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Cuando los abuelos envejecen

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«Es de bien nacidos ser agradecidos».

Hay etapas en la vida de los padres jóvenes en que todo son facilidades por parte de los abuelos. Ellos pueden ser el brazo que se alarga para facilitarles la tarea de educar y hacer que los nietos descubran todo su bagaje cultural, un bagaje en el que están incorporados una serie de valores que se asimilan.

Abuelo con su familia

Foto: THINSTOCK 

La preocupación de los hijos empieza cuando el envejecimiento y la enfermedad se hacen palpables en la vida de sus mayores y, por tanto, dejan de ser independientes.

A veces llega también el deterioro de sus capacidades cognitivas con confusiones u olvidos. Es el momento de la paciencia. ¿Cuántas veces nos preguntan lo mismo? Muchísimas porque se olvidaron de la respuesta que les dimos. Con sonrisa y buen humor conviene ponerse a su nivel y que les respondamos un sinfín de veces sin perder los nervios.

Apoyo y unión familiar

En el año 1996 y, dirigida por Jerry Zaks, se estrenó «La habitación de Marwin» interpretada por dos magníficas actrices: Meryl Streep y Diane Keaton. Hoy os aconsejo vivamente revisar esta película y os dejo estas dos frases que no pasan desapercibidas: «Papá se muere. Lleva muriéndose unos veinte años. Lo hace muy despacio por eso no me pierdo detalle».

«He tenido tanta suerte de tener a papá y a mi tía. He tenido tanto amor en mi vida. Ahora miro atrás, y veo que he tenido tanto amor… Me refiero al amor que yo he sentido y que he podido dar».

Además de la actitud generosa, protagonizada por Diane Keaton encontraremos en «La habitación de Marwin» otros elementos de reflexión sobre las relaciones familiares y la colaboración de un adolescente conflictivo que crece en responsabilidad porque se rinde ante el testimonio de fortaleza y bondad de la hermana de su madre.

Nuestros abuelos nos dieron todo su tiempo desde el momento de nacer, nos dieron la mano para no caer en nuestros primeros pasos y muchos nos enseñaron a rezar y a confiar en Dios. Llega el momento de devolver todo lo que recibimos de ellos para hacerles más llevaderos sus achaques. Lo lograremos si les hablamos con la misma naturalidad con que lo hicieron ellos, de cómo Dios quiere bien porque es Padre y aliviaremos su estado acompañándoles. ¡Que nunca se sientan solos!


Recordar lo que nos legaron e hicieron por los hijos y nietos dará color a nuestra constante dedicación agradecida hacía ellos aunque suframos, en alguna ocasión, la pérdida de las facultades físicas, intelectuales y psíquicas en su ancianidad.


Quizás necesitaremos una ayuda externa porque «el cuidador/a» también necesita ser apoyado/a, pero lo fundamental será la unión y apoyo de toda la familia en el que ocuparán un papel importante los nietos. El sentido de la vida y del dolor se aprende con creces al lado de un enfermo.

Victoria Cardona. Escritora y orientadora familiar

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