Las emociones positivas y negativas están presentes en todos miembros que componen una familia y se interrelacionan constantemente entre todos los componentes a lo largo del tiempo. Aprender a aceptarlas, a reconocerlas y diferenciarlas es el primer paso para gestionarlas, siempre desde la tolerancia y el respeto a la sensibilidad de cada individuo, respetando su forma de ser, de sentir y de pensar.
Los seres humanos son emocionales por naturaleza. Las emociones tienen un gran peso sobre las conductas, ideas y creencias de cada persona. Gestionar las emociones es la forma de dirigir la forma de ser y de actuar, de modo que es imprescindible prestarles la atención que se merecen en el seno de la familia. Es aquí donde se aprende desde pequeños a interactuar con el mundo y la sociedad que se habita.
Aunque en este artículo se van a dar unas nociones básicas en la forma de para manejar sentimientos y emociones, para profundizar sobre el tema, la mejor fuente de información de la que se puede beber es la que ofrece el Instituto Europeo de Psicología Positiva (IEPP). Estos expertos en Mindfulness, Inteligencia Emocional, las emociones positivas y las emociones negativas constituyen un centro de formación de referencia en el marco internacional, no en vano ya han formado a más de 18.000 alumnos.
Es muy importante cuidar, dentro de la familia, el estado emocional de todos y cada uno de sus integrantes. Este trabajo va a determinar el tipo de vínculos afectivos y de relaciones que se van a forjar y desarrollar en el futuro. Además, tendrá un impacto determinante para los menores en su vida como adultos.
Las emociones dentro de la familia
La familia vive constantemente en un mar de emociones que es necesario gestionar para llevar una vida sana y plena. Analizar las inquietudes propias, la de la pareja o la de lo hijos, aprender a expresarlas y hablar de ellas es vital para un clima familiar adecuado y estable.
Todo es más fácil cuando los diferentes componentes de la familia son capaces de identificar sus estados emocionales y manejarlos. Es fundamental no dejarse llevar por ellos de forma descontrolada, como cuando aparecen la tristeza, el enfado, el miedo… emociones que dan lugar a conductas no deseadas, como gritos, reproches, falta de empatía o interés, entre otros. Hay que trabajar estos aspectos y dominarlos para no dar lugar a relaciones tóxicas que, lamentablemente, no solo guiarán la relación de la familia en el presente, sino que marcarán la vida de los hijos como adultos. Patrones que se repiten en un círculo vicioso del que es difícil salir.
Del mismo modo, hay que promover las emociones positivas, como la alegría, el afecto, que dan lugar a la risa, la escucha, el cariño, las caricias, etc. Este tipo de gestos también marcarán el clima familiar y el carácter de los hijos, pero de forma más conveniente y beneficiosa.
Consejos para gestionar las emociones correctamente
Con el fin de ayudar a cuidar las emociones dentro de la familia, estas recomendaciones serán de gran ayuda para el lector, insistiendo en que la mejor fuente de información se encuentra en la web del IEPP. Estos pioneros en el desarrollo de la Psicología Positiva apuestan por el aprendizaje y la innovación, apostado por proyectos de investigación relacionados con el bienestar, las emociones y las fortalezas.
Aprender a identificar y reconocer las propias emociones
Es necesario aprender de la experiencia, detectar cuáles son los desencadenantes de los diferentes estados emocionales, por qué se producen los estados negativos y positivos, reconocer lo que se siente en cada momento y las conductas que genera. Como cabe imaginar, habrá que buscar siempre promover el bienestar y la comprensión.
Expresar los sentimientos
Es esencial poder expresar con libertad los sentimientos, con calma y sin alterarse, en un clima de confianza. Explicar por qué uno se siente triste o enfadado es mucho mejor que gritar o enojarse.
Aprender a conocer a los demás familiares, reconocer sus estados emocionales, desarrollar la tolerancia y el respeto
No menos importante es reconocer la individualidad de cada persona y desarrollar la empatía y ser comprensivos con sus formas de actuar y expresarse.
Como en cualquier otro tipo de relación, cada individuo tiene una forma de ser, de actuar y de pensar. La tolerancia y el respeto son fundamentales para evitar los conflictos. Las diferencias son en realidad lo que enriquece. Es importante, así mismo, que cada miembro de la familia tenga su espacio, donde pueda evolucionar como individuo, desarrollarse sin sentir temor a ser diferente.
Desarrollar un estilo de comunicación positivo
Hay que saber escuchar, dejar que cada uno exprese sus emociones libremente, sin infravalorarlas, ni hacer juicios de valor, desde el respeto. De este modo, todos podrán sentir la suficiente confianza y podrán comunicar lo que sienten en cada momento. En este sentido, hay que emplear siempre un estilo de comunicación positivo para que las conversaciones sean fluidas, sin excederse en el abuso de poder de los mayores queriendo hacer prevalecer su opinión como la única irrefutable.
Expresar amor y afecto
La base de la familia es el amor. No se debe nunca escatimar en gestos y palabras de cariño y afecto, pues son los nutrientes de toda relación emocional positiva con la que crear fuertes y duraderos vínculos.
Fomentar actividades en familia
Organizar salidas de vez en cuando, jugar en sesiones hogareñas a juegos de mesa, ir al cine todos juntos, pasear por el parque o simplemente apagar la televisión y dedicar tiempo al diálogo y la comunicación es esencial para tener una relación familiar sana.
Marina Berrio
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