Conciliar es palabra de moda. Todo el mundo está a favor de conciliar (lo contrario sería políticamente incorrecto). La Unión Europea y, por tanto, también España tienen la legislación más favorable a la conciliación del mundo. Y, sin embargo, para las mujeres concretas hacer realidad con plenitud la vocación profesional y la maternidad sigue siendo camino tortuoso, cuando no imposible sin más.
Esto es así no tanto por un problema de insuficiencia legal -aunque las normas siempre se pueden mejorar- cuanto por un problema ideológico o de valores morales: en nuestra sociedad no se valora la maternidad como se merece y, a la vez, se hipervalora el trabajo retribuido. Todos hablamos de conciliación pero, de verdad, uno de los términos a conciliar está infravalorado: la opción por la maternidad.
Décadas de ataque a la maternidad por un feminismo desnortado, de exaltación de la sexualidad sin consecuencias, de denigración del trabajo en el hogar como humillante y esclavo, de ataque al compromiso matrimonial como si fuese incompatible con la libertad, etc, han calado en la conciencia colectiva convirtiendo a la maternidad y el hogar en algo secundario cuando no negativo para la mujer.
Por el contrario, décadas de capitalismo desaforado, de consumismo sin freno, de asimilación igualitaria de la mujer al hombre, han hecho del trabajo profesional retribuido el ideal irrenunciable de la mujer. Esta es la mentalidad dominante hoy día en el subconsciente colectivo.
En este panorama cultural, conciliar es ver cómo, manteniendo la primacía irrenunciable del trabajo retribuido, se encuentra un hueco vital forzado y tardío para tener algún hijo -no muchos, por favor- sin coste profesional.
Para que la conciliación sea posible en términos razonables es imprescindible un cambio de mentalidad que lleve a valorar la maternidad como el inmenso bien que es para la mujer, para el matrimonio y para el conjunto de la sociedad. Así será posible que hombres y mujeres organicemos nuestra vida -los dos- al servicio del hogar, dedicando a la familia -los dos- el tiempo que se merece y optando en libertad por dos cosas igualmente buenas y socialmente valoradas, la maternidad y el trabajo profesional retribuido.
Benigno Blanco. Abogado y autor del libro En defensa de la familia.
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