La intensidad informativa de la guerra de Ucrania ha penetrado en cada esquina de Internet llegando a todas las familias y a sus miembros, independientemente de su edad. Tras dos semanas de conflicto, la maquinaria emocional se ha puesto en marcha y nos tiene a todos con las emociones a flor de piel.
Debido a que en las redes sociales se ha creado un frente digital de la guerra de Ucrania, que encabeza la plataforma TikTok con sus retransmisiones en directo, cuya importancia es indudable, hablamos con la socióloga y especialista en salud y bienestar y crecimiento empresarial, Alejandra Nuño, para tomar el pulso a nuestra sociedad sobre las consecuencias emocionales de la guerra de Ucrania unida a la reciente vivencia de una pandemia, que aún no ha terminado.
La sociedad en medio de una guerra mediática
¿Cómo están afrontando las familias la situación de Ucrania?
Con mucha solidaridad y con empatía. Con mucho respeto. Por supuesto y, no lo podemos ocultar, con mucha tristeza y con mucha desazón. Con impotencia porque resulta incomprensible que a 3.000 kilómetros este pasando esto. Seguir con nuestra vida, al margen de la guerra, resulta de un «hiriente lujo», casi insoportable. No es de recibo.
¿Cómo encajamos en nuestro contexto diario algo así?
Esto es muy complejo de encajar, la realidad tiene un tinte tan grotesco que es muy difícil de soportar.Nuevamente pone en jaque mate la normalización con la que aceptamos nuestra seguridad. Nuestras sociedades son muy jóvenes. Asumimos con cierta manga ancha que el estado de bienestar es natural, que nos pertenece por decreto, pero no es así. La identidad como europeos que nos aúna es un logro político y social bastante reciente.
¿Qué consecuencias tiene para la sociedad la creación de un frente digital?
La guerra de Ucrania pone evidencia la barbarie humana que ahora se transmite a través de TikTok. Pone en evidencia, nuevamente, nuestra dependencia y fragilidad, en múltiples campos, desde la alimentación hasta la energía. Pero también, pone en evidencia nuestros valores, no es ahora cuando tenemos que analizar si hemos sido indulgentes o no con el origen de muchos negocios, sino antes, cuando teníamos la oportunidad de haber recapacitado sobre el origen de muchas de las inversiones que hemos llevado acabo entre ambas naciones.
¿Cuáles son nuestras «armas», como sociedad, para afrontar esta compleja situación?
Como sociedad afianza, aún más si cabe, nuestros valores. Nuestras sociedades están gestando un nuevo sistema productivo que se basa en los valores de ESG, (que responden en inglés, a las palabras Enviromental, Social y Governance, y que en la práctica, hacen referencia a los factores que convierten a una compañía en sostenible a través de su compromiso social, ambiental y de buen gobierno, sin descuidar nunca los aspectos financieros) seleccionando y protegiendo nuestros intereses y, como no, demostrando que son una forma de cribar el mínimo aceptable para trabajar y consolidar los derechos más básicos. Para mí las siglas de ESG son una forma de entender que la vida está en el centro de los negocios y que no todo vale. Y ahora, aunque suene hiriente, debemos de trabajar más que nunca, bajo su paraguas protector. Es tiempo de ser firmes con nuestros valores y asentar unas bases que no sean temporales, sino que cimienten nuestra estructura social más básica.
¿Qué podemos hacer desde nuestro ámbito, cada uno de nosotros?
Como individuos podemos ahondar en la cultura del cuidado. Las personas somos agentes del cambio, tenemos una gran labor en nuestros ámbitos más inmediatos, laborales, familiares y sociales, para promulgar el respeto, trabajar la excelencia, ahondar en el esfuerzo diario, y como no, la empatía, prueba de ello es nuestra solidaridad. Sobre todo, una oportunidad para educar en valores.
¿Cómo podemos explicar a los niños que existe una guerra en Europa?
Este tema es delicado. Yo lo haría, teniendo en cuenta la edad del niño, adaptando el vocabulario y siempre contarle las cosas, pero dependiendo de los años que tenga y su madurez, de una manera u otra. Siempre de manera delicada y sencilla, sin entrar en mucho detalle.
¿Cómo responder a preguntas cercanas como si llegará la guerra hasta nosotros, si debemos huir como ellos, si nos quedaremos sin alimentos o sin ir al colegio como en la pandemia?
Lógicamente, de manera cercana y natural, pero sin asustarles. Contarles que hay que ponernos a salvo y siempre de manera positiva. Con datos que aporten y evitándoles imágenes innecesarias.
¿Cómo explicarles esta crisis energética y que tendremos que ahorrar en consumo y apretarnos el cinturón?
Crear buenos hábitos, desde pequeños, siempre es bueno indistintamente de la situación en la que nos encontremos. Nos toca ser maduros y dar gracias por lo que tenemos. Ahora es un momento para que valoren, precisamente, todo lo que disponemos. Así apreciarán cada cosa que dábamos por hecha.
Las situaciones de estrés y ansiedad que estamos viviendo los padres, ¿de qué forma afectan a los niños? ¿Debemos explicar la realidad o sobreprotegerles, en este caso?
Yo creo que es una cuestión de sensatez. Una cosa es contar una situación y otra asustarle. Es bueno crear una empatía y adaptar, como decíamos, el mensaje tanto a la edad como a la madurez del niño. Cada caso es diferente. Es una oportunidad también para ser más solidarios si cabe, y siempre sacar lo positivo, si es que lo hay, de cada situación.
Marisol Nuevo Espín
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