Viajar es uno de los grandes momentos de la vida familiar. Creador de vínculos y recuerdos compartidos, fuente de aprendizaje y de tolerancia, diversión para todos y, también, un poco de esfuerzo (sobre todo para los padres). No en vano, según una encuesta realizada recientemente por la plataforma de viajes responsables Evaneos, aunque viajar en familia es una de las opciones más deseables (80%), los encuestados confiesan que viajar con niños puede ser muy estresante.
En cualquier caso, cualquiera que tenga hijos confirmará que viajar con ellos es siempre un placer y un deseo. Y las cifras demuestran que es una actividad que practicamos a menudo: según los datos de la plataforma de turismo de impacto un 22% de los grandes viajes realizados -hablamos de viajes generalmente al extranjero de una duración media de diez días- son en familia, frente a otros como los de pareja, en grupos de amigos o en solitario.
Los destinos preferidos por los españoles para conocer el mundo junto con sus hijos son diversos, pero siguen una tendencia clara. Marruecos sigue siendo el número uno, mientras que el segundo lugar ha pasado de Finlandia a Egipto en este último trimestre del año; y el tercero sigue siendo Costa Rica, compartiendo honor con Tailandia. “Cada vez más familias optan por destinos y rutas que no solo respeten el entorno natural, sino que también valoren y beneficien a las comunidades que nos reciben durante nuestras vacaciones”, comenta Viola Migliori, responsable del sur de Europa de Evaneos.
A su ritmo, pero sin pausa para disfrutar
Cuando viajamos con niños, eso sí, las actividades realizadas deben adaptarse a sus necesidades, gustos y capacidad. Las excursiones relacionadas con animales (santuarios o reservas) o con el entorno natural (de navegar en canoa por un río selvático a surfear dunas) suelen ser las más demandadas por estos pequeños viajeros, mientras que los entornos urbanos, siempre según esta plataforma de viajes, les resultan menos atractivos.
Para evitar problemas, quejas y ‘meaburros’ (aunque sean inevitables en momentos como las largas esperas o transportes) lo mejor es planear juntos el viaje. Aunque como padres pensemos que sabemos lo que es mejor para ellos, la sensación de dejarles elegir entre tal o cual actividad, o qué se hace un día concreto dentro de las opciones disponibles les hará estar más dispuestos a disfrutar, y aumenta la sensación de ilusión y anticipación incluso desde casa.
En cualquier caso, tengamos siempre en cuenta su edad y sus posibilidades físicas. Nadie quiere subir una montaña -por mucho que las vistas sean magníficas o la naturaleza alrededor impresionante- con un niño en brazos, ¿verdad? Por eso los expertos recomiendan rutas de no más de cuatro horas y evitar las actividades demasiado exigentes, ya habrá momento de hacerlas en un viaje posterior, cuando sean mayores.
En cuanto al equipaje, que debe ser ligero pero completo (desde botas de montaña a chanclas, pasando por camisetas ligeras, chubasqueros y alguna prenda de abrigo adicional), es importante incluir un pequeño botiquín para atender emergencias leves, como fiebre, malestar estomacal, picaduras de insectos o el propio sol -la crema solar es un must tanto en desierto, como en selva, por ejemplo-. Y otro kit de emergencia clave es el de los juegos de bolsillo: una baraja de cartas, unos dados cuentacuentos o un multijuego magnético les entretendrá en esos impasses que para ellos pueden hacerse enormemente tediosos.
Aunque, según Evaneos, el accesorio más importante es la paciencia. En viajes de este tipo a veces no se puede realizar lo planeado, hay que hacer cola o ‘guardia’ para ver un animal o una puesta de sol, y en esos casos, la flexibilidad para cambiar de tercio, irnos a descansar o a tomar un helado es tan importante como esa agenda llena de actividades que hemos planeado con tanto cuidado.
Lo mejor, para los cuidadores -y promotores de este tipo de vacaciones familiares- es contar con un receptivo o guía local que les acompañe en la aventura y dejarse aconsejar por ellos. Ellos tienen experiencia y están acostumbrados a gestionar las preferencias y necesidades de cada tipo de viajeros. Que el viaje sea inolvidable para todos es (un poco) cuestión de práctica, así que no privemos a nuestros hijos de ello.