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¿Cómo aprender a autodominarse al educar a nuestros niños?

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Hay muchos aspectos que podemos tener en cuenta para ser dueños de nuestro carácter y convertirnos en una referencia amable para ellos. Autodominarse al educar a nuestros niños es también esencial para convertirnos en un ejemplo para ellos

El autodominio es lo que caracteriza a las personas, a diferencia de los animales. Poder autodominarse significa reprimir sus impulsos instintivos para tender, mediante la libertad, a un bien superior.

Los manuales de educación contemporánea no suelen contemplar esta opción de reprimirse como algo bueno y saludable, sin embargo, es esencial para ser feliz y hacer felices a los demás.

El autodominio no es una elección específica de quien aspira a ser líder, sino un deber fundamental para todo el que aspira a comportarse de forma más humana. Si además se es padre, se tiene una especial responsabilidad, pues no puede ser líder ante sus hijos, quien permanece a merced de sus caprichos, gustos, aficiones, estado de ánimo, debilidades… Piensa en la última fiesta en la que hayas participado, ¿qué personas te parecieron más atractivas, los espontáneos incontinentes o los señores de sí mismos?

Ser padre es un reto existencial apasionante y no puede culminarse con éxito comportándose como un obediente consumidor, vasallo ideológico de tópicos y tendencias gregarias: «lo importante es verles contentos…» Detrás de frases como éstas, a veces, los padres esconden su debilidad y se encuentran dominados por el entorno. ¿Quién no quiere ver contentos a sus hijos? Pero realmente, ¿piensas qué tus hijos estarán más contentos evitándoles todo disgusto y frustración?

Sólo quien se domina, actuará de forma libre y espontánea, con frescura y personalidad. Los hijos se sienten más liderados por sus padres cuando éstos últimos saben actuar a contracorriente, con alegría y en positivo.

¿Cómo autodominarse en la educación de los hijos?

Para alcanzar el autodominio:

1. Primero se debe tener un motivo valioso por el que valga la pena «reprimirse», sacrificarse.

2. Seguidamente, se deben poner los medios para fortalecer la voluntad y acrisolar el carácter.

3. Y siempre, tratando de pensar a fondo las cuestiones, con personalidad; con un pensamiento propio y magnánimo, sin dejarse arrastrar por la inercia, la moda o el conformismo. Un padre que persevera en una tarea que requiere un esfuerzo sostenido, sin conformarse con la solución fácil, se convierte pronto en una referencia válida para sus hijos.

El dominio de sí mismo es una de las claves del éxito en la educación de los hijos.

«Es que estos padres han tenido mucha suerte con sus hijos; son unas perlitas». Está claro que «la madera de los hijos» es importante, sin embargo, tiendo a pensar que, en educación, el resultado final tiene mucha más relación con el esfuerzo organizado que con la buena fortuna de los padres.

Autodominio de la palabra

Cuando una madre, o un padre, hablan más de la cuenta, frecuentemente se produce un deterioro de su liderazgo. Los hijos pronto aplican el refrán: «Perro ladrador poco mordedor» y desatienden las indicaciones sin temor.Los padres, tratando de lucir la poca autoridad que tienen sobre su hijo, proseguirán reprochándole su conducta de forma pesada y machacona. Mientras el hijo sea pequeño aguantará el sermón como pueda, pero cuando crezca, se hartará y empezarán las contestaciones impertinentes.

En otro sentido, la lengua debe ser controlada en su vertiente de respeto a los demás, pues quien la usa para desprestigiar a otros, de suyo se está desprestigiando a sí mismo. Un padre que critica, enseña a sus hijos deslealtad y les muestra una realidad desdibujada por la envidia o el amor propio. No es difícil entender que quien envidia algo a los demás, en el fondo, se siente inferior a ellos, y quien se siente inferior ¿cómo será líder de verdad? Por otro lado, el amor propio nos empequeñece y el empequeñecerse va en detrimento del liderazgo.

Autodominio de la ansiedad

En los momentos críticos, los hijos fijan su mirada en el rostro de sus padres para juzgar la situación. La menor mueca de inquietud o derrumbamiento es bastante para desalentar a los hijos y preocuparles sobremanera.

La serenidad de los padres es lo que determina en la familia la sensación de seguridad.

Para conservar ese sosiego, es necesario que los padres no se dejen dominar por sus ocupaciones o por los acontecimientos.

Es común encontrar «padres desbordados»; parece como una epidemia del siglo XXI, pero ¿no estaremos cargando la mano de forma subjetiva, por darnos muchas vueltas a nosotros mismos, no pensar en lo verdaderamente importante e ir a remolque del estrés?A fuerza de repetir, «estoy agotado», se acaba por creerlo. Ya está abierta la puerta a todas las impaciencias, a todas las fatigas nerviosas. Pero en realidad, lo que cansa y lo que enfada no es lo que se hace, tanto como lo que no se llega a hacer por falta de previsión y de organización.

Para que los padres sepan dosificar la tensión recomendamos:

1. Establecer prioridades, comprendiendo en todo el necesario descanso.

2. Ajustar el tiempo dedicado a cada tarea de forma proporcional a la importancia de la misma.

3. Saber reservar unos momentos de silencio y de reflexión, que no puedan interrumpir ni el teléfono ni visitas inoportunas.

Autodominio de los afectos

Decía Pascal, que el corazón tiene razones que la razón no comprende, sin embargo, esto no es óbice para actuar movido por los «solos afectos», pues son traicioneros y caprichosos. Una persona mantendrá una adecuada estabilidad emocional cuando sepa dominar sus afectos mediante un adecuado uso de la inteligencia y la voluntad.

Cuando mandan los afectos:

– Las personas se vuelven desordenadas e inconstantes, movidas por el ánimo de cada instante. -Se altera la visión de la realidad; exagerando y focalizando según el sentimiento.

– Los reproches duelen hondamente, ocasionando una injustificada sensación de fracaso.

– Los cambios de humor son más acentuados, pasando del entusiasmo al desaliento, de la alegría a la tristeza y del amor al odio.

– Se pierde capacidad de análisis y resolución de problemas.Los padres que son dueños de su corazón aman apasionadamente con un carácter tierno y enérgico a la vez. Se convierten en una referencia amable y constante para sus hijos.

Luis Manuel Martínez. Doctor en pedagogía. Orientador escolar.

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