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El escándalo de la venta de datos del iris por un puñado de criptomonedas

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Una conocida empresa de tecnología, desarrolladora de varios productos de inteligencia artificial, está ofreciendo una pequeña cantidad de dinero en criptomonedas «gratis» a cambio de la información biométrica del iris del usuario.

Ceder datos personales tan sensibles como el iris, el reconocimiento facial o la huella dactilar puede poner en peligro nuestra seguridad futura. ¿Merece la pena por un puñado de criptomonedas? Cientos de miles de personas en el mundo, muchas jóvenes, han considerado que sí. Estas son las razones por las que es extremadamente peligroso.

El gran riesgo de los datos que cedemos constantemente a otras empresas para acceder a determinados servicios no es lo que hoy puedan hacer esas compañías con ellos, sino lo que el día de mañana puedan hacer otras, malintencionadas, si se hacen con ellos. Que una menor de edad suba imágenes y comentarios en una red social puede no tener consecuencias inmediatas, pero si un hacker roba esos datos, los puede utilizar con fines inadecuados en otro lugar.

Este es el punto de partida adecuado para comprender lo que ha ocurrido en las últimas semanas en ciudades de buena parte del mundo cuando colas interminables se agolpaban ante las eventuales oficinas de una conocida multinacional tecnológica que ofrecía a cualquier persona una pequeña suma de dinero (unos 60€) en criptomonedas a cambio de dejarse escanear el iris y conservar esos datos biométricos únicos de cada usuario. La empresa de criptomonedas se ampara en que la solicitud del escaneo de ojo es una medida para garantizar la máxima seguridad en las operaciones. El cliente se identifica una vez con un marcador único e intransferible y así no puede haber problemas de seguridad.

Datos del iris, una llave de seguridad de alto nivel

Si bien es cierto que los datos biométricos representan una llave de seguridad del más alto nivel, también conviene plantearse hasta qué punto es necesario conceder a una empresa de criptomonedas el almacenamiento y la custodia de un dato tan sensible. Hay otras vías de autenticación que se usan de manera habitual y consiguen estándares de seguridad muy elevados, como la autenticación de doble factor que utilizamos cuando operamos en banca online: una primera clave en el ordenador y una segunda que nos envían al móvil que tienen registrado, por ejemplo. O un reconocimiento facial en el teléfono móvil y un código de seis dígitos que introducir en otro dispositivo.

Que un banco de criptomonedas haya solicitado el dato biométrico del iris a sus futuros usuarios a cambio de una pequeña cantidad en sus cuentas, tiene de especial que es un dato demasiado sensible para el nivel de protección que requiere la transacción. Incluso si suponemos la buena fe de la empresa solicitante, ahora esos datos están en sus manos. Tanto si la empresa quisiera hacer un uso fraudulento como si es atacada y le roban esos datos, habrá puesto en riesgo la seguridad de los clientes de manera innecesaria.

Conviene recordar a todas las personas de nuestra familia (las estafas digitales afectan a personas de cualquier edad), que en el entorno digital, cualquier servicio que nos dan de manera aparentemente gratuita, está quedándose con nuestros datos para obtener de ellos rendimiento económico. Si una empresa regala un puñado de criptomonedas por quedarse con la imagen biométrica del iris de sus usuarios es porque ese dato es más valioso para ellos que el puñado de criptomonedas con que lo han pagado.

María Solano Altaba. Directora de la revista Hacer Familia. Profesora de la Universidad CEU San Pablo

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