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Alertas previas

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«En la relación de pareja como en todos los terrenos de la vida, el único cambio que podemos asumir es el propio». Se respira en el ambiente un mito muy arraigado que consiste en el convencimiento de que tenemos derecho a una vida estupenda, que en algún lugar, alguien se encargará de conseguirlo. La responsabilidad parece no ser nuestra. ¿Cómo se plantean los problemas?

Si la vida conyugal no funciona, suele ser culpa del modo de ser o de funcionar del otro: no nos atiende, no se organiza, es egoísta, es poco, o demasiado sociable, dedica demasiado tiempo al trabajo, o al deporte o a sus amigos.

No asumimos la responsabilidad al 100% de nuestra vida. Pero podría ser que si cambiásemos nuestro modo de pensar, de sentir, de dirigirnos a los otros, de actuar, la vida cambiase.

Una pareja joven

Foto: THINKSTOCK 

Habitualmente nos equivocamos en el modo de analizar las dificultades y las carencias que nos hacen sufrir. Nos cuesta reconocer que lo que nos ocurre es consecuencia de alguna elección, decisión u omisión anterior equivocada pero no hay manera.

Insistimos en mirar a los demás o a las circunstancias como responsables de todo lo que nos pasa. De este modo, se nos pasa la vida sin enterarnos de que nos estamos equivocando y lo que es peor, ni se nos ocurre preguntarnos si podría ser así.

Las personas inteligentes y además buenas, suelen preguntar a su alrededor:

¿Qué echas de menos? ¿En que necesitas que yo mejore? ¿Qué es lo que te hace daño en nuestra relación?

El noventa y nueve por ciento de los fracasos proceden de personas que tienden a buscar excusas.

Nos quejamos normalmente en el lugar y a las personas equivocadas; En el trabajo del cónyuge, a éste  del trabajo o de los amigos. Esto es falta de valor y supone una relación con los demás muy aburrida.

¿Cuál es la razón por la que no me decido a cambiar lo que no me gusta?

Para llevar una vida plena, es necesario saber que es para mí lo más importante, aquello sin lo cual me sentiría un fracasado y ponerse a ello.

Hay muchos aspectos en los que pensar:

El objetivo primordial de vida. Lo que no puede cambiar esté con quien esté y en el lugar que sea.

Donde quiero vivir y de que modo: Si quiero fumar o no, si quiero hacer deporte o leer,   ver a mis amigos con más frecuencia, dormir más, trabajar más horas o menos porque no conozco  a mis hijos.

Si trabajo en lo que me gusta, en aquello que haría aunque no me pagasen. Son tiempos difíciles para cambiar de trabajo pero el planteamiento es general. Las riendas de vida las llevo yo y la responsabilidad de lo que me ocurre es mía y sólo mía.

Si  me rodeo de las personas que yo quiero, y si las trato como se merecen. Si los míos, la familia que yo he querido crear, están por encima de todos y de todo, o con falsas excusas  se sienten desatendidos.

Si me comunico de un modo afable y mis amigos se saben queridos por mí, si cuentan conmigo o siempre estoy tan ocupado, que ya ni se lo plantean.

Si el veraneo, el descanso, que me planteo nos sirve, o ¡también voy a volver con quejas!

Normalmente sólo nos quejamos de aquello que se puede cambiar. Podemos aprender a cambiar las quejas por peticiones y emprender acciones que lleven a los resultados que deseamos. Eso es lo que funciona.


El mundo no nos debe nada. Los cambios tienes que hacerlos tú mismo.


Seguro que dedicando un poco de tiempo a pensar, encontramos el modo de trabajar un poco menos los padres y un poco más los hijos, de modo que su voluntad se fortalezca y su capacidad de pensar en el resto aumente. Siempre nos lo agradecerán.

Es bueno ser conscientes de que no hay nada que «simplemente nos ocurra», casi siempre recibimos alertas previas, internas o externas que nos avisan de que algo está ocurriendo. Un comentario de alguien, un miedo, una intuición, una sensación desagradable. En ese momento podemos variar la respuesta.

Las personas con éxito, no esperan a que ocurran los desastres para luego culpar a alguien. Observan cuáles son las respuestas de la vida ante su comportamiento y se preguntan habitualmente qué es lo que quieren y como lograrlo. No se justifican ni se excusan.

Es sencillo pero exige disciplina y cierta dosis de honestidad para mirar nuestra vida y a quienes hay en ella. ¿Son felices? ¿Hay tranquilidad y armonía? ¿Qué añoramos?

El verano, es un buen momento para pensar  en todas las alertas que han podido saltar.

Preguntar como nos ven los demás, dispuestos a introducir todos los cambios necesarios en una vida de la que sólo nosotros somos responsables.

Mónica de Aysa. Master en matrimonio y sexualidad

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