Fernando de la Cierva, psicólogo sanitario y máster en prevención de adicciones, señala que todo el mundo es consciente de las consecuencias negativas de las drogas. En cambio, los adolescentes que consumen tecnología no saben que esa experiencia puede acabar en un proceso adictivo.
Este experto considera que, a diferencia de la adicción a otras sustancias, la tecnología tiene que ser tratada de un modo diferente. La metodología habitual para tratar estos procesos pasa sobre todo por la abstinencia, pero con la tecnología no podemos enfocar el objetivo hacia este foco, sino redirigirlo a otros escenarios. Es imposible la abstinencia total, por lo que lo más recomendable pasa por reeducar en el uso de estos dispositivos y limitarlo a lo estrictamente funcional.
Hoy en día la tecnología está presente en nuestras vidas de manera casi permanente y es imprescindible para desenvolvernos en el mundo real, por lo que el trabajo de los profesionales debe pasar por detectar qué usos son saludables y qué otros son «poco» nocivos.
¿A qué llamamos adicción a la tecnología?
Ante situaciones de este tipo, el primer paso es siempre el mismo, reconocer que existe un problema. Pero, ¿cuándo el uso de la tecnología es un problema? Habitualmente se hace referencia a una utilización masiva de distintos dispositivos: ordenador, móvil, videojuegos y una necesidad constante de estar conectados a internet y las redes sociales.
Las principales causas de estos problemas son la alta disponibilidad a estos dispositivos y la baja percepción de riesgo, que es lo que asume De la Cierva con su postulado. A mucha gente le cuesta reconocer que sufre una adicción: drogas, ludopatía, alcohol… pero con las nuevas tecnologías esta asunción se dificulta aún más.
La propia OMS ya advierte del riesgo que encierra experimentar estos problemas, pero hay que poner sobre la mesa que los últimos años han ayudado poco a convivir con esta realidad de manera sana. Durante la pandemia, millones de adolescentes y niños en el mundo tuvieron que asistir a clases de manera online. Otros tantos adultos hicieron lo propio. Y en el horario que no era laboral o escolar, muchas de las actividades de ocio se limitaban casi en exclusividad al uso de internet.
Redes sociales, plataformas de creación de contenidos como YouTube o o Twitch y otras del tipo Netflix, Prime Video o Disney + ponen muy difícil establecer el filtro del uso moderado y la adicción a estas nuevas tecnologías.
¿Qué es un uso saludable de la tecnología y cuándo aparecen los problemas?
El uso inadecuado de las TICs, Tecnologías de la Información y la Comunicación, puede generar procesos adictivos que se muestran claramente en una dependencia y pérdida de control y en la afección en la vida cotidiana a nivel psicológico, fisiológico y social. Es común ver que los adolescentes se aíslan de sus amigos o abandonan sus estudios porque se pasan la mayor parte del tiempo jugando a videojuegos frente a la pantalla.
Prestar más atención a Instagram o TikTok que a conversaciones familiares es cada vez más común, y puede que no sea peligroso, pero resulta problemático cuando esto da pie a trastornos de conducta, agresividad y fenómenos caracterizados por la imposibilidad de permanecer desconectado unos minutos.
Cuando una persona necesita conectarse a las redes o consumir contenido de internet es probable que lo que está paliando con esa acción es su propio malestar emocional: la ansiedad, la irritabilidad, la soledad o el aburrimiento. En realidad no recibe placer de esa actividad, sino que le resulta útil. En este sentido, las TIC funcionan como cualquier otra adicción, y es que las personas necesitan cada vez un mayor tiempo de uso para sentirse saciadas.
¿Cómo hacer frente a la adicción a las nuevas tecnologías?
Con motivo del Día Mundial del Emoji, que se celebra cada año el 17 de julio, es interesante poner sobre la mesa este tema. Ya existen numerosos centros especializados que incluyen trabajar la adicción a las nuevas tecnologías como uno más de sus tratamientos.
Al final, las personas,habitualmente la población más joven, son los que padecen estos trastornos, lo que están experimentando es un problema al que hay que poner solución. El mensaje de De la Cierva, que propone no ir a una abstinencia total, sino a un uso moderado de los dispositivos, es el que están adoptando la mayoría de expertos.
A su vez, en la sociedad a nivel general existe cada vez un mayor consenso de las consecuencias que pueden tener este fenómeno. Muchos pediatras, pedagogos y educadores opinan que los niños pequeños no deberían tener acceso continuo a los dispositivos móviles hasta cumplir una cierta edad.
Otro colectivo que trabaja con insistencia este tema es el de los psicólogos. Al final, las adicciones son materia que dominan estos profesionales de la salud mental.
Desde el Instituto Europeo de Psicología Positiva (IEPP), ofrecen su Curso Superior en Adicción a las Nuevas Tecnologías para aprender a relacionarse de una manera más sana con las tecnologías y descubrir técnicas específicas para disminuir y/o atajar el riesgo de adicción, con el que profundizan en algunos de los temas citados y que puede ayudar tanto a profesionales como a familias.
Las TIC son imprescindibles en el mundo actual, incluso son beneficiosas, pero hay que aprender a hacer un uso inteligente de ellas e incorporarlas al conjunto de hábitos saludables.
Junto con esta idea destaca la de introducir tratamientos que resulten eficaces para ello. No todas las adicciones deben ser tratadas del mismo modo, pues el modo de acercamiento a ellas es diferente y también son distintas las consecuencias que pueden causar a nivel familiar, laboral y social.
Para finalizar, es importante no olvidar que al igual que ocurre en otros procesos similares, una persona adicta siempre puede sentirse frágil y tener la tentación de caer en nuevos procesos autodestructivos. Con las TIC, por tanto, hay que tener muy presentes las recaídas. Y quizás en mayor modo, porque el objetivo no es abandonar por completo la tecnología, sino adaptarse a ella y sacar el beneficio que ofrece.
Marina Berrio
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