Los bebés suelen tener mucha inquietud por probar sabores nuevos. Debemos aprovechar ese potencial para que no rechacen más adelante algunos alimentos como la fruta y la verdura, que son tan importantes en la nutrición infantil por su alto contenido en fibra, vitaminas y minerales.
Cómo evoluciona el sentido del gusto en los niños
El sentido del gusto va evolucionando de manera muy rápida en los primeros meses de vida del niño. De la misma manera que su oído aprende a reconocer lo que escucha y gracias a ello también aprenderá a hablar, o empezará a distinguir los objetos que ve para idenficarlos con palabras, le va a ocurrir lo mismo con el camino que le lleva a diferenciar los alimentos de aquello que no se come.
De hecho, de manera instintiva, los bebés tienden a llevarse todo a la boca. Es una de las grandes preocupaciones de los padres, que temen que chupen algo nocivo para la salud. Pero este mismo aspecto que puede resultar negativo para su salud, resulta extraordinariamente positivo para su educación, es decir, para aprender a comer y educar su sentido del gusto.
La inquietud de los niños por probar todo lo que cae en sus manos es clave para que les enseñemos los distintos sabores y se vayan acostumbrando a ellos. Esto no significa que nos saltemos los criterios médicos de introducción de alimentos, que son de gran utilidad para localizar posibles alergias y que se suelen adaptar a la capacidad de funcionamiento del estómago del bebé. Lo importante es que les ofrezcamos la mayor combinación posible de sabores dentro de las tablas de introducción de alimentos adecuados según la edad del niño.
Una amplia gama de sabores y texturas distintas: el sentido del gusto en los niños
Se pueden conseguir valores nutricionales similares con productos de sabores muy diferentes. De esta manera, conseguiremos no solo sabores sino también texturas distintas que, tomadas desde la más tierna infancia, resultarán habituales al paladar de los bebés y de los niños.
Esto simplifica mucho las comidas cuando llegamos a una etapa mucho más conflictiva en los niños, la etapa del NO, que sucede alrededor del año y medio. De ahí en adelante, salvo algunas excepciones, los niños suelen mostrarse poco partidarios de probar nuevos sabores, de modo que lo que no se haya hecho antes, es más difícil de conseguir después.
Alimentación complementaria: purés y alimentos sólidos
En la etapa de la alimentación complementaria sin sólidos, el sistema se puede aplicar tanto si utilizamos alimentación preparada, los famosos potitos, como si cocinamos en casa y preparamos los purés y papillas para nuestro bebé.
Los alimentos preparados han aumentado enormemente su oferta en los últimos años, con gamas diversas, múltiples sabores e incluso texturas específicas para cada edad. En casa, el secreto está en que el puré de verduras con carne pueda variar desde el pollo con zanahorias hasta la menestra con cordero pasando por el diverso elenco que ofrezca el mercado.
También es importante que poco a poco vayan introduciendo los alimentos sólidos para que el cambio no suponga un trauma. La preocupación en este aspecto se suele centrar en los riesgos de asfixia cuando el bebé se ha tragado algo. Pero hay algunos alimentos que se deshacen rápidamente, otros que no se deshacen fácilmente, y para aquellos que pueden suponer un peligro, se pueden utilizar unas redecillas que permiten extraer el jugo sin que pasen trozos grandes a la boca del bebé.
Alicia Gadea
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