La conexión con los hijos es un factor importante en el desarrollo de los pequeños. Fortalecer este vínculo es básico para que se sientan felices e interesarse por todo lo que les rodea, en especial por la familia. El sentido de pertenencia tiene un papel muy importante y potenciarlo desde los orígenes para que los más pequeños se sientan protegidos y queridos.
El ser humano es social por naturaleza, y los niños no son menos. Desde que nacen los hijos, necesitan sentir que pertenecen a un grupo. El primero en el que se desarrollan es la familia. Por ello, el sentimiento de pertenencia debe empezar a potenciarse desde el hogar, en donde debe hacerles saber que están acompañados por personas que les quieren y no se sienten solos.
¿Cómo desarrollar el sentimiento de pertenencia?
El sentimiento de pertenencia se refiere a aquel que hace que el niño se sienta parte de un grupo. Tal y como indican desde el International Montessori Institute la familia es el primer grupo, y por tanto en donde debe empezar a trabajarse. Por el contrario, el sentimiento de soledad puede generar en el desarrollo de conductas inapropiadas en los hijos.
Tampoco hay que descuidar el sentimiento de pertenencia en niños de mayor edad. Por ejemplo, cuando nace un nuevo niño, el hermano mayor puede sentirse excluido dado que la atención de los padres suele enfocarse en el pequeño. De esta forma, empiezan a manifestarse comportamientos para llamar la atención, como puede ser el descontrol de esfínteres.
Al mismo tiempo, hay que tener en cuenta la importancia de crear un sentimiento de pertenencia sano. Por ejemplo, evitar que los niños piensen que solo forman parte de su familia cuando reciben atención, sino que cuentan con el amor de sus padres aunque estos estén realizando otras labores o dedicándose a atender a sus hermanos más pequeños.
¿Cómo satisfacer su sentimiento de pertenencia de forma adecuada?
Estas son algunas recomendaciones para ayudar al niño a encontrar una forma adecuada para satisfacer el sentimiento de pertenencia en la familia:
– Involucrar al niño en actividades útiles y de acuerdo a su edad.
– Establecer rutinas, compartir momentos especiales con él y reuniones familiares.
– Dirigirse siempre de forma cordial y firme, fomentando el respeto mutuo.
– Incluir al niño a la hora de establecer algunos límites razonables.
– Cumplir con los acuerdos.
– Mostrar empatía cuando el niño se siente dolido, por ejemplo: «Tu conducta me dice que te sientes lastimado. ¿Podemos hablar de eso?».
– Evitar castigos y represalias.
– Fomentar la confianza, escuchándole reflexivamente.
– Compartir con él nuestros sentimientos.
Damián Montero
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