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Alterar las rutinas de los niños en verano: debate entre padres y educadores

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La cuestión de si es bueno o malo alterar las rutinas y costumbres de los niños durante el verano es un tema que suscita un debate interesante entre padres, educadores y expertos en desarrollo infantil. No existe una respuesta definitiva, ya que depende en gran medida de varios factores, incluyendo la personalidad del niño, las necesidades de la familia y los objetivos educativos. 

En estas vacaciones, muchos padres se cuestionan si están tomando decisiones correctas al alterar las rutinas y hábitos, al igual que persisten los esfuerzos para brindar a nuestros hijos infancias similares a las nuestras o a las que hubiéramos deseado, llenas de recuerdos compartidos con los adultos que nos acompañaban en aquel entonces.

A continuación, vamos a explorar algunos de los argumentos a favor y en contra de alterar las rutinas durante la temporada estival.

A favor de alterar las rutinas de los niños en verano

Descanso y relajación: El verano es un momento para desconectar y recargar energías. Alterar las rutinas puede permitir a los niños relajarse, dormir más, y liberarse del estrés escolar y las obligaciones diarias.

Exploración y descubrimiento: El verano ofrece oportunidades únicas para explorar nuevos intereses y actividades. Al alterar las rutinas, los niños pueden participar en campamentos, talleres y experiencias que fomenten su creatividad y habilidades sociales.

Flexibilidad: La adaptabilidad es una habilidad valiosa en la vida. Modificar las rutinas en verano puede enseñar a los niños a ajustarse a diferentes situaciones y horarios, preparándolos para los cambios que enfrentarán a lo largo de la vida.

«El verano no suele ser el contexto ideal para mantener rutinas consistentes con nuestros hijos, y como padres, no deberíamos sentirnos culpables por ello». Así lo ha expresado Silvia Ortiz, psicóloga del Hospital Vithas Aguas Vivas y del Centro Médico Vithas Alzira, quien también ha señalado que «existen numerosos estímulos externos que nos recuerdan tanto a nosotros como a nuestros pequeños que algo diferente está ocurriendo en el exterior».

Ortiz subraya que cuando las familias con niños se reúnen, un tema recurrente es «si habría sido mejor inscribir a nuestro hijo en otro campamento de verano o si tal vez la costosa escuela de verano no hubiera sido tan mala después de todo». En este sentido, a menudo nos tranquilizamos diciéndonos a nosotros mismos que «no pasa nada si se acuestan tarde, porque ya queda poco tiempo» o incluso llegamos a sentirnos como «malos padres» al anhelar que llegue septiembre y los niños vuelvan a la escuela.

En contra de alterar las rutinas de los niños en verano

Estabilidad y seguridad: Los niños se benefician de la estructura y previsibilidad que las rutinas brindan. Cambiarlas en exceso puede generar ansiedad y desorientación, especialmente en niños más jóvenes.

Consistencia educativa: Las rutinas diarias en la educación ayudan a los niños a desarrollar hábitos saludables y disciplina. Alterarlas en verano podría llevar a la pérdida de ciertas habilidades adquiridas durante el año escolar.

Vuelta a la rutina: Un cambio drástico en las rutinas durante el verano podría dificultar el regreso a la normalidad cuando comience el nuevo ciclo escolar. Los niños podrían enfrentar resistencia para adaptarse nuevamente a las expectativas y horarios.

En última instancia, la respuesta dependerá de encontrar un equilibrio entre la relajación y el mantenimiento de cierta estructura. Los padres pueden considerar mantener algunas rutinas esenciales, como las horas de sueño y la higiene personal, mientras permiten cierta flexibilidad para que los niños disfruten de nuevas experiencias. Además, comunicarse con los niños y tener en cuenta sus necesidades y preferencias puede ser fundamental para tomar decisiones informadas. En definitiva, encontrar un enfoque que beneficie el bienestar emocional y el crecimiento de los niños es esencial, sin importar si se opta por mantener o alterar las rutinas durante el verano.

Como enfatiza, «estas preocupaciones son comunes entre la mayoría de los padres que acuden a consulta. Todos estamos buscando hacer lo mejor». Por este motivo, explica que «no existen decisiones buenas ni malas, sino más bien familias con necesidades diferentes, y adaptarse a esas necesidades es lo más saludable».

Fortalecer los comportamientos positivos de los niños en el hogar

«Puede ser un excelente ejercicio en sí mismo y sentar las bases para retomar las rutinas en septiembre», afirma Silvia Ortiz. Existen diversas formas de reforzar, pero lo esencial es que sea «proporcional a la acción del niño y se aplique de inmediato tras la conducta».

Como ejemplos de pequeñas conductas para aplicar el refuerzo positivo, Silvia Ortiz menciona acciones como «apagar la televisión, apagar las luces, bañarse cuando se le pide, recoger su traje de baño o toalla, recoger los platos, entre otros». Los refuerzos no necesariamente deben ser materiales; realizar una «pelea» de almohadas, inventar una historia juntos o compartir un abrazo afectuoso mientras cuentan hasta treinta pueden ser gratificaciones significativas para los niños, constituyendo refuerzos emocionales poderosos.

Esta psicóloga aconseja personalizar estos refuerzos «según la edad del niño, su personalidad, el tiempo disponible y nuestro estado de ánimo. La ventaja es que pueden ser tan flexibles como nuestra propia creatividad adulta lo permita».

En última instancia, la premisa fundamental es «disfrutar del verano y de nuestros hijos, ya que para nosotros también son vacaciones. Juguemos con ellos cuando sea posible y brindemos educación cuando surja la oportunidad», afirma Ortiz.

Por último, Silvia Ortiz sugiere que, «sin juzgarnos demasiado y para simplificar nuestras vidas, busquemos un equilibrio entre lo que nos conviene y lo que nos hace sentir bien. No necesitamos que todos nos comprendan ni sentir la obligación de explicar nuestras razones, que pueden parecer más justificaciones o autoconvencimiento para nosotros mismos, debido a nuestra propia incertidumbre sobre si hemos tomado la decisión correcta».

Marisol Nuevo Espín

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