La llegada de un nuevo hermanito a la familia es un acontecimiento emocionante y lleno de alegría en la vida. Sin embargo, también puede ser un período de ajuste y adaptación, tanto para los padres como para el hijo mayor.
Una de las claves para que esta transición tenga éxito es entender que no tenemos un hijo mayor y otro pequeño, sino dos hijos pequeños. Entender la importancia de este enfoque en la dinámica familiar puede fomentar una relación fuerte y saludable entre hermanos.
El mito del hermano mayor y el hermano pequeño
Con demasiada frecuencia, las familias caen en la trampa de considerar al hijo mayor como el «hermano mayor» y al recién nacido como el «hermano pequeño». Esta etiqueta puede llevar a una serie de problemas en la dinámica familiar.
Las relaciones familiares inevitablemente van a cambiar. Como comentan los psicólgos Alberto Soler y Concepción Roger en su libro La gran guía de la crianza (Paidós) «este cambio, que es natural, puede llevar a una reorganización de vínculos y complicidades dentro de la familia: los mayores probablemente empiecen a demandar más al padre para jugar, dormir, etc al ver que la madre está más volcada en el cuidado del bebé».
Y añaden que es importante «no perder de vidata que desde que nace el bebé no tenéis un hijo mayor y otro pequeño. Tenéis dos hijos pequeños, uno pequeño y otro que es más pequeño todavía. No hagáis madurar a la fuerza al primero simplemente porque haya nacido su hermano. Sigue teniendo unas necesidades que debéis atender (obviamente nos referimos con esto a hermanos que se llevan pocos años)».
El hermano mayor podría sentirse presionado para asumir un rol de responsabilidad excesiva o celos hacia el nuevo bebé, mientras que el hermano pequeño podría percibirse como menos importante o incluso como una especie de «intruso» en la familia.
La importancia de tratar a ambos hijos por igual
Para garantizar una transición suave y saludable, es esencial que los padres traten a ambos hijos de manera equitativa y con amor. Estas son algunas pautas importantes a considerar con la llegada de un hermanito a la familia:
Evitar comparaciones. No se debe comparar a los niños en términos de logros, comportamiento o desarrollo. Cada niño es único y merece ser valorado por sus propias cualidades.
Tiempo individual. Asegurarse de pasar tiempo individual de calidad con cada uno de los hijos. Esto les permite sentirse especiales y amados.
Involucrar al hermano mayor. Incluir al hermano mayor en las tareas y cuidado del bebé, siempre que sea apropiado. Esto puede fomentar un sentido de responsabilidad y orgullo en su nuevo rol.
Fomentar la comunicación. Ayudar a los niños a expresar sus sentimientos y preocupaciones en lugar de reprimirlos. Esto les permite comprender y manejar mejor sus emociones.
Beneficios de entender que tenemos dos hijos pequeños
Entender que no tenemos un mayor y otro pequeño, sino dos hijos pequeños, tiene una serie de beneficios significativos:
1. Fomenta una relación más cercana. Cuando se trata a ambos hijos por igual, se promueve una relación más cercana y armoniosa entre hermanos.
2. Fortalece la autoestima. Los niños que se sienten valorados e importantes en igual medida desarrollan una autoestima más fuerte.
3. Minimiza los celos. Al evitar comparaciones y tratar a ambos hijos de manera justa, se reducen las tensiones y los celos entre hermanos.
4. Promueve una dinámica familiar saludable. Esta actitud establece las bases para una dinámica familiar basada en el amor, el respeto y la igualdad.
La llegada de un nuevo hermanito es un emocionante capítulo en la vida de una familia, y es importante abordarlo con sensibilidad y amor. Entender que no tenemos un hijo mayor y otro pequeño, sino dos hijos pequeños, es esencial para fomentar una relación sólida y saludable entre hermanos. Al tratar a ambos hijos por igual, los padres contribuyen al bienestar emocional de sus hijos y establecen las bases para una dinámica familiar armoniosa y amorosa.
Marisol Nuevo Espín
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