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Trabajar la gratitud en medio de la desgracia

Trabajar la gratitud en medio de la desgracia

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En las muchas entrevistas que hemos visto estos días con supervivientes de la tragedia, la mayoría de ellos, aunque tristes por las pérdidas materiales, muestran su alegría por haber conservado la vida. Una catástrofe de la magnitud de la acaecida en el mediterráneo español pone sobre la mesa qué es importante y qué es secundario y nos ayuda a reflexionar sobre lo afortunados que somos. 

La gratitud como valor clave en tiempos de adversidad

En las conversaciones de café de las últimas semanas no se habla de otra cosa más que de las dramáticas consecuencias de las fuertes riadas que han asolado el sureste peninsular. Quien más quien menos, todos conocen una familia afectada. Cuando, a muchos kilómetros del lodo que ocupa todos los centímetros cuadrados disponibles, terminan de contar las novedades sobre la DANA, los que andan con los pies secos y calientes le dedican un minuto a dar gracias por lo que tienen. Porque, incluso en medio de la tragedia, se puede extraer una lección. como la de la gratitud. 

Los que lo han perdido todo pero conservan la vida, cifran ahí toda su esperanza. Los que han perdido a un ser querido, ansían el momento de darle sepultura para tener a quién rezar. Los que han perdido menos que sus vecinos, se vuelcan para ayudarlos aunque su situación no sea sencilla. Los que estamos muy lejos de Valencia, tomamos conciencia de lo maravillosa que es la normalidad. 

La gratitud es un valor fundamental en la educación de las personas. Y los niños y adolescentes de nuestras familias lo van a experimentar en este tiempo de especial tribulación. Sólo con que, a través de nuestro ejemplo, les mostremos, mediante pequeños detalles, que no debemos dar nada por supuesto, estaremos enseñándoles a ser agradecidos por los dones recibidos. 

Aprender a valorar la normalidad y los pequeños detalles

La gratitud tiene su contagio inmediato en la alegría. El que se sabe bendecido vive con más generosidad hacia los demás, menos soberbia, más desapego hacia lo material, más austeridad, para limitar el gasto a lo imprescindible. Todos estos elementos facilitan el ser agradecidos con lo que tenemos y lo que hemos podido lograr, y no protestar por lo que no tenemos ni vamos a tener. 

Esta actitud antes la vida no sólo hará más felices a nuestros hijos, puesto que necesitarán menos para estar contentos y valorarán más lo que han recibido, sino que también les ayudará a desarrollar otros valores con los que pondrán en práctica su empatía con los demás. Por eso, en estos días, al abrir un grifo y ver que sale agua, limpia, fría o caliente, según la pidamos, podemos dedicarle unos minutos a dar las gracias y a pedir por los que más lo necesitan. 

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