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Crece el número de ancianos que mueren solos

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BARCELONA, 1 Agosto

El número de ancianos barceloneses que son encontrados muertos en sus domicilios por causas naturales casi se ha triplicado en un año y ha pasado de seis casos en 2010 a 17 en 2011, según datos del Institut de Medicina Legal de Catalunya (IMLC).

De las 1.473 entradas al Servicio de patología forense del IMLC en 2010 en Barcelona, seis eran personas mayores de 60 años -tres mujeres y tres hombres-, mientras que en 2011, la cifra incrementó a 17 -cuatro mujeres y 13 hombres- del total de 1.480 servicios.

En una entrevista, el director del IMLC, Jordi Medallo, ha explicado que este fenómeno es cada vez más frecuente sobre todo en lugares con «concentraciones humanas» como en las grandes ciudades -Barcelona, Terrassa o L’Hospitalet de Llobregat-, dado que en los pueblos todo el mundo se conoce. Preguntarse «qué le ha pasado a Pepito del quinto piso porque hace días que no le vemos» no es habitual en las grandes urbes porque, a veces, no hay relación ni entre los propios vecinos, los parientes viven lejos o bien no tienen familia», ha esgrimido Medallo.

INDICIOS

Durante las vacaciones estivales, la soledad de algunos mayores hace que los vecinos descubran el fallecimiento una semana después de que se produzca por el olor extraño que se respira en la escalera, ya que muchas veces el cuerpo está «en una fase muy avanzada de descomposición», que se acelera en verano por las altas temperaturas.

Los estados avanzados de putrefacción dificultan el trabajo de los médicos forenses que en su autopsia diagnostican la muerte natural «por exclusión», una vez han comprobado que no existen signos de agresiones y todos los objetos están en su lugar. Otras veces, sin embargo, se trata de abuelos que han fallecido por neoplasias (tumores) o bien son enfermos terminales, ha detallado el director del IMLC.

La coordinadora del departamento social de la Fundación Amics de la Gent Gran, Mònica Lucena, ha manifestado que el aumento de las muertes en soledad responde a un cambio social: «Antes los hijos vivían en casa de los padres y mantenían el núcleo familiar. Ahora se van e incluso no viven ni en el mismo barrio. Hacen una vida paralela, y eso hace que la gente mayor cada vez viva más sola».

El individualismo acentuado por el acecho de la crisis también es, en parte, una de las variables que explican la problemática porque «ha transformado las formas de vida y se tiende a delegar las responsabilidades a los otros», ha afirmado Lucena. Ante esta situación es importante que se establezcan mecanismos para que el vecindario se implique con la gente mayor, por lo que en 2008 nació el proyecto Radars en el barrio de Gracia -en fase de expansión a otros distritos-, que tiene como objetivo precisamente evitar el aislamiento de los mayores y «que los vecinos sean los radares de los ancianos» además de sumar a comercios y entidades.

MÁS LONGEVIDAD

Y es que, según datos de 2010 de Amics de la Gent Gran, en la franja de ancianos de entre 65 y 74 años hay un 24% de hombres que viven solos y un 30% de mujeres, cuyo balance crece a medida que avanza la edad, puesto que de los mayores de 85 años, el 31% de hombres y el 50% de mujeres viven de forma independiente. Estos números ilustran también un aumento de la longevidad en la población, lo que, según Lucena, es «un éxito a nivel sanitario» porque denota que las personas viven más años y con más calidad.

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