Está muy claro que nuestro nieto puede ser y es un gran apoyo afectivo, pero el orden del corazón nos hace tener una escala de valores en la que el marido o la mujer han de tener un lugar preferente.
Me han llegado al alma, y por ello escribo esta reflexión, las confidencias de estas dos mujeres-abuelas. La primera me explicó: «Trabajo media jornada, cuando termino voy a casa de mi hija y cuido de los nietos que tienen cuatro, siete y nueve años, hasta las nueve de la noche, que llegan mi yerno o mi hija para sustituirme. He de decirte con toda franqueza que me dolería mucho no ayudarles, creo que me sentiría decepcionada; cuando estoy con los pequeños se me van todos los males, ya que cuando llego a casa noto, aunque mi marido me espere, una cierta soledad«.
Y la segunda abuela me comentaba: «Con mi marido no dialogamos y he optado por no hablar de nada, ni demostrar mis sentimientos. Cuando comento algo parece que hable con una pared. En cambio, si los hijos y los nietos están con nosotros, aunque no quitan la mesa, dejan los juguetes o los vídeos desordenados y todo hecho una leonera, prefiero este jaleo a quedarme con él a solas«.
Pensando en estos problemas de soledad o de incomunicación, nos preguntamos: ¿puede estar el marido-abuelo deprimido y por eso no existe diálogo? ¿Podría pensar que su mujer le ha abandonado desde que han llegado los nietos? ¿Tal vez se ha jubilado recientemente y le cuesta adaptarse al cambio? Respondamos, sinceramente: ¿por qué no animamos a nuestro marido para que se incorpore en la tarea de jugar con los nietos? ¿Cuánto tiempo hace que no salimos juntos al cine? ¿DEsde cuándo no hemos ido a cenar a aquel restaurante donde nos encontrábamos tan bien los dos, de excursión o de viaje?
El amor de la pareja jubilada ya viene reforzado por todo lo que se ha cultivado con los años. Si uno quiere, puede ser el tiempo de la contemplación, de actividades conjuntas, de más comprensión mutua o de emprender objetivos de compromiso social, que pueden ser independientes pero que ayudarán a tener motivos para mantener la ilsuión, conversar y apoyarse mutuamente.
Definitivamente, el amor y la autonomía que es buena para los hijos casados también lo es para los abuelos casados.
Ni es bueno que el matrimonio joven dependa de los padres, ni es bueno que el refugio de una abuela o de un abuelo sean sólo los nietos dejando de lado al cónyuge.
Victoria CARDONA
Escritora y orientadora familiar