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¿Cómo detectar si somos adictos a las nuevas tecnologías?

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Hemos de estar atentos a la alarma del móvil, pero no a la que nos avisa de que hemos recibido un nuevo mensaje; sino a aquella que nos indica de una posible adicción a las TIC. La OMS ya nos advierte del riesgo que encierra la adicción a las nuevas tecnologías debido a un uso descontrolado de tabletas, smartphones y ordenadores, sobre todo en mano de los más jóvenes.

Bienvenidos a la era virtual

Sin lugar a dudas, en pleno siglo XXI la tecnología forma parte de nuestra vida cotidiana. La mayoría de nuestros hogares disponen de acceso a Internet, telefonía móvil, televisión o videoconsola. Aunque estos aparatos pretenden facilitarnos la vida, su uso nocivo también puede complicárnosla. Es precisamente entonces, cuando hablamos de adicción a las nuevas tecnologías.

Nos referimos a las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC) aparecidas en los últimos años: ordenador, móvil, redes de televisión, videojuegos, reproductores portátiles de audio y vídeo, etc. Caracterizadas por una enorme interactividad, respuesta rápida y recompensa inmediata, resultan muy atractivas para su público en general, especialmente para el más joven.

Aunque la revolución tecnológica nos afecta a todos, su mayor impacto lo han recibido los menores, quienes ya han nacido en la era virtual. A los que ahora somos adultos, no deja de sorprendernos su manera de vivir la infancia y adolescencia. Nos cuesta entender que las nuevas tecnologías sustituyan el contacto personal por la comunicación virtual, prefiriendo encerrarse en casa a hablar con sus amigos a través de redes sociales, que jugar con ellos en la calle.

Sin embargo, también puede sorprendernos o preocuparnos nuestra necesidad de estar conectados a Internet de forma permanente o el tiempo elevado que dedicamos a estos recursos tecnológicos.

¿Cuántos de nosotros empezamos y acabamos el día conectándonos a Internet?

La adicción a las nuevas tecnologías supone una alarma social, especialmente entre jóvenes y adolescentes, quienes resultan los más vulnerables por su mayor probabilidad de riesgo para desarrollarla. La OMS (Organización Mundial de la Salud) nos advierte de que una de cada cuatro personas padece un trastorno relacionado con las TIC. Concretamente, en España se estima que entre el 6 y 9% de los usuarios de Internet puede desarrollado.

¿Cómo distinguir entre un buen uso de las tecnologías y la adicción?

Cuando hablamos de adicción a las TIC nos referimos a una afición patológica a las mismas, caracterizada por la dependencia y pérdida de control, que interfiere negativamente en la vida cotidiana de la persona afectada (a nivel psicológico, fisiológico y social). Por ejemplo, el niño que se aísla de sus amigos o abandona sus estudios porque se instala con sus videojuegos frente a la pantalla, o la adolescente que presta más atención a Instagram que a su familia.

Precisamente son algunas de estas consecuencias negativas (aislamiento social, fracaso escolar, trastornos de conducta, etc.) las que conducen a la persona a tomar conciencia de su problema, ante el cual suele mantener una actitud negadora.

En este caso, el uso de las TIC principalmente lo motiva el alivio de un malestar emocional (ansiedad, irritabilidad, aburrimiento, soledad, etc.), más que su utilidad o placer en sí mismos. Además, del mismo modo que sucede en la adicción a sustancias químicas, para lograr el bienestar la persona cada vez necesita un mayor tiempo de uso (tolerancia). Y cuando esto no es posible, pueden aparecer síntomas como disforia, ansiedad o insomnio (síndrome de abstinencia).

Principales señales de alarma de la adicción a la tecnología

¿Cómo podemos identificar si nuestros hijos, amigos o nosotros mismos estamos enganchados a las nuevas tecnologías? Estas son algunos de los comportamientos que deben alertarnos: 

– Consumo excesivo de las TIC, incluyendo la privación de sueño (menos de 5 horas).

– Descuido de otras actividades (trabajo, estudio).- Consecuencias fisiológicas (sueño, malnutrición, sedentarismo, cansancio, cefalea, fatiga ocular, problemas musculares, etc.), psicológicas (ansiedad, depresión, baja autoestima, apatía, confusión entre el mundo real-imaginario, etc.), sociales (aislamiento social, conflictos familiares, escolares o laborales, etc.).

– Focalización atencional.

– Déficit de autocontrol en su uso.

– Irritabilidad cuando la conexión resulta lenta o falla.

– Feedback del entorno cercano sobre un consumo abusivo.

¿Cómo podemos prevenir esta adicción?

Ideas para recortar el uso de dispositivos digitales:

– Limitación del tiempo de uso.

– Ubicación de aparatos en lugares comunes.

– Control de contenidos de acceso.

– Fomento de otras actividades (deporte, lectura, cine).

– Estimulación del contacto personal y de la comunicación.

– Fomento de la autoestima, de las habilidades sociales, de la capacidad de resolución de problemas.

Una adecuada atención a las posibles señales de alarma y el desarrollo de acciones preventivas, tanto en el seno familiar como en la escuela, puede ayudarnos a evitar que una afición o simple uso se conviertan en adicción.

Irene Lucila Alústiza Quintana. Psicóloga Clínica Unidad de Diagnóstico y terapia Familiar (UDITEF) Clínica Universidad de Navarra (Pamplona y Madrid)

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