Nunca todo sale como a uno le gustaría, y en el caso de tus hijos también se repite esta máxima. Bien porque no alcanzan sus objetivos, o porque aprecian algunos síntomas de incomodidad, hay situaciones que se pueden poner muy cuesta arriba para los más pequeños. De esta forma se genera un sentimiento de frustración, que puede observarse en contextos tan distintos como el colegio.
En ocasiones es tan fácil observar las notas, o la actitud que el hijo muestra cuando se le pregunta por el colegio, para reconocer la frustración escolar. Sin embargo, en otras, habrá que estar muy atento a diversas señales que deben atenderse para evitar el fracaso académico. Con este fin, desde la Understood se dan varios detalles en los que habrá que fijarse para acompañar a los más pequeños en este sentido.
Seis señales de frustración escolar
A continuación, se presentan seis señales que indican que tus hijos están atravesando un proceso de frustración escolar:
– Sentarse en silencio a la hora de hacer los trabajos escolares, o los deberes, en casa, sin involucrarse ni intentarlo.
– Evitar riesgos o probar cosas nuevas, o de pensar en itinerarios diferentes, pensando que lo más probable es que fracasen.
– Decir que no tienen las capacidades para lograr algo a nivel académico.
– Hacer payasadas para distraer a las personas de las cosas que no hacen tan bien como otros niños.
– Decir que no importa cuánto se esfuercen porque no les irá bien.
– Culpar a los demás de su fracaso académico, en lugar de reconocer, por ejemplo que no dedicaron suficiente tiempo a preparar sus exámenes.
Cómo enseñar a manejar la frustración escolar
La frustración escolar no es algo que se pueda evitar. Sin embargo, sí que se puede trabajar en ella para superarla a través de consejos como los que ofrecen desde el Hospital Sant Joan de Déu:
– Ser su modelo, que vea como afrontas problemas y dificultades cotidianas.
– Enseñarle a identificar las emociones qué siente y a ponerle nombre, de manera que las reconozca y pueda afrontar.
– No resolverle todos sus problemas para que aprenda a hacerlo solo, al tiempo que se les enseña a esforzarse para conseguir aquello que quiere y a afrontar las dificultades sin abandonar.
– Poner a su alcance las herramientas necesarias para gestionar estos momentos.
– Acompañarlo emocionalmente cuando esté enfadado, y ayudarlo a relajarse cuando el momento de tensión ya haya pasado.
– Nunca ceder. Una vez se haya marcado un límite, no ceder.
– Marcarle objetivos. Hay que enseñar al niño a tolerar la frustración marcándole objetivos realistas y razonables, pero sin exigirle que se enfrente a situaciones que, por su edad o madurez, sea incapaz de superar.
– Enseñarle a ser perseverante. La perseverancia es esencial para superar situaciones adversas. Si el niño aprende que con la constancia puede solucionar muchos de sus problemas, sabrá controlar la frustración en otras ocasiones.
Damián Montero
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