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Demostrado: de tal palo, tal astilla… al menos en el estado de ánimo

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Seguro que has escuchado más de una vez (y más de dos) la expresión ‘de tal palo, tal astilla’ cuando alguien se refiere a que un hijo es igual o tiene muchas características comunes con sus padres. ¿Qué dice la ciencia al respecto? ¿Es esta afirmación verdad? Según un estudio, en parte sí.

Cada vez son más las investigaciones que evidencian que la herencia genética afecta a trastornos del estado de ánimo como la depresión. Según un estudio reciente, la estructura cerebral y los trastornos del estado de ánimo se pasan genéticamente entre madres e hijas.

En Scientific American cuentan cómo los investigadores de un nuevo estudio realizado en 35 familias sanas y publicado en la revista The Journal of Neuroscience han demostrado que el sistema corticolímbico del cerebro, que es el que regula las emociones y está asociado con los síntomas depresivos, es más probable que sea transmitido de madre a hija que de padre a hijo.

«Este hallazgo, que apoya las evidencias anteriores de investigación con animales y estudios clínicos sobre depresión, podría proporcionar una mejor compresión sobre la función que juega la genérica en los trastornos del estado de ánimo», explican estos expertos, que aseguran que esto «permitiría una mejor identificación de los grupos de riesgo y tomar medidas preventivas».

Estudio sobre la genética en las familias

El autor principal del estudio, Fumiko Hoeft, asegura que la singularidad del estudio radica en que este grupo de investigadores es el primero en estudiar familias completas y escanear tanto a padres como a hijos «para ver cuán similares son sus redes cerebrales».

En esta línea, recuerda que hoy en día sabemos, pese a que la genética puede ser complicada, a quién debemos el color de nuestros ojos. «Bromeamos acerca de heredar terquedad o el orden, pero de hecho nunca antes lo habíamos observado en las redes cerebrales humanas«, argumenta el investigador, que asegura que su estudio «era una prueba de impacto de la utilización de un nuevo diseño que tiene un gran potencial».

El investigador recuerda que tanto la naturaleza como el contexto y la crianza tienen un papel relevante en cómo serán los hijos. Así, enfatiza que otro punto importante de su trabajo es que muestra «la profunda influencia del impacto del efecto prenatal en la descendencia, algo que a menudo olvidamos». «La contribución prenatal se toma en cuenta en los casos más graves, como el alcohol y el tabaco. Pero le sucede a todo el mundo. Una madre que está estresada genera un impacto en cómo resultará su hijo», añade.

Desde Scientific American puntualizan que este hallazgo es «particularmente relevante» ya que hace unas semanas el Comité de Expertos de Servicios Preventivos de Estados Unidos recomendó monitorear la presencia de síntomas depresivos en  mujeres embarazadas y madres que han dado a luz recientemente.

Estudio sobre la genética entre madres e hijas

Para realizar el estudio, Hoeft y su equipo tomaron imágenes por resonancia magnética (IRM) del cerebro de cada miembro de la familia y examinaron «unidades discretas de volumen en el sistema cortico-límbico». Así, encontraron que la asociación entre el volumen de materia gris en la amígdala, la corteza cingulada anterior, la corteza prefrontal ventromedial y el hipocampo (todas son parte del sistema cortico-límbico) fue mucho mayor en dúos madre-hija que en cualquier otro emparejamiento de progenitores e hijos. Esto, explican, puede a su vez «sugerir un patrón significativo de transmisión específicamente femenino por parte materna en los trastornos del estado de ánimo como la depresión».

Pese a que se trata de una investigación pionera y con unos resultados interesantes, hay que ser cautos. Tal y como ha explicado la psicóloga de la Universidad de Quebec Geneviève Piché a Scientific American, no hay que olvidar que solo se estudiaron 35 familias y las 35 estaban sanas. «No podemos estar seguros de que estos resultados se puedan generalizar a familias deprimidas, per se. Tendremos que esperar los futuros estudios en madres deprimidas y ver si obtenemos resultados similares»,agrega.

Ésta no es la única limitación del estudio. El propio Hoeft señala que la investigación muestra patrones de transmisión intergeneracional pero que no diferencia entre el tipo de influencia que se da: genética, impactos prenatales o postnatales, o también podría ser responsable alguna combinación de los tres. «No es solo un factor, es una acumulación de muchos factores de riesgo que intervienen o causan que un niño desarrolle síntomas depresivos», añade en este sentido la psicóloga.

Por ello, el equipo de Hoeft  ya tiene marcado su nuevo objetivo: abordará esta limitación en un nuevo estudio. Lo harán mediante el examen de imágenes por resonancia magnética de padres e hijos en familias que utilizaron distintos métodos de fertilización in vitro.

Ángela R. Bonachera

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