Mientras que el meridiano de Greenwich pasa por Castellón y Londres, nosotros estamos en el horario de Polonia. Nuestra cultura del trabajo y nuestros horarios no son «sostenibles». Largas e improductivas jornadas son tan sólo la punta del icerberg de todo un problema social que va más allá de la cacareada «conciliación trabajo-familia».
Vivimos un estilo de vida frenético, favorecido por un uso intensivo y en ocasiones irracional de los recursos del planeta -gasolina para desplazamientos diarios de casa al trabajo y del trabajo a casa- doble vivienda como símbolo de status social, pero sin tiempo para disfrutar ninguna de ellas, consumo desenfrenado basado en el crédito, y finalmente escasez del bien más preciado: el tiempo, la única moneda con la que podemos comprar nuestra vida y construir la relación con los otros.
La solución fácil sería repartir el trabajo y ajustar nuestro bolsillo, como hizo Holanda en la posguerra mundial. Sin embargo. España debería ambicionar a algo más que incrementar el porcentaje de trabajo a tiempo parcial y justificar así el pleno empleo.
Ideas para gestionar el tiempo: conciliar familia y trabajo
Un horario racional, europeo y productivo, repercutiría en un menor coste sanitario (estrés), en mejora de las tareas de cuidado (niños y ancianos siempre en manos de otros) y en desarrollo de familias fuertes y redes sociales más efectivas y estables. Para lograrlo podemos hacer cosas asequibles que en realidad están en nuestras manos. Algunas han sido sugeridas por la Plataforma de la Racionalización de Horarios:
1. Restaurar el valor de la puntualidad como signo del respeto recíproco del tiempo social, laboral y familiar.
2. Cambiar la mentalidad. Se trata de dar una remuneración ajustada a los resultados y a la aportación del empleado/a y no a las «horas de presencia» en la oficina. Las largas jornadas producen rentabilidad sólo a corto plazo pero a la larga «quema a las personas».
3. Impulsar el horario europeo y armonizarlo laboral, comercial, escolar y turísticamente con el resto de países. Una forma de lograrlo es adelantar la entrada y salida del trabajo, favorecer las jornadas continuadas y dar la posibilidad de ser más productivos y de estar más motivados, máxime en el caso de los padres con hijos en edad escolar.
4. Adelantar toda la programación televisiva, especialmente la de los espacios de referencia como es el caso de los informativos. La consecuencia será un efecto «arrastre» de todo el horario social: almuerzo, cena y como consecuencia ocio, trabajo y familia.
5. Reenfocar el horario, ajustando todas las políticas de prevención de salud laboral. La falta de sueño, el estrés, la obesidad e incluso la siniestralidad vial son factores directamente relacionados con nuestros hábitos horarios. Para ello es preciso buscar la complicidad de los medios de comunicación y de las diversas instancias públicas: local autonómico y central.
6. Favorecer los servicios on line desde la administración pública, los bancos y los comercios. Sin una decidida apuesta pública en inversión para formar a los ciudadanos en la ventanilla electrónica, las transacciones bancarias por internet, o la compra on line difícilmente habrá un cambio en la simplificación y ahorro del tiempo ciudadano.
7. Desde la escuela, formar en el verdadero sentido de la corresponsabilidad varón-mujer en el hogar. Esta cuestión es algo que va más allá del reparto de tareas asociadas a un rol. Se trata de capacitar a las personas, ya desde muy jóvenes, para pensar en el sentido y por tanto en el proyecto de sus vidas, ayudando a aplicar estrategias de gestión del tiempo y también de toma de decisiones libres y responsables, mirando el largo plazo, fijando y siguiendo después las prioridades marcadas en los diferentes ámbitos- personal, familiar, social y laboral- en cada momento de su trayectoria vital. Sólo de esta forma seremos capaces de vivir con intensidad cada uno de nuestros días.
Consuelo León Llorente. Coordinadora del Postrado en Políticas Familiares UIC Barcelona
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