Desde pequeños, en los cuentos de la infancia, nos vienen hablando de parejas que se quieren mucho y sin esfuerzo, donde todo es maravilloso sin que en su vida haya ningún problema. Después, el cine romántico nos inculcó la misma percepción.
Actualmente, también se nos dicen que, por ahí fuera, en algún lugar, existe alguien con el que podríamos vivir de una manera placida y feliz. Con quien el amor no nos supusiese esfuerzo.
Eso que es tremendamente atractivo, resulta absolutamente falso. Hay que tener en cuenta que, aunque se conociese a todos los hombres o mujeres del mundo, la convivencia sería difícil, siempre exigiría esfuerzo. Saber callar y hablar en el momento oportuno no es fácil; así como controlar la soberbia, evitar el continuo querer quedar por encima, – es la droga que más matrimonios rompe-.
Como la relación de pareja es una relación entre iguales, si no se domina uno el orgullo, nos encontraremos constantemente intentando ganar terreno al otro.
Por tanto, ese alguien que buscamos, con el que la relación sería una constante maravilla, no existe. Todos tenemos defectos.
El éxito de una relación viene dado por el esfuerzo, lucha contra uno mismo, que el hombre y la mujer quieran hacer para mejorar personalmente. Eso quiere decir que hay que buscar a la persona con la que compartir la vida, fijándose- además de en sus características físicas y psicológicas- en su predisposición a afrontar la vida con un deseo de crecer, en la importancia que le da a mejorar como persona, en cómo se emplea por vivir sus creencias.
Asimismo, valoraremos si no tiene miedo a amar de verdad y a comprometerse en el amor. Tener miedo a la verdad personal es suicida y hace que la capacidad de amar se estanque. El no temer al amor hace que el este surja fuerte, pero el amor verdadero.
¿Por qué nos asusta el compromiso?
Parece que nos asuste amar y comprometernos, porque intuimos, con verdad, que todo amor lleva consigo, en mayor o menor medida, cierto sacrificio. El que no quiera tener dolores, pase la vida entera libre de amores, dice la canción popular. Así es. Esa es la razón de que muchas personas en nuestra sociedad, pasen por la vida sin saber lo que es el amor, con una tristeza de fondo y un desasosiego, que compensan, de vez en cuando, con algo de sexo. De esta forma, se hace uno la ilusión de que es querido.
No se puede vivir siempre en la tristeza, con el corazón en la mano, ofreciéndolo, buscando una pareja ideal que no existe, porque unos y otros tienen miedo al esfuerzo. La comodidad se lleva mal con el amor. En la medida que uno no se engañe, se diga la verdad y se enfrente consigo mismo, se irá dando cuenta que ese esfuerzo es menos costoso de lo que nuestra imaginación nos dice. Entonces, sí estaremos en disposición de encontrar la pareja ideal que es aquella que, como nosotros, esté dispuesta todos los días a luchar por mejorar como persona. Por querer más.
José María Contreras Luzón
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