El corazón humano es un instrumento de muchas cuerdas; el perfecto conocedor las sabe hacer vibrar todas, como un buen músico. Charles Dickens.
Está muy claro que nuestro nieto puede ser y es un gran apoyo afectivo, pero el orden del corazón nos hace tener una escala de valores en la que el marido o la esposa han de ocupar un lugar preferente. Me han llegado al alma, y por ello escribo esta reflexión, las confidencias de estas dos abuelas. La primera me explicó: «Trabajo media jornada, cuando termino voy a casa de mi hija y cuido de los nietos que tienen cuatro, siete y nueve años, hasta las nueve de la noche, hasta que llegan mi yerno o mi hija para sustituirme. He de decirte con toda franqueza que me dolería mucho no ayudarles, creo que me sentiría decepcionada; cuando estoy con los pequeños se me van todos los males, ya que cuando llego a casa noto, aunque mi marido me espere, una cierta soledad». Y la segunda abuela me comentaba: «Con mi marido no dialogamos y he optado por no hablar nada, ni demostrar mis sentimientos. Cuando comento algo parece que hable con una pared. En cambio, si los hijos y los nietos están con nosotros, aunque no quitan la mesa, dejan los juguetes o los vídeos desordenados y todo hecho una leonera, prefiero este jaleo que quedarme con él a solas».
Disfrutar de los nietos es cosa de dos
Pensando en estos problemas de soledad o de incomunicación, nos preguntamos: ¿puede estar el abuelo deprimido y por eso no existe diálogo? ¿Podría pensar que su mujer le ha abandonado desde que han llegado al mundo los nietos? ¿Tal vez se ha jubilado recientemente y le cuesta adaptarse al cambio? Respondamos, sinceramente, abuelas: ¿por qué no animamos al abuelo que se incorpore en la tarea de jugar con los nietos? ¿Cuánto tiempo hace que no salimos juntos al cine? ¿Cuánto tiempo hace que no hemos ido a cenar a aquel restaurante donde nos encontrábamos tan bien los dos, de excursión o de viaje?
El amor de la pareja jubilada ya viene reforzado por todo lo que se ha cultivado con los años. Si uno quiere, puede ser el tiempo de la contemplación, de actividades conjuntas, de más comprensión mutua o de emprender objetivos de compromiso social, objetivos que pueden ser independientes pero que ayudarán a tener motivos para mantener la ilusión y para poder conversar y apoyarse mutuamente.
Definitivamente, el amor y la autonomía que es buena para los hijos casados, también lo es para los abuelos casados.
Ni es bueno que el matrimonio joven dependa de los padres, ni es bueno que el refugio de una abuela sean sólo los nietos dejando de lado a su esposo.
Victoria Cardona. Escritora y orientadora familiar