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Párate a pensar: consejos para reflexionar en la adolescencia

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¿Por qué los jóvenes de hoy tienen esa aparente dificultad para pensar y pensar bien, de manera que alcancen madurez, sean profundos, constantes y consigan así las metas prefijadas? Muchos de ellos son personas superficiales que se dejan arrastrar, que toman decisiones precipitadas, poco ponderadas y sin prever las consecuencias de sus actos.

Hoy día se valora la acción: la gestión, la eficacia, la rapidez, el estar al día, tener experiencias, ganar dinero, tener poder, el éxito… Debemos tratar de enseñar a los jóvenes a pararse a pensar y a interiorizar: contemplar, callar, pensar, reflexionar, analizar, descubrir, criticar, alumbrar, calibrar, ponderar, llegar a conclusiones, buscar puntos de referencia, profundizar, equilibrar, armonizar, madurar.

Exceso de ruido: párate a pensar

Algunas razones por las que se piensa poco o no se sabe en qué pensar, son las siguientes:

– Desequilibrios hormonales propios de la edad.

– Exceso de ruido.

– Estímulos exteriores actuales. No saben vivir sin música, conectados a algún aparato o experimentando emociones -que, por otra parte, cada vez tienen que ser más fuertes-. Vivir con cascos es la quintaesencia del aislamiento.

– Facilidad con que se consigue la información, fundamentalmente a través de Internet que tiene también inconvenientes. Cualquier investigación requiere sosiego para madurar las soluciones. No se trata de hacer cada vez más cosas, sino de hacerlas bien.

– Pensar cuesta esfuerzo y no está de moda esta cultura.

Consejos aprender a pensar

Algunas pautas para enseñar a nuestros hijos jóvenes a pensar bien, con serenidad.

– Control de la curiosidad. Consiste en ser pacientes. Enséñales el valor de la espera. No hace falta enterarse de todo ni enseguida, sino gradualmente y según su edad.

– Fomentar en casa los silencios positivos y la relajación: que se pueda estar leyendo, oyendo música suave, hablando con tranquilidad sin necesidad de gritar.

– Enseñar a valorar el silencio, la contemplación, el arte, la belleza…, no todo tiene que «servir» para algo. Contemplar es mirar con atención, con interés.

– Reflexionar sobre acontecimientos, películas, libros, el día. Hacer debates en casa sobre diversos temas.

– Pensar antes de hablar, que no es que no hablen, opinen, sino que piensen lo que van a decir. Un buen consejo: antes de poner la lengua en funcionamiento, asegurarse que el cerebro está conectado.

– Enseñarles a ponderar sus decisiones, a asumir los pro, los contra, y las consecuencias de los posibles riesgos.

Y recuerda: pídele su opinión sobre cualquier asunto y las posibles soluciones (una necesidad de la casa, la situación de un familiar mayor, hacer un regalo, un problema social). Además, sugiérele que argumente su pensamiento, petición y razonamiento, para que no se deje arrastrar por la inmediatez, o por lo que está de moda o lo hacen todos.

Pilar Sancho

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