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Kiruca Utrera y los retos que enfrentan hoy los padres

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Si bien hemos destacado muchas de las grandes frases que Kiruca Utrera (orientadora, pedagoga y asesora) nos ha regalado en esta entrevista, brilla en la que menciona que la prisa que a los padres no nos deja escuchar la historia que nuestros hijos nos querrían contar. No nos perdemos, por tanto, la que nos narra ella en su libro ‘lo que no te han contado sobre tu hijo y te gustaría saber’.

Los mayores retos para los padres de hoy en día

¿Cuáles son los mayores retos a los que se enfrentan los padres hoy?

Para mí son varios los retos a los que nos enfrentamos y entre ellos destacaría, la capacidad de empatizar con nuestros hijos en su nueva manera de relacionarse. Es de la que nosotros no hemos tenido experiencia ninguna. Por otra parte, otro reto importante es conseguir mantener la ilusión y el respeto por aprender en un mundo donde los adolescentes ven que todo se sabe a golpe de clic. Otro gran reto: formar a nuestros hijos enseñándoles a no huir del sufrimiento, sino entender que el camino hacia la auténtica felicidad es aprender a darle cabida y un sentido para nuestra vida. 

Destaco en el libro que me gustaría que cada padre y cada madre, vean la educación de sus hijos como el proyecto personal más importante de sus vidas y les animo a pensar en que cuando profesionalmente tienes un proyecto importante y que te apasiona, no dejas que las cosas vayan surgiendo sobre la marcha para evitar disgustos… Por eso es bueno no educar sobre la marcha…

Siguiendo tu estela, muchas veces escucho a padres decirles a los niños “estás tonto”, “eres una cría” a una adolescente, o intercalar insultos en demandas o quejas. ¿Qué opinas de esta forma de dirigirse a ellos? ¿Cómo les afecta?

Si, yo también lo escucho y me impacta. Pienso instantáneamente que si esa persona se viera desde fuera no lo haría. En ese momento se encuentra dentro del foco de la emoción predominante en ese instante, ya sea ira, miedo, ansiedad por la prisa, frustración… y su cerebro racional no controla del todo sus palabras. Les afecta muchísimo, más de lo que nos podamos llegar a imaginar, pero eso no es lo más peligroso. Lo necesario es saber ver cómo les ha afectado (a veces no lo muestran o dan señales contradictorias) y descubrir cómo lo han interpretado, ya que a partir de esa interpretación se van construyendo su propia personalidad y lo más importante, se construye su relación con ese adulto. 

Como ejemplo, podría contarte que hay muchos niños y sobre todo niñas, que realizan la siguiente ecuación. Si saco buenas notas mis padres me van a querer más que si saco malas notas. Esto es real y se encuentra mucho más de lo que uno pueda imaginar. 

Se habla mucho de autoestima, pero menos del autoconcepto, ¿cómo influye este factor? 

Yo tuve la suerte de tener a una de las mejores profesoras de psicología educativa, Dra. Maica González (UNAV) que explica a la perfección en su libro la motivación académica en el que desgrana todos los factores que influyen de manera decisiva en la Motivación. En mi opinión, cuando nos centramos tanto en hablar de autoestima, nos estamos ciñendo demasiado a un solo concepto para “solucionar” algo mucho más complejo. 

Según González, la literatura del auto concepto ha estacado siempre el poder motivador, no solo de las percepciones de autoeficacia y competencia del sujeto, sino también las imágenes ideales o posibles que las personas tienen de lo que podrían llegar a ser. Parece que la autoestima como término está más de moda, ya que estamos en un mundo donde se le da mucha importancia a “cómo nos sintamos”. 

Para mí, la autoestima es importante, pero viene respaldada por un buen auto concepto. El concepto, tanto previo como futuro de nuestra capacidad y/o éxito, la interpretación y como he comentado antes, el sentido que le demos a lo que nos pasa, es la clave para ver la vida de una manera equilibrada y con una autoestima que no se quiebra al mínimo bache o inconveniente. Así es como realmente trabajo yo este aspecto tan necesario en el alumnado y donde realmente aprecio resultados y cambios positivos destacables. 

Sé que la autoestima es fundamental y, de hecho, comienzo con este tema en el primer capítulo del libro. La pongo en primer lugar, porque sin ella o con una autoestima dañada es aún más difícil enfrentarse como niños y adolescentes a los problemas de hoy en día; a la hora de salir de un problema no basta con una buena autoestima se necesita, como digo siempre una alta dosis de determinación y paciencia y un buen auto concepto que se convierta en motor para incentivar la mejor conducta. 

Enseñar a valorar el proceso del aprendizaje

Haces referencia a un concepto que has llamado ‘la cultura de la desresponsabilidad’, ¿crees que está en alza? 

Sí, sin duda. Cada vez me encuentro más niños, adolescentes y no tan niños, que se aferran a la razón por encima de cualquier diálogo. Por otra parte, tienen la costumbre de despreciar la culpa por sistema y no quieren nunca saber de ella. Me parece una “enfermedad” si se me permite el termino, incipiente. Es el afán por agradar llevado al extremo, la inseguridad escondida que no permite al sujeto con señorío decir, “disculpe”, “tiene usted razón” o “la culpa es mía, lo siento”.

Creo esa cultura de la desresponsabilidad tiene mucho que ver, sin saberlo, con la dificultad del ser humano para pedir perdón. No se trata de pedir perdón por todo, sin más, ya que esto devalúa el acto, sino de reconocer donde está el error para poder subsanarlo y, como consecuencia, se descubre que hay implicados y se pide perdón. 

Me ha gustado cómo titulabas el apartado Mi reino por un like, ¿sabemos los padres educar una autoestima en el mundo virtual?

“Mi reino por un like” … para mí este epígrafe lo dice todo. Los padres podemos aconsejar, podemos acompañar en el uso de las redes y sopesar con ellos cuánto de verdad hay en un comentario virtual y la diferencia que existe este este comentario y uno realizado directamente en persona. Es importante que les enseñemos esta diferencia ya que ellos han vivido siempre esta manera de relacionarse y les cuesta mucho más apreciarla.

Asimismo, en mi opinión, no existe una autoestima en el mundo virtual, pero para los niños y los adolescentes sí. El peligro está cuando esa autoestima que tanto ellos como sus padres apreciaban como buena, un día se derrumba tan solo por un comentario. Sí que en ese momento entra nuestra labor como educadores. Casa es el lugar donde uno aprende a ser como es y a que le quieran por ser quién es, no como es. Es importante enseñar a nuestros hijos la importancia de la incondicionalidad, no a base de regalos o diálogos y permisos, sino a través de repetir que no se ama más lo que es más perfecto sino lo que es. Lo auténtico. Y así aprenden a entender también el valor de la sinceridad. 

El pesimismo arraiga en la persona y configura su forma de ser, ¿es algo que obviamos en la educación, por qué no le damos importancia?

Creo que no es algo que obviemos en la educación. Sí que es verdad que quizá no se ha defendido de manera más rotunda la idea de que el pesimismo en un niño es preocupante y que, sin duda, si no se remedia, de adulto le afectará seguramente a su convivencia y por consiguiente a su felicidad. Esto es grave y, sobre todo, cuando se podía haber evitado. Ahora vemos muchos niños dispersos, inquietos, pero no quizá destacan por encima de los tristes, pesimistas o gruñones porque estos últimos disfrazan esta forma de ser con una ligera capa de normalidad. 

Es quizá por este motivo, porque en muchos casos, no se detecta o se detecta solo cuando la persona se deja ver y entiende que esa manera de ser puede no ser la definitiva. Al menos así lo veo yo en mi día a día. Todos queremos ver las cosas con un prisma positivo, pero a veces es difícil, sobre todo cuando las situaciones son muy complejas y dolorosas. Lo más gratificante es cuando enseñas la capacidad de ver lo positivo de lo que les pasa, aunque en las situaciones más difíciles y poco a poco salen del agujero y van aprendiendo ellos mismos a cambiar su filtro. 

La importancia de la paciencia y la determinación en la educación emocional

¿Cuál es la mayor diferencia entre el mundo adulto y el infantil que debamos entender?

Las diferencias son todas, pero sobre todo destacaría la edad y lo que es pertinente de cada etapa. Es decir, el que es niño tiene una corta edad y por tanto no ha vivido ni tiene que aprender, ser testigo o presenciar nada que no corresponda con su etapa. Hacerlo, aunque lo piensan algunos padres, no les va a hacer más inteligentes o más espabilados para la vida que el resto de sus compañeros. La vida y sus dificultades ya tiene los suficientes estímulos de por sí para ir haciendo madurar a los niños a su ritmo. 

Hoy en día los adultos tienen una necesidad frenética de que los niños crezcan y van quemando etapas muy rápido. Esto añadido a que los niños siempre han querido crecer a acelerado el proceso y a acortado la infancia. Esto lo vemos todos. Yo lo que reivindico es a alargar la infancia el máximo de tiempo que se pueda y así, cuanto más moderada es la velocidad en la infancia menos brusco es el choque en la adolescencia y tanto padres como hijos, tienen mayores oportunidades de llevarlo mejor.

Yo suelo decir a menudo “el ser humano se pasa media vida queriendo parecer mayor y la otra media intentando parecer más joven” … Cuando me encuentro con alguno que tiene mucha prisa por vivir, esto siempre les hace reír, pensar y les ayuda a frenar un poco esa ansia por conquistar ese mundo adulto a toda costa. 

¿Cómo se relaciona el trato que damos a los niños con el que prestamos a la gente mayor? 

Creo que tanto en una como en otra dirección la relación, el nexo, está en la generación central. Los que llevan el cuidado de los pequeños y de los mayores al mismo tiempo y además tienen responsabilidades profesionales y familiares. 

Para que se desarrolle una relación optima y equilibrada entre ellos, para mí lo fundamental es conseguir poner bien el eje del ser. La valía del ser. El hombre no es más ni por lo que tiene, ni por lo que consigue, ni incluso por lo que sabe. Si no porque es. Si conseguimos transmitir esta idea con fuerza a los que forman o formarán parte de esa generación central la relación tanto en una dirección como en otra será de amor incondicional y de respeto. Y tanto en una dirección como en la otra debe haber en mi opinión una relación de admiración muy enriquecedora. 

Soy una apasionada del aprendizaje, en mi trabajo saben que me encanta aprender y esta es seguramente una de mis mayores “armas” a la hora de mejorar el rendimiento escolar de muchos alumnos, de ayudarles a brillar y sacar lo mejor de sí mismos. Quiero decir con esto que, estemos en la etapa de la vida que estemos siempre podemos aprender mucho de los demás. De los más pequeños la capacidad de asombro y su tenacidad a la hora de conseguir lo que quieren sin rendirse ante nada. De los mayores, la admiración por una vida vivida de la que tienen mucho que aportar y poco espacio para destacar. Y siempre es tiempo de empezar

Obediencia y autoridad, ¿hay una fina línea que separa estos conceptos?

Si, efectivamente, podríamos expresarlo así. Hay una línea muy fina, ya que toda autoridad conlleva una obediencia, pero una falta de obediencia no tiene por qué acabar con la autoridad. Si la autoridad está bien entendida y esta ejercida desde la humildad y no desde la soberbia, las faltas de obediencia se entienden mejor y, por lo tanto, se pueden convertir no en problemas de autoridad sino en problemas de otro tipo. Si el problema es de comprensión, de percepción, de bloqueo afectivo, de dispersión, de temor, y no es de obediencia, entonces porque intentar resolverlo a “fuerza” de autoridad. Ni eso es finalmente autoridad, ni lo otro problema de obediencia. 

¿Qué opinas cuando se cede ante las llamadas de atención o chantajes por miedo a que dejen de querernos o nos vean como los “malos”?

Mi opinión sincera es que es la táctica más antigua para conseguir algo. Acoso y derribo. Para ver el lado positivo, siempre pienso que el niño o niña en cuestión bien encauzado será una persona tenaz, pero la factura que pasa esa dinámica en la relación afectiva y en el aprendizaje de la dinámica de la vida es muy poco beneficiosa para ambas partes.  Creo que desgasta mucho la relación paterna/materno filial, si se instaura como dinámica habitual para conseguir las cosas. 

Además, estamos dando una idea errónea de lo que es ser “malo”.  Educamos cuando negamos algo a nuestros hijos con un buen criterio y el fundamento de que somos las personas que más las quieren y por lo tanto quieren lo mejor para ellos.  Se hacen conscientes de que el autocontrol se puede educar y es muy satisfactorio para ellos cuando lo descubren. 

¿Por qué la prisa es enemiga de la ilusión en los hijos?

La prisa… Tenemos que aprender a llevarnos bien con la prisa. Aquí los puntuales llevan ventaja. Al medir mejor los tiempos, la prisa no es tan protagonista en sus vidas y se puede disfrutar de todos y cada uno de los momentos.  El carácter reflexivo, y que disfruta con las cosas muy pequeñas también, es muy buen amigo de la ilusión en los niños. La vida de la prisa no te deja que escuches la historia entera que tu hijo te querría contar, no te deja que se ponga ahora a cocinar con el juego de chocolate o las pinturas de acuarela, para pararse a ver como una hoja está navegando en un charco… Es verdad que se necesita tiempo para todo, pero como el buen lector, si el libro te gusta, se encuentra.  

En tu experiencia como orientadora, ¿cómo de destacable es el efecto que las pantallas ejercen en niños y adolescentes? ¿Qué has observado en comparación a un tiempo atrás?

Sé que se ha escrito mucho sobre este tema, pero creo que nunca será suficiente. Solo tenemos que mirarnos a nosotros mismos, solo tenemos que subirnos al metro o al autobús. ¿Qué ha cambiado? Todo ha cambiado. Sí. En mi opinión el efecto que ejercen las pantallas en niños y adolescentes es muy grande, tanto que en el centro escolar se llega a notar, sin tener noticias y sin verlo, cuando un alumno acaba de recibir un móvil por primera vez. 

Con respecto a tiempo atrás, me gusta explicar que, cuando estaba estudiando en la universidad, vivimos con entusiasmo el boom americano de “Baby Einstein”. Muchas corrientes de estimulación temprana se empezaban a emplear no solo para personas con discapacidad sino para hacer crecer la inteligencia de tu bebe al máximo. Surgieron en ese momento numerosas corrientes para estimular, como la de aprender a tocar el violín como complemento a la formación escolar.

En ese contexto, yo pensaba y calculaba que cuando llegara mi momento como profesional, todos los colegios estarían llenos de pequeños seres súper inteligentes, que habrían desarrollado de manera prodigiosa todos sus talentos desde la más temprana infancia. Cuál fue mi sorpresa, que cuando llegué y empecé mi carrera en el mundo escolar, la oleada era en una gran mayoría, de niños y adolescentes con déficit de atención e hiperactividad. Esta fue la gran diferencia que me encontré. Y fui hilando cabos… La estimulación es buena, la sobre estimulación no. Si un aparato se ha concebido para estimular, atraer y enganchar, y nos acostumbramos a él, ¿cómo afrontamos después una clase de filosofía de 55 minutos o peor aún un largometraje de 1h y 20m? Ahí está nuestro reto. 

Mencionas al final del libro la técnica de salirnos del foco y pasar a ser espectadores, ¿qué beneficio nos aporta?

Todo. La mejor terapia que podemos hacer y enseñar a nuestros hijos es a que aprendan a ver los problemas desde fuera, enseñándoles a mirar con serenidad.  Ven que las mejores decisiones, son las que se toman con objetividad. Y de este modo son también, más equilibradas y justas. 

Quiero añadir, que con esta técnica no solo me refiero a la necesidad de descubrir el problema desde fuera, que es algo que se ha recomendado desde siempre, sino a sabernos vistos, mirados desde fuera. Este es para mí el punto más interesante de salirnos del foco. Sabernos mirados. 

Si nos damos cuenta, hay un efecto en nuestro comportamiento muy sutil cuando estamos solos realizando cualquier actividad y de repente nos sentimos acompañados. El efecto se multiplica si estamos dos personas hablando o interactuando y aparece una tercera que nos es desconocida pero que está presente y escucha. 

En todo el tiempo que he estado trabajando en el libro, se ha confirmado mi sospecha, El efecto de sentirse mirados cuando se está educando es inmenso, siempre positivo y redunda en el beneficio tanto del que educa como del que es educado. Os animo a probarlo.

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