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Cómo enseñar a nuestros hijos a actuar de forma correcta

Cómo enseñar a nuestros hijos a actuar de forma correcta

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Dice el refrán que nadie escarmienta en cabeza ajena, pero trasladar las enseñanzas en valores a nuestros hijos a través de lo que pasa alrededor y no esperar a que les pase a ellos, tiene una doble ganancia: les ayuda a diferenciar lo correcto de lo incorrecto y, además, salvaguarda su autoestima. 

Por qué es crucial enseñarles a nuestros hijos a actuar de forma correcta

Muchos de los errores cometidos por nuestros hijos tienen que ver con el hecho de que se enfrentaban por primera vez a una situación y en su cerebro no encontraron mejor recurso que el que aplicaron para solventarla, sin darse cuenta de las consecuencias, puesto que apenas conocían las causas, y sin un “plan B” para actuar. 

Los padres tenemos el deber de enseñarles la manera correcta de comportarse porque ese proceso que los lleva desde la cuna a su independencia en la madurez consiste, en gran medida, en mostrarles cómo actuar en cada situación tras haber sido capaces de distinguir el bien del mal para poder decantarse por la opción más adecuada. 

No es un proceso sencillo. Las situaciones correctas e incorrectas en la vida, los puntos de inflexión, los cruces de caminos, no vienen descritos como las recetas de un libro de cocina o los capítulos de un manual de cualquier asignatura de colegio. Simplemente, van surgiendo. 

El problema es que, como suelen enfrentarse a situaciones incómodas muy a menudo, y no siempre van a tomar la decisión adecuada, puede llegar a dar la impresión de que estamos todo el rato corrigiéndolos. Cuando los niños son pequeños, admiten bien esas correcciones. Es la manera en la que aprenden a andar, a hablar, a comer de manera autónoma, entre otras muchas destrezas. Pero a medida que van creciendo, si todo son correcciones, podemos estar mermando su autoestima sin quererlo.

Para evitar que eso suceda, la primera estrategia es alabar los progresos y las habilidades mucho más de lo que se critican los desaciertos. De lo contrario, tendrán la sensación de que “todo” lo hacen mal cuando en realidad hacen bien “la mayoría” de las cosas. 

La segunda estrategia es prevenir los problemas que sabemos suelen llegar, los errores más habituales entre adolescentes y jóvenes, y adelantarse refiriéndose a algún caso para que, de esa manera, escarmienten en cabeza ajena y se ahorren que tengamos que corregirles cuando llegue el momento. Aunque el refrán diga que nadie escarmienta en cabeza ajena, la realidad es que ayuda mucho entender qué está bien y qué está mal para actuar de manera correcta cuando se ven en una situación similar.

La socialización mediática: usando el ejemplo de la vida diaria para educar en valores

No hace falta que utilicemos casos reales o cercanos. De lo contrario, podemos dar la impresión de estar juzgando permanentemente a los demás, y no es ese el valor que queremos transmitir a nuestros hijos. Basta con que utilicemos ejemplos en el día a día procedentes de cualquier fuente, como las noticias. 

De hecho, hasta hace no muchos años, con la irrupción del fenómeno multipantalla, era muy habitual que las familias compartieran el tiempo de ver las noticias en la televisión. En esos momentos se producía lo que se llama “socialización mediática”, un proceso por el cual los niños y adolescentes van ingresando en la vida adulta porque aprenden a decodificarla en función de los mensajes que les dan sus padres para comprender lo que es correcto y lo que es incorrecto. 

Por ejemplo, si un borracho provoca un accidente con varios muertos, será una vía para que nuestros hijos comprendan las peligrosas consecuencias de conducir bajo los efectos del alcohol. Si escuchamos la historia de una joven valiente que decide no abortar, también podremos aportar, desde la lejanía, pero con importante impacto en su formación en valores, una noción de lo bueno que es defender la vida en toda circunstancia. 

Para esta socialización tan necesaria, también nos sirve la ficción y el entretenimiento. Las películas y las series suelen abordar temas complejos y llevados al extremo que son poco habituales en la vida real. Nos permiten reflexionar sobre cuestiones que son demasiado infrecuentes para que las tratemos en el ámbito más cercano. 

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