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El juego: la clave para el bienestar en todas las etapas de la vida

el juego la clave para el bienestar en todas las etapas de la vida

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En una sociedad donde el estrés, la ansiedad o el agotamiento son problemas que cada vez afectan a más personas, incluso en los niños, surge una solución que parece olvidada en el bullicio en el que vivimos: el juego. El poder del juego para el desarrollo y bienestar mental (Palabra, 2024), nos invita a preguntarnos ¿y si la clave para tener una mente sana estuviera en algo tan simple como el juego?

Una actividad que a menudo asociamos con la infancia o consideramos una actividad trivial, el juego tiene muchos beneficios a nivel mental, físico y social. No se trata únicamente de niños corriendo en el parque, adultos y mayores también pueden encontrar disfrute en las actividades lúdicas. El juego es una actividad que puede ayudar a niños, adultos y mayores a recuperar el equilibrio emocional y mental. 

Estudios recientes han demostrado esta idea; jugar que no solo fomenta el desarrollo cognitivo y emocional de los más pequeños, sino que también es clave para combatir el estrés de los adultos y promover un envejecimiento activo en las personas mayores. Sin embargo, en este mundo hiperconectado y orientado hacia la productividad, algo tan sencillo y esencial como el juego ha sido olvidado o desvalorizado. El juego es un puente hacia la creatividad, la conexión emocional y el bienestar integral. No es solo una actividad inherente del ser humano, puede incluso cambiar la forma de relacionarnos con nosotros mismos y con el mundo. 

La esencia del juego

El juego nace de la necesidad de reforzar esos pensamientos positivos como la alegría. A diferencia de las obligaciones que generan tensiones y malestar. Como actividad libre y motivada, permite desconectar de las preocupaciones cotidianas y reconectar con nosotros mismos. Según el artículo 31 de la Convención sobre los Derechos del Niño de la ONU, jugar es un derecho fundamental para el desarrollo integral de los niños. Sin embargo, este derecho no debería limitarse solo a la infancia; el juego puede enriquecer todas las etapas de la vida.

El juego es un pilar fundamental en la infancia de los niños. Jugar con libertad les permite explorar el mundo, desarrollar la imaginación y las habilidades sociales. Los padres tienen un papel clave a la hora de crear un entorno seguro y alentador, en el que los juegos no estructurados, espontáneos sean los protagonistas. La clave en esta época está en respetar su creatividad y evitar imponerles normas o expectativas de rendimiento. 

Durante la adultez recuperar el juego puede parecer todo un reto, pero puede ayudar a contrarrestar el estrés y las obligaciones del día a día. Actividades como los juegos de mesa, los deportes o incluso los videojuegos ofrecen momentos de diversión. Pero también pueden ayudar a fortalecer las relaciones sociales, e incluso estimulan la creatividad. Dedicar tiempo al juego cuando somos adultos, incluso en pequeñas dosis puede marcar la diferencia. Encontrar una armonía entre la obligación y la devoción, entre el trabajo y el juego, es una parte fundamental.   

En las personas mayores, el juego se vuelve una actividad terapéutica que estimula el cerebro, mantiene la movilidad y fomenta la interacción social. Un envejecimiento activo, que refuerza el sentido de pertenencia y conexión con los demás. 

El secreto está en disfrutar del juego en cualquier etapa de la vida, eligiendo actividades que se adapten a nuestras capacidades y preferencias, darle un espacio al juego sin sentir culpa. El juego, no es una pérdida de tiempo, es una necesidad que nos ayuda a vivir el presente, cultivar relaciones significativas y mejorar nuestra salud mental. 

El secreto para disfrutar del juego en cualquier etapa de la vida radica en elegir actividades que se adapten a nuestras capacidades y preferencias personales, y en darle al juego un espacio sin sentir culpa. Lejos de ser un lujo o una pérdida de tiempo , el juego es una necesidad humana que nos ayuda a vivir el presente, cultivar relaciones significativas y mejorar nuestra salud mental. En un mundo que a menudo exige demasiado de nosotros, recuperar el juego no solo es un acto de autocuidado, sino también una forma de construir una vida más equilibrada, creativa y feliz.

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