Todo el mundo comete errores y nadie quiere sentirse culpable o avergonzado cuando esto sucede. Cuando estamos abrumados por los sentimientos negativos que están asociados a la culpa, especialmente cuando alguien nos echa la culpa, es muy difícil sentirse motivados para aprender o cambiar. La cuestión es que, como padres, a menudo olvidamos estas verdades cuando se trata de los errores y desafíos de nuestros propios hijos y les echamos la culpa.
Por supuesto, tanto niños como adultos cometemos errores. Y, por supuesto, todos los niños actúan, de manera infantil, la mayoría de las veces. Y sí, cuando eso sucede, los padres podemos sentirnos frustrados, enfadados y estresados. Desafortunadamente, es en esos momentos cuando se vuelve demasiado fácil comenzar a jugar el juego de la culpa.
Por este motivo, conviene que reflexionemos sobre lo que hacemos habitualmente y cambiemos algunas cosas: por ejemplo, en lugar de señalar con el dedo a nuestros hijos y usar un enfoque de «yo contra ti», podemos adoptar un enfoque de «nosotros contra el problema». Cuando formamos parte del mismo equipo que nuestros hijos, invitamos a la cooperación y colaboración, y fomentamos la motivación. Juntos buscamos una solución al problema y mantenemos intacta nuestra autoestima, alegría y satisfacción.
3 pautas para alejarte del juego de la culpa
1. Pasar de «¿Cuántas veces tengo que decirte que limpies eso?» a «Veamos cómo podemos guardar los Legos rápidamente y transformar esta habitación».
Tu hijo ha sacado todos los juguetes y ha divertido mucho jugando. Lo más probable es que tú no hayas puesto patas para arriba la habitación. Pero, ¿realmente necesitamos recordarles a nuestros hijos todas las veces que no actuaron de manera responsable en el pasado?
En lugar de hacer eso, puedes convertir el tiempo de limpieza, o cualquier otra «tarea», en tiempo de juego. Canta canciones, cuenta chistes y entabla conversación. Con gracia, compasión y comprensión, nos conectamos con nuestros hijos y reforzamos nuestro amor. Y hacemos que el trabajo sea divertido, utilizando un lenguaje de motivación para los niños. Un pequeño juego combinado con tareas, atrae a los niños a querer limpiar por su cuenta en el futuro.
2. Pasar de «¡Me estás haciendo llegar tarde!» a «Quiero que lleguemos a tiempo, ¿crees que podemos lograrlo?«
Todos hemos sentido la prisa de necesitar estar en algún lugar a tiempo. Y, por lo general, son nuestros niños los que comienzan a demorarse precisamente cuando los necesitamos para apresurarse. En el momento, es fácil descargar nuestra frustración en nuestros hijos y culparlos por nuestra tardanza.
El uso de declaraciones de «yo» (en contraposición a las declaraciones de «tú») nos permite apropiarnos de nuestro horario y elimina la vergüenza que cargamos a los hombros de nuestros hijos. Además, pedir ayuda invita a nuestros hijos a cooperar y a hacer un trabajo colaborativo. Juntos, podemos alcanzar nuestra meta de llegar a tiempo.
3. Pasar de, «No puedo creer que hayas progresado tan poco a lo largo de este curso», a «¿Por qué no leemos las preguntas juntos y vemos cómo puedes avanzar y lograr autosuperarte?«
Ya sea que se trate de tutorías en el cole o extraescolares, a veces estamos dispuestos a dar un poco más para que nuestros hijos puedan aprender y tener éxito. Y si no vemos el tipo de progreso que esperábamos, o apreciación por nuestro esfuerzo, es fácil sentirse frustrado. ¿Pero es realmente su culpa?
Recuerda que nuestros hijos también quieren tener éxito (llámese éxito a superar la adversidad, sentirse plenos y autorrealizados en su vida), y obtenemos más cooperación y creamos sentimientos de buena voluntad cuando nos sentamos y abordamos las cosas juntos. Sé curioso, hazle preguntas compasivas y muéstrale interés genuino en las respuestas. ¿Está tu hijo perdiendo conexión con sus tutores, maestros o entrenadores? ¿Hay otras formas en que tus hijos se sientan más cómodos aprendiendo? Verifícalo también con ellos. Los profesionales pueden acompañarnos y ayudarnos a obtener soluciones para ayudar a nuestros hijos a salir adelante frente a los obstáculos sin sentir culpa constante por cada cosa que no se ha hecho como se esperaba.
En resumen, recuerda que como padres, constantemente también estamos aprendiendo y que ser duros con nosotros mismos y culparnos por cómo lo hemos hecho no nos aportará nada para ser mejores para nuestros hijos. Les aporta mucho más que nos vean de qué forma salimos adelante en nuestra vida, siendo el mejor ejemplo para ellos.
Gabriela García González. Autora de El Poder de Tu Resiliencia, El Poder de Ser Tu Mismo, Diario Emocional para Niños y de La Mejor Coach para tus Hijos ¡eres tú!
Experta en Desarrollo personal Integral, Profesora de Educación Consciente, Especializada en Empoderamiento Infantil y femenino. Formadora y Mentora de Emprendimientos desde el Ser para mujeres.
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