La educación de los hijos implica también poner límites, hacerles saber a los más pequeños hasta dónde pueden llegar. Algunas veces esto puede ser sencillo, en otras ocasiones los niños se oponen a estas normas, en estas situaciones pueden perderse los nervios y recurrir a medidas como una bofetada, un pequeño cachete u otras formas de castigo físico.
Y es que incluso el refranero dice que «una bofetada a tiempo puede ayudar a evitar problemas futuros». Sin embargo, los profesionales indican que nada más lejos de la realidad, el castigo físico es totalmente contraproducente a la hora de aplicar límites a los hijos. Los profesionales del Hospital Sant Joan de Déu advierten que la violencia no soluciona nada y estas respuestas no dejan ser un acto impulsivo que aumenta el clima de tensión.
¿Cómo responder a las actitudes de los hijos?
Los bebés expresan sus necesidades, miedos y emociones a través de rabietas. En estos momentos su conducta no está formada y se descontrola. A medida que pasa el tiempo, el niño comienza a autorregularse, a entender su entorno y no muestra estas actitudes de forma deliberada, tiende a transmitir sus sensaciones mediante el habla, aunque no de extrañar que aparezcan algunos desafíos.
Las conductas desafiantes en los niños tienen una doble función: por un lado. expresa emociones desagradables que el niño siente, por el otro se pone a prueba la capacidad de control de los adultos. Por ello se recomienda que los padres mantengan la calma, entender qué provoca estas sensaciones y qué hay detrás de las conductas, ofreciendo alternativas para expresarse.
En cambio, una bofetada, es una reacción impulsiva ante un momento de frustración y se debe evitar siempre. Puede que durante un corto plazo de tiempo los padres crean que un castigo físico, gritos, o amenazas, son respuestas aceptadas para que los hijos cesen en sus actitudes por miedo a las represalias. De esta forma, se consigue que actúen dirigidos por el miedo para evitar estas represalias, no por entender lo que está mal.
Poner límites sin violencia
¿Cómo sobreponerse a los desafíos de los más pequeños? ¿Hay que dejarlos pasar? No, los límites son necesarios desde las primeras etapas de enseñanza y tienen un papel fundamental en la estructura necesaria en toda familia. Para garantizar un buen entorno se aconseja que las normas sean claras, consensuadas y determinadas antes de que se enciendan los ánimos.
Los límites también deben ser coherentes a cada situación y siempre garantizar una experiencia reparadora. De esta manera, una comunicación sana contribuirá a construir una buena relación. Es cierto que los desafíos se mantendrán por parte de los niños, pero cuando eso suceda hay que mantenerse tranquilos y sobreponerse, alejando a los hijos de aquello que los estén alterando.
Damián Montero
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