Según un Informe reciente de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), España es el quinto país que más deberes pone a los alumnos en una lista de 38 naciones a nivel mundial. Dicho informe constata que los niños españoles destinan un total de 6,5 horas de tarea a la semana, frente a una media de 4,9 horas, y sin embargo, los últimos resultados del Informe Pisa, colocan a nuestro país en la cola del rendimiento académico mundial. Sin embargo, países como Finlandia o Corea del Sur, cuyos niños destinan entre 2,8 horas y 2,9 horas a deberes respectivamente, son dos de las naciones con mejores resultados académicos en Pisa.
Educación centrada en lo humano
La gran mayoría de los colegios en España siguen un sistema educativo ceñido a los temarios de los libros, sin tener en cuenta la individualidad, intereses y capacidades de cada niño; simplemente, parten de la premisa de que cantidad es sinónimo de calidad. ¿De qué sirve que nuestros hijos memoricen los temarios y contenidos de libros y más libros, si con el paso del tiempo olvidan lo aprendido?
Cada vez son más los expertos en Pedagogía que demandan un sistema educativo que se centre en el alumno, y no en el temario.
Un método cuyo eje central esté basado en formar de forma íntegra a «esa personita» que se va a proyectar en la sociedad, que tiene que ser capaz de moverse por el mundo, de contar lo que sabe, etc.
Un colegio como innova de verdad es gracias a su proyecto educativo y al valor que da a la pedagogía. Está comprobado que si destinamos nuestros esfuerzos a sacar lo mejor de cada alumno en particular, una pedagogía centrada en lo humano y en el afrontamiento positivo de la vida, frente a la pedagogía tradicional centrada en la mera transmisión del conocimiento, lograremos como resultado alumnos motivados, con interés por aprender, y felices.
Un colegio sin libros ni deberes no sólo es posible; es real y, debería ser lo normal, por lo menos en las edades más tempranas. Es el caso, por ejemplo, de nuestro Colegio Nuestra Señora de Schoenstatt, donde empleamos un método educativo propio basado en la autogestión del aprendizaje y la respuesta personal del alumno frente a la tarea y la realidad social.
¿En qué se traduce esto? Desde pequeños, los niños adquieren el hábito de producir sus propios apuntes, llevando siempre a la práctica los conocimientos teóricos adquiridos. Esto les lleva, sin duda, a una mejor fijación de los conceptos. Un trabajo que se realiza siempre en clase, que haga que aprender sea algo positivo y estimulante para ellos. Cargándolos de deberes sólo conseguimos su desmotivación y desánimo. En casa, sólo se recomienda que lleven a cabo pequeñas tareas, que contribuyan a forjar el hábito y la predisposición al estudio de cara al futuro.
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