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Un estudio sugiere que un cambio horario ayudaría a la conciliación familiar

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¿Puede Un Cambio De Huso Horario Favorecer La Conciliación?

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Los horarios marcan las vidas de las personas. Estas rutinas determinan a qué hora deben levantarse, desayunar y hacer otras tareas. Estos esquemas se relacionan directamente con las horas de sol para permitir una mayor actividad diurna. Por eso a lo largo del globo encontramos distintos husos horarios en función del momento en el que es de día o de noche.

Desde 1940, España mantiene el mismo huso horario. Uno que según un estudio realizado por la Universidad Politécnica de Madrid no es el que deberíamos emplear. Este nuevo trabajo indica que en este país las personas se exponen a demasiadas horas de calor, lo que conlleva un mayor uso de la electricidad con el fin de conseguir una temperatura adecuada para trabajar o hacer cualquier actividad.

Horas de calor

Tal y como explica el profesor José María Fernández-Crehuet, autor principal de este estudio, España debería regresar a su anterior huso horario, el mismo que emplean en Reino Unido y Portugal. Para el investigador los cambios de hora que se producen para el horario de verano efectivamente conceden más horas de luz, pero lo hacen por la tarde. Momento del día en el que más calor hace.

Un mayor calor supone una menor productividad en las personas. «El sol luce aquí (en España) 16 horas y, con tanto calor, no las podemos disfrutar: nos encerramos con el aire acondicionado hasta que refresca y podemos salir», explica Fernández-Crehuet, quien vería más acertado ganar estas horas por la mañana y entrar en la noche antes, lo que significaría un ambiente más fresco y propicio para realizar actividades.

Si España regresase a su anterior huso horario se haría de noche una hora antes y refrescaría más temprano. Estas temperaturas más suaves permitirían unos hábitos de vida más saludables. Las familias podrían salir antes a la calle a pasear en lugar de quedarse en casa junto al aire acondicionado, en definitiva: 60 minutos que podrían ganarse en el verano.

«Nos acostaríamos más temprano y dormiríamos más«, un cambio de ritmo que favorecería tanto la productividad como la conciliación laboral y familiar», explica el profesor Fernández-Crehuet, quien apuesta también por una coincidencia en los horarios de comidas más parecido al del espacio europeo. Una forma de aumentar la productividad para permitir salidas del trabajo antes y poder dedicarlas a otros menesteres.

Cómo afectan los cambios de hora

El reloj biológico afecta al sueño, a los horarios de comida, y tiene incidencia sobre el sistema nervioso afectando a los niveles de estrés y de ansiedad, procesos que son más difíciles de controlar por el organismo de los niños pequeños.

La mayor sensibilidad de los niños al cambio de hora va a hacer que su proceso de adaptación al nuevo horario dure entre tres y cuatro días, e incluso puede extenderse a una semana. Durante ese tiempo, a todos y a los niños especialmente, les va a costar más levantarse y acostarse, y su apetito va aparecer en horas diferentes a las que se está acostumbrando.

Al llegar la hora de ir a la cama es normal que los niños sientan sueño, ya que el organismo está preparado para ir a dormir una hora distinta, lo que va a generar más somnolencia y más cansancio durante el día.

El cambio horario puede provocar síntomas como estrés, alteraciones de sueño, mayor cansancio físico o irritabilidad, que pueden ser más «notables» en niños o personas mayores ya que sus cerebros son «más sensibles» a esta modificación. Los colectivos más afectados son los niños y ancianos, ya que tienen un reloj biológico más rígido y cuentan con una mayor dificultad para sincronizarse con el nuevo horario.

Damián Montero

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