis económica, la familia continúa siendo primordial en nuestra sociedad, con unos fuertes lazos familiares para ayudarnos los unos a los otros. Así, la importancia de la familia en tiempos de crisis queda evidenciada, pero también tiene que hacer frente a multitud de riesgos propios de esta época.
Con la crisis, son muchos los abuelos que se han hecho cargo de la economía familiar o, al menos, su ayuda es indispensable para poder «llegar a fin de mes». Asimismo, en muchas ocasiones los jóvenes se ven cuidando a sus mayores, como pone de manifiesto el último informe de la Federación Internacional para el Desarrollo de las Familias y The Family Watch, publicado en febrero de 2015, que intenta observar cuáles serían las mejores herramientas para medir la eficacia de políticas gubernamentales en el bienestar de las familias.
La importancia del bienestar familiar
El bienestar de las familias es esencial para la vida de sus miembros. En el texto, los autores recuerdan que el interés por el bienestar se ha centrado en los últimos años en el de los niños, y que no en vano la ONU reconoce la «responsabilidad primordial» de la familia en el cuidado de los niños, que deben crecer «en el seno de una familia y en un ambiente de felicidad, amor y comprensión«.
Ahora bien, ¿cómo se mide ese bienestar de las familias y, por ende, de los niños? Como explica el texto, los ingresos económicos no parecen ser suficiente para saber por qué algunas familias afrontan mejor unas circunstancias que otras, lo que hace ver que existen varios factores de riesgo.
En este sentido, dicen que sería útil «llegar a un consenso científico sobre cuántos o qué aspectos de la vida de las personas deben ser considerados esenciales para el bienestar» y mencionan por ejemplo el porcentaje de niños que viven con padres casados o en familias monoparentales.
España, en este punto, aparece bien situada en el marco de la Unión Europea. Según datos del Eurostat manejados por este informe, casi el 84 por ciento de los niños españoles viven en familias con sus dos padres casados, siendo el cuarto país de la Unión Europea con mayor porcentaje, justo detrás de Grecia, Luxemburgo y Eslovaquia.
Los riesgos para la familia
El informe señala que uno de los principales riesgos de la familia es, precisamente, su desintegración (el divorcio o separación), algo que «no es un hecho aislado», sino que implica diferentes problemas que se dan tanto antes como después de la separación y que afectan de forma importante a los niños.
Los principales riesgos que son causa y consecuencia de los divorcios son, según indica la investigación, las dificultades económicas y el nivel de estrés. A su vez, las dificultades económicas llevan consigo una mayor probabilidad de factores negativos para la familia (y los niños): mala vivienda, problemas de salud, nutrición deficiente y menos recursos materiales para la educación de los niños.
Todo esto hace que los niños tengan ahora mayor riesgo de experimentar la separación de los padres, algo negativo si se tienen en cuenta todas las investigaciones que acreditan cómo los conflictos de los padres tienen efectos perjudiciales para los hijos. Aún así, los autores del informe son claros: muchos estudios aseguran que se puede reducir el impacto negativo de las separaciones en los niños, por lo que los responsables políticos deben limitar en lo posible esas consecuencias perjudiciales para los más pequeños.
Peligros para los niños
La separación de los padres, como ya se ha dicho, puede tener consecuencias negativas para los hijos, especialmente motivada por los conflictos entre los progenitores, pero también por la vida que llega después de la separación. Tal y como argumentan los autores del informe, los estudios que analizan resultados educativos, hábitos de comportamiento, salud mental, autoestima, competencia social y salud de los niños muestran importantes diferencias entre los que han vivido la separación de sus padres y los que no.
Esto, que también depende de otros factores, se asocia al hecho de que los niños de padres separados tienen más riesgo de pobreza, violencia y mala crianza de los hijos. Además, los autores del informe mencionan que los adultos que fueron niños de padres separados tienen más facilidades de tener problemas de salud mental y bienestar, como consumo de drogas y problemas en sus relaciones afectivas.
Ahora bien, los estudios también demuestran, y así lo recuerdan los autores, que los efectos negativos de las separaciones no tienen por qué perdurar siempre en el tiempo y que, de hecho, en algunos casos esos «periodos de transición» son aconsejables, ya que suponen el final de una situación negativa, como cuando hay violencia entre los padres.
La fortaleza de la familia
La familia es la unión básica de nuestra sociedad y su importancia y fortaleza es meridiana. Aunque es cierto que no hay un acuerdo para diseñar algo así como una «lista» de funciones de la familia, no hay dudas de que el bienestar «es una amplia y compleja aportación de la familia» y de que si las familias son capaces de cumplir con sus funciones básicas, contribuirán a resultados positivos tanto a nivel individual como social.
Por ello, los autores del texto recuerdan que es posible ayudar a los niños a afrontar los cambios en el seno de la familia para mejorar sus destrezas y su resiliencia y que para esto se deben de diseñar programas planificados de tal forma que se ajusten a las fortalezas y debilidades de las familias a las que se dirigen.
Ángela R. Bonachera
Te puede interesar:
– Estos son los países de Europa con más niños