La tasa de nacimientos registrada en 2021 ha sido la más baja en España en siglos y, posiblemente, la más baja en toda la historia de nuestro país, según el último informe elaborado por el Observatorio Demográfico CEU.
«Cuando empezó el confinamiento a causa de la pandemia, cundió en los medios y en las redes sociales la hipótesis-chascarrillo de que a los nueve meses habría un «baby boom«, al estar las parejas más tiempo en casa», explica el coordinador del Observatorio Demográfico CEU, Alejandro Macarrón». Sin embargo, explica, «lo que realmente ha ocurrido es que a los 8 a 10 meses del inicio del confinamiento no hubo aumento en los nacimientos, sino lo contrario, empezando por caídas interanuales del -9,7 por ciento en noviembre de 2020, que se intensificaron hasta el -19,7 por ciento en diciembre de 2020, y al -21,2 por ciento en enero de 2021″.
El informe del Observatorio Demográfico CEU señala que, pese a que cuando fueron concebidos casi todos los nacidos en 2021 (de abril de 2020 a abril de 2021), estábamos viviendo una abrupta caída de la economía y un incremento del paro real (el oficial, y el encubierto en no pocos casos mediante ERTEs); una vez pasado el pánico inicial, las parejas siguieron engendrando niños a tasas muy similares a las previas a la pandemia, abundando en la tesis que mantiene el Observatorio: las dificultades económicas y materiales que pasa mucha gente en España, aun siendo indeseables, no son lo fundamental a la hora de tomar la decisión de tener o no tener hijos, sino los ‘valores’ (ganas o no de tenerlos).
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El ‘inalcanzable’ deseo de ser madre
Como consecuencia, el índice de natalidad en España se encuentra en su cuarto año consecutivo en mínimos históricos con menos de 361.000 nacimientos anuales. Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) reflejan que el 42 por ciento de las mujeres residentes en España que tienen edades comprendidas entre los 18 y los 55 años han tenido su primer hijo 5,2 años más tarde de lo que consideraban su ideal de edad media. Y el 56 por ciento de las mujeres cree que tendrá menos hijos de los deseados debido a su situación profesional. Entre ellas, el 36 por ciento indicó que no podría permitírselo económicamente, un 11 por ciento manifestó que tendría que reducir su jornada laboral y el 9 por ciento reconoció que supondría mucho sacrificio.
Con una tendencia a la baja que ha situado a las mujeres españolas como las segundas europeas que más tardan en tener su primer hijo, con una edad media de 31,1 años según Eurostat, escuchar las preocupaciones de las mujeres respecto a sus posibilidades reproductivas es fundamental para revertir la difícil situación de la natalidad en España.
España tiene una población muy envejecida
El ‘Informe de coyuntura demográfica 2021’ muestra cómo a finales de 2021, el 20 por ciento de la población de España tenía 65 años o más, porcentaje que ascendía al 22 por ciento entre los nacidos en nuestro país. Las personas con 80 años o más eran el 6 por ciento, porcentaje que subía al 7 por ciento entre los españoles autóctonos. La edad media de la población era de 44 años, y 46 los españoles autóctonos, 13 años más que al comienzo de la Transición (1976). En contraste, la población infantil y juvenil cada vez tiene menor peso en el total.
Cabe destacar que, desde 2011 hasta finales de 2021, la pérdida acumulada de españoles autóctonos por más muertes de españoles nativos que de nacimientos de madres españolas nativas habría llegado a casi 1,1 millones de personas. «Una merma acumulada tremenda, que no se dio ni siquiera como consecuencia de la última guerra civil», asevera Macarrón.
Y con menos españoles autóctonos
Asimismo, en los últimos diez años, la población de origen extranjero empadronada en España ha aumentado un 11 por ciento, aunque no en el caso de los europeos no españoles, que en este intervalo han mermado un 20 por ciento. Los asiáticos de origen son ahora un 24 por ciento más; los africanos, un 24 por ciento más; y los americanos, un 36 por ciento más (un 90 por ciento hispanoamericanos). «Son este último grupo, y en especial sus niños y jóvenes, quienes más deberían preocuparnos, porque de su integración social depende su futuro y el nuestro. Sin embargo, de sus sistemas de promoción, de su llegada a las universidades y de su evolución nadie parece preocuparse. No, desde luego, nuestro Estado», apunta el coordinador del Observatorio.
Y ese incremento ha ocurrido pese a que de 2012 hasta mediados de 2015 hubo cierta salida neta de España de inmigrantes a causa de la crisis económica, y a que las tasas de paro en España nunca han bajado de los dos dígitos. Y pese semejantes tasas de paro, una anomalía en el mundo desarrollado, viven ahora en España casi 1,3 millones más de inmigrantes nacidos fuera de Europa que hace diez años.
Marina Berrio
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