Aunque cada niño es un mundo, estos son cinco comportamientos muy extendidos que, si perseveramos, suelen cambiar con el tiempo.
La mente de un niño y de un adolescente no es igual que la de un adulto. Busca recompensas inmediatas y no está preparada para evaluar las consecuencias a largo plazo. Es normal que elijan el camino fácil y cómodo.
Parte de nuestra labor como padres consiste precisamente en ir modelando sus hábitos porque sabemos que, aunque les cuesten, son buenos para ellos. Y en general, suele funcionar, casi todos tienen el hábito adquirido cuando llegan a adultos.
No les gusta la verdura ni el pescado
Elegirían siempre dulces, hidratos y glutamato. Pero mantente firme porque los buenos hábitos se adquieren por repetición.
Hay niños que comen genial pero hay otros que nos quitan todas las energías en la mesa. Capaces de quitarle los guisantes a una ensaladilla rusa o colapsados porque el pescado tiene distinto color en algún lado. Lo cierto es que perseverar en una alimentación saludable, aunque para ellos y para nosotros sería mucho más sencillo darles lo que quisieran, no sólo garantiza que van a estar sanos ahora y en el futuro, sino que van a adquirir la costumbre de comer equilibrado aunque les cueste.
Leen sólo por obligación
Aunque algunos se enamoran de la lectura, a otros hay que perseguirlos y sólo leen lo que les mandan en el colegio.
Pero la inmensa mayoría descubrirá tarde o temprano el inmenso placer de la lectura. Lo que pasa es que lo harán a su debido tiempo, cuando sus cerebros estén preparados. Lo importante es hacer hábito y que todos los días lean un poco porque así se acostumbran a no tirar de pantallas y porque sólo el que lee se acaba enamorando de la lectura.
Nunca es buen momento para irse a la cama
Aunque los hay que caen rendidos poco después de cenar, a algunos, y más en la adolescencia, parece que se les activa el cerebro por la noche. Y sabemos que si no se acuestan, todo irá mal mañana.
Las rutinas repetidas todos los días, los horarios bastante marcados y con excepciones contadas con los dedos de las manos, el toque de queda para irse a dormir, son muy necesarios para que nuestros hijos descansen lo que necesitan pero a veces es una tortura conseguir que cumplan. Sin embargo, el cuerpo se les acaba acostumbrando y merece la pena seguir intentándolo porque una buena higiene del sueño les ahorra muchos problemas.
No aguantan la ropa “de domingo”
Si fuera por ellos, no se quitarían su ropa preferida. En el hábito de aprender a vestir bien para cada ocasión desarrollan la virtud de la prudencia.
A muchos niños les cuesta un mundo enfundarse por unas horas en una ropa un poco mas elegante porque tienen una comida familiar, una visita cultural o para el rato de ir a misa, por respeto. Siempre prefieren lo más cómodo o su outfit favorito. Pero una de nuestras tareas es educar su buen gusto porque eso también se aprende.
Les aburren las visitas culturales
Entre jugar y un museo, está claro lo que eligen. Pero la cultura en dosis adecuadas para su edad es el camino para que aprendan a amarla.
Es mucho más difícil que les guste el arte, la música o la arquitectura si, desde pequeños, no se lo hemos inculcado. Así que planear actividades culturales desde la infancia, adaptadas a su edad y como un motivo de celebración es una buena apuesta para que descubran el valor de la belleza.
María Solano Altaba
Directora de Hacer Familia
Profesora Universidad CEU SaN Pablo