¡Tantas preguntas para los padres primerizos! Son muchas las dudas que se arrastran durante estos momentos y mientras se desarrolla la primera infancia de los hijos. Una cuestión muy recurrente es si los pequeños están creciendo bien, si todo está produciéndose a la velocidad normal. ¿Qué se debe saber sobre este proceso biológico tan característico?
El crecimiento de los niños no solo se relaciona con el tamaño del cuerpo, sino que se traduce en una maduración progresiva de todos los órganos y sistemas que termina por hacer que el individuo alcance una funcionalidad completa. Si tienes dudas sobre la talla final que alcanzará tu hijo, o simplemente quieres saber cuál es el proceso normal en niños, desde la Asociación Española de Pediatría dan pistas en este sentido.
¿De qué depende la talla final de un niño?
La altura es un rasgo es hereditario y está determinada por la genética. En condiciones normales, cerca del 80% de la talla adulta es atribuible a la herencia familiar. Tambien está genéticamente predeterminado el ritmo de maduración que es, responsable, entre otros aspectos de cómo crecen los hijos, cuándo comenzará la pubertad o cuándo se terminará de crecer.
No obstante, ni la talla ni el ritmo de maduración dependen en exclusiva de la genética, sino que el resultado final (talla adulta tras la pubertad) depende de la interacción a lo largo de todo el proceso de crecimiento de factores genéticos y ambientales. Entre estos últimos se puede resaltar la nutrición, enfermedades sufridas o que puedan desarrollar. Todo ello puede modificar la talla final y el ritmo madurativo.
Todos los factores genéticos y ambientales implicados en el proceso normal de crecimiento y la necesidad de que «todo funcione bien» para que el crecimiento sea óptimo hacen que la valoración de la maduración de un niño concreto sea un indicador muy sensible de su estado de salud y bienestar, constituyendo una parte importante del control y seguimiento de los hijos por parte de su pediatra.
¿Los niños crecen al mismo ritmo siempre?
Una preocupación común en los padres es que su hijo crezca más lentamente que otros niños. La velocidad no es una constante a lo largo de la infancia y puede variar. De una forma, muy general, en el proceso normal se pueden observar tres periodos claramente diferentes:
– Dos periodos de crecimiento muy rápido, uno desde el nacimiento hasta los dos o tres años de vida. Otro en el periodo puberal, coincidiendo con el llamado «estirón» (aceleración del crecimiento característico de la pubertad).
– Un periodo de crecimiento más lento y estable entre los dos periodos de rápido crecimiento.
Este patrón general de crecimiento puede verse modificado o alterado por enfermedades (deficiencias hormonales, enfermedades crónicas) o situaciones anómalas (prematuridad, abandono, falta de cariño), pero también por variaciones individuales completamente normales, como serían entre otras: el sexo, el potencial genético de crecimiento (tallas familiares altas o bajas) o el ritmo madurativo del sujeto (maduradores tempranos o tardíos).
Damián Montero
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