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Los deberes escolares de los nietos

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Al iniciarse el curso escolar volvemos a contemplar la imagen de bastantes abuelos a la puerta de los centros escolares para recoger a sus nietos

Al llegar a casa de los abuelos, el ritual será: la merienda y luego probablemente la petición del nieto -al menos en mi caso- de querer ver algún programa infantil de la televisión. Aceptar o no será una primera decisión de esa tarde, así como el escoger la serie infantil adecuada, ya que debemos saber que no todas son convenientes. Luego habrá que pactar con el nieto un tiempo máximo para este descanso, antes de iniciar los deberes escolares.

Como esta situación se está dando cada vez con más frecuencia, considero importante recordar algunas ideas sobre cómo ayudar a los nietos en sus estudios, que se concretarán en el apoyo a la realización de los deberes escolares. No sólo hay que motivarles para que quieran estudiar, sino que hay que ayudarles para que puedan y sepan hacerlo: que adquieran buenos hábitos de estudio.

La motivación para estudiar

En ocasiones, me ha preguntado algún abuelo: «¿Por qué tienen deberes escolares tras una larga jornada en el centro educativo?». Los deberes escolares son necesarios para individualizar el estudio del alumno y desarrollar habilidades personales, que faciliten el estudio y la memorización. También para realizar ejercicios prácticos, necesarios sobre todo en lengua y matemáticas, y convenientes en otras asignaturas. Para la adquisición de conocimientos no basta que los profesores expliquen y exijan, es preciso que el alumno realice el trabajo correspondiente de aprender, que no es sólo «entender» sino analizar, completar o ampliar, memorizar…

Abuelo ayudando a su nieta con los deberes

Foto: THINKSTOCK 

El estudio es un medio, no un fin. Por ello, se tratará de lograr que los deberes escolares les ayudemos a encontrar su motivación para el estudio. Estudiar es, sin duda, un trabajo que exige esfuerzo y requiere someterse a un plan, que se concreta en un horario. Es importante que los nietos adquieran pronto el hábito de estudiar diariamente. Dicho esto, podremos vislumbrar el importante papel que podemos desarrollar los abuelos para motivarles y que surja en ellos el afán por saber, el interés por aprender, fomentar su curiosidad intelectual, como medios para reforzar su voluntad. El objetivo será que lleguen a plantearse encontrar respuestas a interrogantes que les surjan o las soluciones a un problema.

«Se logra más con una gota de miel que con un barril de hiel» (Refrán popular)

Motivamos más y mejor si en el estudio valoramos sus esfuerzos por aprender y hacer los trabajos, con la calidad que su edad hace posible, que si nos dedicamos a censurarle y recriminarle. Tendremos que procurar un lugar adecuado para que realicen los deberes, sin el ruido de fondo de la tele o la radio, con una mesa amplia en la que puedan disponer bien los libros y el material que necesiten.

En primer lugar, preguntaremos al nieto todos los deberes de ese día, su importancia y urgencia -pues a lo mejor tienen que preparar un próximo examen- y le ayudaremos a organizar su tiempo para realizar los trabajos ordenadamente. Es normal, e incluso conveniente, que quiera realizar primero el trabajo que más le gusta, para luego acometer aquel que le resulta más costoso.

Con los nietos menores de 12 años, aconsejo que el abuelo esté a su lado mientras hacen los deberes, leyendo o trabajando, para así estar disponible para responder a las probables preguntas. Aspecto clave para enseñarles a estudiar, es el animarles a buscar las respuestas a sus preguntas, y no responderles de una manera directa. Sin embargo, sí conviene orientarles sobre cómo buscar la respuesta en el libro de texto, en un atlas, una enciclopedia, un diccionario, incluso en Internet que es probable que manejen con cierta soltura.


No hay que ahorrarles esfuerzos. Recordar que en educación «toda ayuda innecesaria es antieducativa».


Para estudiar con eficacia es necesario alcanzar en la lectura una velocidad adecuada entre los 6 a los 8 años, con una buena comprensión, una correcta expresión oral y escrita, lo que facilita el memorizar, que es distinto a aprender de memoria sin comprender lo que se lee. Por ello, conviene animar al nieto a la lectura en voz alta para ayudarle a lograr la entonación adecuada y, de vez en cuando, pedirle que explique lo leído y el significado de alguna palabra para que vaya ampliando su vocabulario.

Es importante que los trabajos escritos se realicen con la pulcritud y con la caligrafía adecuada a su edad. No les permitamos la falta de orden y limpieza, es decir, la chapuza y el «ya vale».
Pero hemos de esforzarnos por conocer a cada nieto. Deberemos «refrescar» nuestros conocimientos de psicología y recordar la experiencia con nuestros hijos para saber lo que según la edad podemos exigir en el estudio a cada uno de ellos y cuál será la motivación más adecuada.

Por ejemplo, a un niño entre 3 y 5 años le exige un esfuerzo notable el control de su psicomotricidad fina, el dominio de su destreza manual. Por esta causa, le resulta difícil rellenar con colores un dibujo o seguir con el lápiz un laberinto: tengamos paciencia. En Primaria hay que comenzar a enseñarles a realizar resúmenes y esquemas que les faciliten la posterior memorización de los conceptos fundamentales. Así aprenderán a relacionar datos, a analizar y a sintetizar.

¿Abuelo me preguntas la lección? Reconozco como abuelo que es costosa esta misión, que más que en preguntar, consiste en escuchar lo que han memorizado, interrumpiéndole de vez en cuando con preguntas que le sirvan para entender bien lo estudiado, con las aclaraciones que les demos.

Finalmente, cuando llegue el momento en que los nietos nos muestren sus notas deberemos valorar más el esfuerzo realizado que los resultados obtenidos. Tras felicitar por los avances en una asignatura, aprovechar para comentar los esfuerzos que deberán realizar para mejorar en otras.

José Manuel Cervera González. Secretario de la Asociación de Abuelas y Abuelos

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