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Juegos Olímpicos: todos los valores que aprendemos con el deporte

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Arrancan los Juegos Olímpicos de París y nos prometen muchas horas de entretenimiento que podemos disfrutar en familia. El deporte inculca valores a nuestros hijos que les serán de máxima utilidad para la vida.

Resiliencia.

Uno de los aspectos clave para la salud mental que más se ha trabajado en los últimos años es el de la capacidad de resiliencia, que no es la resistencia física o mental sino la disposición para recuperarnos ante las adversidades sobrevenidas, es decir, que la frustración no impacte negativamente sobre nosotros. La resiliencia está especialmente presente en las actividades deportivas porque las victorias no se dan por hecho, porque hay que saber encajar malos resultados y malos días y sobreponerse a ellos y porque ayuda a centrar el foco en el trabajo más que en el resultado.

Sacrificio.

A veces tenemos la falsa impresión de que los deportistas de élite llevan una vida llena de comodidades. Nada más lejos de la realidad. Lo que se ve en los días previos a los Juegos Olímpicos y los días de competición es que el día a día de estos deportistas no es sencillo: están solos, lejos de sus familias, en residencias que distan mucho de ser ideales, con jornadas muy duras de entrenamiento, concentrados al máximo cuando el resto del mundo se dedica a disfrutar, con una enorme presión para alcanzar los mejores resultados. Ese sacrificio es encomiable.

Constancia.

Si el campeón del mundo, preparado para ser también campeón olímpico en su disciplina, dejara de entrenar un solo día de su vida, dejaría de ser también campeón del mundo. El deporte es un ejemplo perfecto para explicar a nuestros hijos que el éxito depende en mucha mayor medida del trabajo constante y abnegado que de la suerte o de la predisposición. Las capacidades que sitúan a alguien en el olimpo del deporte no sirven de nada si no van acompañadas de una constancia encomiable. Compañerismo. El ejemplo de compañerismo y camaradería que se ve en las competiciones deportivas es una fuente de valores para nuestros hijos porque comprueban cómo la relación es excelente no sólo entre los miembros de una delegación sino también con personas de distintos países con las que se compite directamente. Este valor del juego en el que la amistad está por encima de la victoria y las derrotas son alegrías por la victoria ajena nos dan la oportunidad de trabajar valores clave en la educación de nuestros hijos.

Discreción.

Estamos acostumbrados a disfrutar de deportes con grandes estrellas mediáticas, como el fútbol, el tenis o la fórmula 1. Los Juegos Olímpicos tienen la virtud de traer a nuestras casas deportes minoritarios en los que verdaderos héroes de cada disciplina tienen que compatibilizar sus entrenamientos con otros trabajos para poder subsistir y son desconocidos para la mayor parte de la población. En un mundo tan mediático, es un valor en alza que triunfe una persona que no es famosa ni tiene la vida resuelta. Y eso se ve muy fácilmente en deportes minoritarios que sólo tenemos la oportunidad de disfrutar durante las Olimpiadas.

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