Categorías:

Redescubrir lo que nos enamora del otro

Tabla de contenidos

Cuando llega el verano, intentamos prestarle atención al cuidado de los detalles en el matrimonio, a compartir tiempo de calidad con el otro, a hacer algún plan ilusionante imposible durante el curso y a organizar escapadas románticas. Pero aún más importante es dedicarle un rato a redescubrir lo que nos enamora del otro.

Cuando leemos artículos sobre cómo revitalizar el amor en el matrimonio en verano, a veces caemos en el error de pensar que nos tiene que ocurrir algo muy especial, que los dos debemos cambiar y esforzarnos para que todo sea más fácil, que necesitamos un tiempo exclusivo y una vivencia inolvidable para que podamos volver a enamorarnos. Pero lo cierto es que no hace falta buscar en lo que no hay. Basta con concentrarse en lo mucho que ya compartimos.

Hacer memoria es importante porque a veces se diluye lo que más nos gusta de la otra persona en un «día a día» demasiado procedimental que casi consiste en darse el relevo en las tareas del hogar y la crianza de los hijos. Pero sigue ahí lo que nos enamoró en un primer momento: ese sentido del humor, esa forma de ser tan especial, ese complemento perfecto a lo que somos. Es momento de recuperarlo. Además, aunque tendamos a perdernos en las muchas contrariedades sobrevenidas que nos depara cada jornada, con el paso de los años hemos descubierto nuevas características de nuestra paraje que nos asombran. Hagamos hincapié en ellas. Por ejemplo, si organizan de maravilla los menús semanales o no les importa dedicar muchas horas a traer y llevar niños. Si nos fijamos en las fortalezas, redescubrimos al otro.

Para poder recuperar esos aspectos que ya existen, aunque tapados con una vida cotidiana que nos atosiga, merece la pena prestarle atención al otro, atención sincera, escucha, comprensión, cercanía. No se trata de hacer malabares y encontrar un momento mágico y caro del que no disponemos, sino más bien de aprovechar pequeños momentos en los que ya estamos juntos: desde un largo viaje en coche con los niños dormidos o jugando detrás hasta el rato que preparamos la comida.

La realidad existe cuando se verbaliza, por eso es bueno decir lo bueno. Además, solemos ser muy cargantes en la corrección de los errores, pero poco obsequiosos con lo que los demás hacen bien. Y si además, lo ensalzamos delante de los demás, esos vínculos de unión se van fortaleciendo. Nada une más al matrimonio que verse reconocido por lo que el uno dice del otro delante de los demás.

Y lo más importante en ese redescubrirse es dejarse embelesar por el otro, mirarlo un rato, en silencio, que «nos pille», descubrir desde la barrera todas esas virtudes que lo adornan y que superan con creces todos esos defectos que nosotros también tenemos.

 

Otros artículos interesantes