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Robert Waldinger: «Cuidar las relaciones y lo bueno que tengo en la vida nos hace más felices»

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El psiquiatra Robert Waldinger es el cuarto director del Estudio Harvard de Desarrollo en Adultos, centrado en la felicidad, que comenzó en 1939 y que dura ya 85 años, algo insólito en este tipo de investigaciones. En su paso por España para promocionar su nuevo libro Una buena vida (Planeta) nos habló de las conclusiones sobre uno de los secretos mejores guardados de la vida: qué nos da la felicidad.

Waldinger vive en Boston, tiene dos hijos, como él dice «muy diferentes», lleva casado 37 años y desde el otro lado de la pantalla en un español pausado, transmitiendo una paz y una tranquilidad que emocionaban, nos ha revelado qué hace que unas personas sean más felices que otras y por qué el concepto de felicidad se va transformando a medida que pasan los años.

Lo más significativo es que no es el dinero lo que da la felicidad, ni la fama, ni el lujo… Waldinger nos descubre el misterio a lo largo de esta entrevista.

Una buena vida llena de felicidad

¿Estamos ahora más obsesionados con la felicidad que cuando comenzó el estudio o esta preocupación por la felicidad es tan antigua como la vida?
En la primera generación de nuestro estudio, que es la generación de la Segunda Guerra Mundial, la felicidad estaba centrada en el sentido de la vida, es decir, cómo puedo vivir una vida buena. Ahora el sentido de la felicidad está más relacionado con el hedonismo, con las fiestas, el lujo, las vacaciones… y hay imágenes en las redes sociales que exaltan este hedonismo. Para los jóvenes de hoy estas imágenes valen mucho y creen que esto es lo más importante en la vida. En la generación de la Segunda Guerra Mundial en cambio las personas se preocupaban más por vivir una vida con un propósito. Ahora también hay personas que lo desean, pero este énfasis en la cultura popular es muy distinto. 

¿Cuáles son los desafíos para el futuro de este estudio que dura ya 85 años?
Ahora estamos estudiando las experiencias de las personas durante la pandemia en relación al uso de las redes sociales e Internet. La revolución digital ha sido el desafío más grande en esta generación y vamos a estudiar su impacto en nuestros participantes.

Precisamente la pandemia ha marcado un antes y un después. ¿Nos ha hecho más felices o menos?
Como todo depende de la persona. Hay personas que son más felices desde la pandemia porque están más agradecidas, mientras que otras están más deprimidas y tienen más ansiedad y soledad a causa de la pandemia. En Estados Unidos, hay una crisis de salud mental muy grave.

¿Puede la tecnología cambiar las relaciones sociales y hacernos a la larga más infelices?

Es tan complicado… Sabemos que es mejor conectarse a través de la red que no conectar.

Sabemos que hay filtros que no podemos conocer, por ejemplo, la emoción a través de Internet. La pandemia nos ha dejado la experiencia de no reunirnos en la vida real y nos ha hecho darnos cuenta de que es magnífico reunirnos con los amigos, con la familia… No obstante, esta conexión a través de Internet es importante para personas que están enfermas y no pueden salir, ya que aunque no pueden estar con sus vecinos, pueden conectar con personas en otras partes del mundo. Es importante para que encuentren apoyo en su condición, aunque entendemos que es difícil prestarnos la misma atención. En cambio, otras veces quedamos en un restaurante y cada uno estamos mirando nuestras pantallas. Nuestro software está creados para captar nuestra atención. Es muy difícil dejar las pantallas y mirarnos los unos a los otros para darnos nuestra atención completa. El camino de menos resistencia es mantenernos en nuestras pantallas y es un problema grande que necesitamos corregir.

¿Cómo influye ser felices en nuestra salud y cómo evita la felicidad posibles enfermedades?
Sabemos que existe una relación bidireccional, que la salud predice que uno va a ser más feliz y que la felicidad ayuda a mantener la salud física. Ambas están conectadas, porque cuando estamos enfermos no tenemos energía para conectar con otras personas y hacer las cosas que nos hacen felices. Por otra parte, cuando estamos felices tenemos la energía de mantener la salud.

En el libro vincula la felicidad a las relaciones sociales, ¿la soledad nos puede restar años de vida?
Sabemos que la soledad es un estresor, que somos seres sociales y sabemos que cuando tenemos un desafío durante el día, el cuerpo cambia: hay mucha actividad del sistema cardiovascular, suben los niveles de las hormonas del estrés y se produce más inflamación. Cuando termina el episodio de estrés, el cuerpo necesita reestablecer un equilibrio. Creemos que cuando una persona está sola, no tiene relaciones sociales, no tiene a nadie en quien pueda confiar, no tiene a nadie a quien contar un problema o pueda quejarse* puede enfermar ya que este estado crónico es un problema y la persona puede empezar a sentir los mismos síntomas estresores: inflamación, alteración del sistema cardiovascular, dolor en articulaciones…

¿Cómo influyen las relaciones familiares en nuestra felicidad?
La influencia de la familia en la felicidad es profunda. La influencia familiar más importante se produce en la niñez porque la familia es un modelo de vida, sirve como modelo para las relaciones con algunas personas y por eso la familia nos enseña cómo ser amigo, cómo ser pareja… No obstante, también podemos aprender otros modos de relacionarnos con otras personas, y podemos cambiar las relaciones familiares cuando crecemos. Estos modelos originales son muy poderosos, pero podemos cambiar nuestras expectativas de relaciones.

¿Hay ciertos rasgos de la personalidad propia de las personas que nos puedan hacer más felices?
Hay factores genéticos que son muy importantes. Una psicóloga americana ha revisado muchos datos sobre este tema y como conclusión ha encontrado que el 50 por ciento de nuestra felicidad tiene que ver con el temperamento, otro 10 por ciento tiene que ver con las circunstancias inmediatas de la vida en las que nos encontramos y el otro 40 por ciento es en el que podemos influir.

Podemos influir en el 40 por ciento de nuestra felicidad y eso es mucho, aunque no es todo.

Nosotros conocemos a personas que están más o menos tristes todo el tiempo y otras que son felices a pesar de todo porque conviven con muchas tragedias. Creemos que nacemos con estos diferentes temperamentos. Por ejemplo, yo tengo dos hijos y sus temperamentos son muy distintos, a pesar de criarse en el mismo hogar.

Si tuviera delante a una persona joven que está a punto de construir su vida, ¿qué le diría para que tuviera una buena vida y fuera feliz?
Claro que es importante tener un trabajo que te guste y ganar bastante dinero para tener seguridad económica, pero lo que ignoramos muchas veces es la importancia de las relaciones, y que las relaciones no se mantienen sin esfuerzo. El aviso que yo doy es que es importante ser activo en mantener las relaciones, en mantener el contacto con personas importantes en la vida. Es muy fácil ignorar este elemento porque priorizamos el empleo, el dinero, en los Estados Unidos priorizamos la fama y es muy importante no ignorar las relaciones sociales porque son una inversión muy buena en la vida.

¿Qué podemos hacer para encontrar la felicidad y cómo podemos cultivarla?
Cuidando las relaciones sociales y esforzándonos por mantenerlas vivas conseguimos muchas cosas importantes: por ejemplo conseguimos nuestro próximo empleo gracias a nuestras relaciones sociales, incluidas nuestras relaciones superficiales, no cercanas sino periféricas. Hay investigaciones sobre nuestras relaciones periféricas y son igual de importantes.

Por eso, el aviso que puedo dar es que interesa invertir tanto en las relaciones cercanas como en las periféricas.

¿Qué elementos ponen en peligro nuestra felicidad?
Todo cambia ahora mucho más rápido, sobre todo la tecnología, y algunas personas tienen dificultades para aprender a usarla. Hay gente que se siente apartada porque no saben usar la tecnología. Por tanto, Internet y las redes sociales nos dividen y hacen que vivamos en nuestras burbujas. Lo peligroso es vivir siempre en nuestra burbuja y no encontrar otros puntos de vista. Por eso, el aislamiento social es ahora más común y el sentido del mundo como un lugar peligroso está creciendo. Hay datos que dicen que el mundo no es tan peligroso como antes, pero experimentamos que es mucho más peligroso que antes por la tecnología, se tiene la sensación que hay enemigos por todas partes.

¿Qué se puede hacer para combatir esa sensación de que es todo tan peligroso?
Mantener la curiosidad e interesarse por otros puntos de vista. Por ejemplo, en Estados Unidos hay mucha gente que no quiere hablar con personas de partidos políticos diferentes. Ahora es más común decir a un hijo «no te cases con alguien del otro partido político» que con alguien de otra religión. Por eso, mantener la curiosidad y la mente abierta a otros puntos de vista es la única vía para que exista la conexión entre la gente.

¿Cuál sería el antídoto contra la «felicidad por defecto»?
Ahora hay más información sobre la práctica de la gratitud y tenemos un sesgo sobre la información negativa. La gran ventaja es que podemos anticipar desafíos, pero este sesgo a prestar atención a información negativa hace que sea demasiado fácil olvidar las cosas que no son problemas. Por eso, la práctica de la gratitud es la mejor forma de no olvidar las cosas que no son problemas y sentirnos agradecidos por tener una casa, porque mis hijos están sanos, por tener comida hoy, por tener una pareja, por no estar solo… y muchos días no doy gracias por esas cosas porque lo damos por sentado. Pero cuidamos las relaciones y  somos activos en recordar lo bueno que tengo en la vida, y hay una investigación sobre esto, nos hacemos más felices con esta práctica.

¿Cree que el trabajo, cada vez más precario, hace más difícil que tenga un impacto positivo en nuestra felicidad?
Hay investigaciones de escuelas de negocios en los Estados Unidos como MIT y Harvard Business School, que muestran que la gente que tiene amigos en el trabajo es más feliz y también es más productiva, es decir, son mejores trabajadores y su índice de despidos es menor que el de los trabajadores que no tienen amigos en el trabajo. Recuerdo una encuesta de Gap, a 15 millones de trabajadores, con solo una pregunta: «¿tienes un mejor amigo en el trabajo?» en la que solo el 30 por ciento afirmó que tenía un mejor amigo, pero las personas de este 30 por ciento eran más felices, trabajaban mejor, eran mejores con los clientes… y por eso, creo que es posible demostrar con la investigación a los líderes de compañías, a los jefes, que es mejor crear una cultura de empresa donde la gente tenga amigos personales. Cuando las empresas valoran esas conexiones personales, el trabajo funciona mejor porque cuando yo tengo un amigo en el trabajo con quien puedo hablar de mi familia y de lo que me preocupa en la vida, estoy más comprometido en el trabajo. Esta cultura necesita que los CEOS la establezcan, es imposible sin el apoyo de los líderes de las empresas.

¿Por qué seguimos obsesionados con las crisis que marca la edad?
Hemos encontrado en nuestra investigación que la crisis de la mediana edad es un mito, que la mayoría de la gente no tiene una crisis, aunque si hay evaluaciones. Las crisis no son tan comunes como creíamos. Hay muchos mitos en la vida sobre lo que va a suceder y ahora hay mucha más variación en los senderos de la vida. Por ejemplo, hay mujeres que pueden criar a sus hijos y a la edad de 45 años empezar con una carrera, con un empleo. También hay hombres que pueden ser amas de casa con mucha más frecuencia que antes. Estamos encontrando senderos más variados en la segunda generación de nuestro estudio que en la primera, me refiero a la generación de la Segunda Guerra Mundial. Creo que esta apertura es algo muy bueno para muchas personas, porque esta idea de vida estereotipada no existe.

¿Cómo podemos darnos cuenta de nunca es tarde, de que todavía nos queda futuro para ser felices?
Sabemos que hay sorpresas, y que hay gente que piensa que ellos nunca van a tener relaciones buenas y que ellos nunca van a encontrar nuevos amigos en la vejez. Sin embargo, los encuentran, encuentran amigos, encuentran el amor cuando menos lo esperan. Por eso, yo diría que es importante invertir en las relaciones a cualquier edad. Merece la pena hacer el esfuerzo porque la felicidad merece la pena.

Marisol Nuevo Espín

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