Los espacios cerrados, sobre todo si son pequeños y están poco iluminados pueden generar cierta sensación de angustia. En algunas personas, esta sensación es muy intensa y da lugar a una respuesta de ansiedad que dificulta su día a día. Hablamos de claustrofobia, un trastorno que genera un gran malestar y fuertes reacciones de estrés, angustia y desesperación difíciles de controlar. La sensación de sentirse atrapado es tan grande que domina la conciencia y controla los actos, llegando a ser limitante.
¿Qué es lo que origina temor en la claustrofobia?
El miedo a permanecer en un espacio cerrado, es una definición muy acertada para la claustrofobia, pero poco precisa. ¿Qué es lo que realmente causa temor en los espacios cerrados? ¿Por qué esa situación se valora como peligrosa?
Algunos autores, como Rachman y Taylor (1993), han aclarado y precisado el temor de la claustrofobia. El temor no es al espacio cerrado en sí mismo, sino a lo que puede suceder en esa situación, a percibirse encerrados y sin escapatoria. Profundizando en el tema, el miedo se enfoca en dos direcciones:
1. Miedo a la restricción de movimientos. No poder moverse implica no poder defenderse. Miedo al confinamiento. No poder salir implica no poder escapar de un peligro. Ambos miedos son miedos innatos de la especie, ya que suponen el no poder ni defenderse, ni escapar de una amenaza.
2. Miedo a la asfixia. Este miedo se manifiesta con la creencia de no tener suficiente aire para respirar.
Estos miedos, se pueden entender como una sensación de vulnerabilidad. La persona se siente vulnerable y percibe amenazas. El miedo por lo tanto viene provocado por una serie de pensamientos irracionales acerca de las consecuencias catastróficas que pueden ocurrir en dichos espacios.
Causas de la claustrofobia
Al igual que ocurre con otras fobias, el origen de la claustrofobia está en la valoración como amenazante una situación que realmente no es tal. Dicha valoración viene determinada por creencias irracionales sobre las amenazas o catástrofes que pueden suceder en esa situación. En la mayoría de los casos, estas creencias y está valoración errónea se generan por la vivencia de una situación traumática relacionada con la situación. Es decir, normalmente, la claustrofobia se desencadena cuando se tiene una experiencia negativa en un espacio cerrado que ha ocasionado un trauma en la persona que lo experiencia. Dicha experiencia puede haber sido vivida por la propia persona, o también en algunos casos menos frecuentes, se produce ante la interiorización de situaciones vividas por otras personas.
Los síntomas de la claustrofobia
La claustrofobia genera una respuesta de ansiedad y con ella un incremento considerable de la activación corporal. Este incremento puede incluir diversos síntomas a nivel físico, fisiológico y mental, los más típicos son:
– Sudoración.
– Incremento del ritmo cardiaco, latidos acelerados.
– Sensación de falta de aire.
– Hiperventilación.
– Aturdimiento.
– Mareos, náuseas y desmayos.
– Temblores.
– Sensación de pánico.
La respuesta de ansiedad aparece en la situación temida, en este caso un espacio cerrado. Dicha respuesta aumentará progresivamente cuanto más tiempo permanezca la persona en la situación. Los pensamientos de tipo catastrófico inundaran la conciencia y retroalimentaran la respuesta.
Consecuencias de la claustrofobia, ¿cómo interfiere en la vida cotidiana?
La claustrofobia es un trastorno muy común, sin embargo, la mayoría de los afectados no siguen ningún tratamiento. La claustrofobia interfiere de manera significativa en la vida cotidiana de los afectados y puede tener graves consecuencias en su bienestar y funcionamiento diario.
La claustrofobia puede aparecer en cualquier momento y esos momentos pueden no ser los más apropiados para una respuesta de ansiedad, como una entrevista de trabajo, una cita, una reunión, etc.
Por otro lado, la claustrofobia, lleva consigo ciertas conductas sin necesidad de que estemos padeciendo un ataque, que son:
1. Evitación de ciertos espacios, lo cual puede resultar extraño ante desconocidos, y además limita las salidas o posibilidades del afectado.
2. Antes de entrar en los espacios cerrados, es habitual que busquen las posibles salidas y centren su atención en analizar las posibilidades de escape. Esto también puede parecer extraño y también limita su actuación.
3. Con el tiempo se puede ir generalizando el temor a una mayor cantidad de espacios. Empezarán a aparecer los síntomas en espacios más amplios, como la sala de un cine, un centro comercial, etc. En estos casos poco a poco se irán limitando a espacios abiertos.
¿Cómo superar el miedo a los espacios cerrados? 4 consejos para superar la claustrofobia
El modelo de Barlow para la ansiedad, propone trabajar tres componentes de la respuesta de ansiedad: el comportamental (miedo y evitación), el cognitivo (pensamientos irracionales de tipo catastrófico) y el fisiológico (respuestas involuntarias tipo sudoración, etc.). Para ello propone tres tipos de estrategias, una para cada uno de los componentes:
– Estrategias de exposición. Son las estrategias destinadas a trabajar la parte comportamental. Se trata de hacer una exposición gradual mediante acercamientos progresivos y sucesivos al estímulo o situación temida. Es fundamental controlar la exposición y por lo tanto debe ser guiada por un especialista.
– Estrategias de relajación. Sirven para controlar el componente fisiológico. El desarrollo de técnicas de relajación como la respiración, son de gran ayuda.
– Estrategias cognitivas. Con estas estrategias se pretende trabajar los pensamientos irracionales de tipo catastrófico. Se trata de desmontar esas creencias fuertemente arraigadas y sustituirlas por otras.
Este tipo de estrategias forman parte de un tratamiento que ha de ser llevado a cabo por un especialista. En cualquier caso, también hay algunos consejos que podemos seguir:
1 Respira hondo y relájate, antes de entrar en un espacio cerrado y pequeño .
2. Trata de eliminar los pensamientos irracionales, antes de entrar. Trata de dejar la mente en blanco o pensar en otra cosa.
3. Centra tu mente en pensamientos agradables, si empiezas a sentir tensión y nervios, procura hablar con otras personas, eso te ayudara a distraerte.
4. No te fuerces. Si estas situaciones te generan mucha tensión, comienza por enfrentarte a ellas poco a poco y en compañía de otras personas.
Celia Rodríguez Ruiz. Psicóloga clínica sanitaria. Especialista en pedagogía y psicología infantojuvenil. Directora de Educa y Aprende. Autora de la colección Estimular los Procesos de lectura y escritura.
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