Decía D. Víctor García Hoz que la eficacia de los padres pasa por tres aspectos, a saber, presencia, conducta y conversación y que los tres ayudan a construir algo indispensable para una buena educación, un factor invisible y constante: el mejor «ambiente familiar».
¿Cuántas veces escuchamos a padres y madres que justifican el poco tiempo que están con sus hijos con la excusa de la calidad del poco que les dedican? Como si dedicar mucho tiempo a los hijos fuera en detrimento de la calidad. Me recuerdan esos menús delicatessen, platos grandes y bien adornados en los que se adivina algo para hincar el diente en el centro. Una vez que se termina el ágape los comensales se retiran a comer algo sustancioso.
Los hijos necesitan el roce, la presencia de los padres; y no sólo para que jueguen con ellos o les ayuden en los estudios. También necesitan ver su forma de actuar y que su conducta es coherente con sus enseñanzas.
Construir el hogar día a día
La presencia del padre y la madre en casa son condición indispensable para crear un ambiente familiar que proporcione tantas seguridades (físicas, psicológicas y afectivas) necesarias para criar personas equilibradas y felices. Un estilo de hogar y familia se construye con personas, no con cosas. Los hijos serán más alegres, generosos, ordenados… en la medida en que vean esta lucha en sus padres. Para todo ello se hace imprescindible su presencia cotidiana.
¿Sirve de algo dedicar tiempo a los hijos si no se sabe aprovechar? ¿basta simplemente estar con ellos? ¿existe tiempo de calidad y «tiempo basura»?
Indudablemente no es suficiente estar en casa, si cada miembro de la familia se pasara la mayor parte del tiempo encerrado en su cuarto estaríamos hablando de una residencia, no de un hogar.
Seguramente la conversación sea la mejor y más humana herramienta que tienen las personas para comunicarse, sin embargo no sólo la palabra es conversación, lo es también la escucha, los gestos, las miradas. Por medio de ella las personas se relacionan desde lo más trivial hasta lo más íntimo, se transmiten y comparten emociones, sentimientos, formas de entender la vida… es en fin, un medio estupendo para educar.
Un ambiente adecuado genera de manera espontánea alegría y resulta atractivo. El ambiente familiar no se encuentra, no es algo dado si no que se construye cada día. Son los padres los principales actores responsables de construirlo. Su presencia, su alegría y buen humor, la preocupación por hacer del hogar un lugar agradable, el sentirse queridos y tantas otras «pequeñeces» crean el ambiente familiar adecuado.