El rol del padre es uno de los más difíciles de desarrollar. La crianza de un hijo es el primer paso que debe para empezar a construir el adulto del mañana. De hecho, la familia es el primer entorno en el que toda persona comienza a desarrollarse. Por ello, el comportamiento que los padres adquieran durante estos años es de suman importancia para garantizar un buen desarrollo.
En este sentido, la parentalidad positiva es el comportamiento de los padres que se fundamenta en el interés superior del niño. Tal y como indican desde el Ministerio de Sanidad, se debe atender al cuidado de los pequeños, centrándose en el desarrollo de sus capacidades y ofreciendo a los más pequeños reconocimiento y orientación, a la par que se establecen límites que permitan el pleno desarrollo.
Principios de la parentalidad positiva
Existen muchos modelos de crianza. En el caso de la parentalidad positiva, estamos ante un sistema que se rige por los siguientes principios:
– Vínculos afectivos cálidos, protectores y estables para que los hijos se sientan aceptados y queridos. Esto supone el fortalecimiento continuo de los vínculos familiares durante todo el desarrollo.
– Entorno estructurado para proporcionar un modelo y guía, así como supervisión, para que los menores aprendan normas y valores. Esto pasa por establecer rutinas y hábitos para la organización de rutinas y hábitos para la organización de las actividades.
– Estimulación y apoyo al aprendizaje cotidiano para el fomento de sus capacidades. Esto supone la observación de las características y habilidades de los hijos, estimulándonos y apoyando sus aprendizajes.
– Reconocer el valor de los hijos y mostrar interés por su mundo, validando sus experiencias t respondiendo sus necesidades.
– Capacitar a los hijos y potenciar su percepción de que son agentes activos, competentes y capaces de participar en la toma de decisiones de su casa.
Damián Montero
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