«La aventura de la adopción es una lección de vida, sobre todo, para papá y mamá», afirma el periodista Ángel Exposito en el prólogo del libro Mis hilos rojos (Ciudadela), de Laura Cañete, una guía práctica de la adopción, plagada de sensaciones y recuerdos, donde revive sus cuatro procesos de adopción y nos muestra el camino para intentarlo.
Laura Cañete es abogada y mamá de 3 hijos adoptados en China. Actualmente, ella y su marido están esperando el cuarto, aunque no saben si lograrán conseguir su sueño de ampliar la familia, ya que la pandemia y la guerra en Ucrania han paralizado las adopciones. La encontramos en su perfil de Instagram @mishilosrojos y en el suplemento semanal de ABC, Alfa & Omega.
En la adopción no hay reglas fijas, ni dos procesos iguales
La adopción no está en los libros. ¿Qué es lo que te hubiera gustado encontrar en un libro de adopción cuando comenzaste?
Cuando nosotros empezamos nuestro primer proceso de adopción apenas conocíamos familias que hubieran adoptado y necesitábamos hablar y compartir con otras personas que hubieran pasado o estuvieran pasando por lo mismo porque necesitas hablar y sentirte comprendido, ya que es una maternidad o paternidad que tiene sus especialidades. El hecho de conocer otras historias te llena de optimismo y te da fuerza para seguir adelante. Me hubiera encantado encontrar un libro que me hablase de adopción, de testimonios o experiencias de familias.
¿Qué es lo que podemos encontrar en Mis hilos rojos?
En Mis hilos rojos encontramos el testimonio de nuestra familia, cómo hemos vivido cuatro procesos de adopción, con sus alegrías y dificultades. Es un libro que habla de sueños cumplidos y por cumplir. Somos una familia que hemos pasado momentos difíciles, como todas, pero nos hemos repuesto y hemos luchado por salir adelante. Durante estos años nos hemos encontrado con situaciones «curiosas» provocadas por el desconocimiento sobre adopción de las personas que nos rodean. Nos han hecho preguntas que nos han hecho daño o incluso nos han llegado a enfadar, pero ahora, con el tiempo, vemos que eran fruto de no entender la adopción. El libro trata de explicar al lector qué es la adopción y por qué esas preguntas nos duelen a los padres adoptantes para evitar situaciones incómodas.
¿Qué significado tiene el título?
Mis hilos rojos hace referencia a una leyenda oriental que cuenta que cuando dos personas están destinadas a estar juntas están unidas por un hilo rojo. Este hilo rojo se puede estirar, contraer o enredar, pero nunca romper. Esta leyenda la tenemos muy presente los padres adoptantes porque nos sentimos vinculados a nuestros hijos por ese hilo rojo desde que empezamos a pensar en ellos y es el motivo por el que decidí llamarme en Instagram @mishilosrojos. Mis hilos rojos son mi marido y mis hijos a los que me siento unida desde siempre y para siempre.
¿De dónde nace esa motivación para adoptar un niño y cómo crece esa fuerza en el interior de las personas?
La motivación para adoptar puede ser diferente en cada persona. En mi caso vi claro que quería adoptar antes incluso de conocer a mi marido. La motivación principal es querer ser madre o padre y volcar todo el amor que tiene cada pareja sobre un hijo o sobre los hijos que vengan, yo creo que es la misma motivación que cualquier padre o madre. La fuerza viene del convencimiento que tenemos los padres y madres adoptantes de que tenemos un hijo que nos espera. Queremos a nuestros hijos desde antes de saber que existen y eso te da una fuerza que es imparable. El proceso de adopción no es un proceso fácil, pero tus hijos (aunque no los conozcas) te dan la fuerza para luchar por ellos y seguir adelante cada día del proceso de adopción.
Muchos padres adoptivos dicen que es duro el proceso de adopción y que hay que hacer muchos papeles, ¿en qué consiste este proceso y cuánto tiempo dura aproximadamente?
La duración de un proceso de adopción es muy variable, en el caso de procesos de adopción internacional más porque dependemos de relaciones internacionales de dos países.
Ahora mismo la pandemia provocada por la Covid 2019 ha paralizado los procesos de adopción, la invasión de Ucrania desde luego no facilita tampoco las adopciones.
Cualquier factor puede alterar un proceso de adopción, por eso los tiempos son muy variables. Los tiempos de espera cambian incluso de una Comunidad a otra, no es lo mismo por ejemplo Madrid que Galicia. Los tiempos de espera también de cada uno, hay quien no tiene prisa y va cumplimentando los trámites poco a poco y hay quien necesita meter toda la velocidad posible al proceso. En nuestro caso los tres primeros procesos de adopción duraron en torno a dos o tres años y sin embargo ahora, el cuarto proceso, está completamente parado desde hace tres años, vamos a cumplir cuatro años de espera y no sabemos nada.
¿Cómo ha afectado la pandemia a los procesos de adopción?
La pandemia ha paralizado o ralentizado notablemente todos los procesos. China paralizó los procesos en febrero de 2020 y no ha vuelto a reactivarlos. Esta completamente bloqueada. Parece ser que está cambiando el sistema de adopción en este país y las familias que estamos a la espera no sabemos a qué atenernos. Sin embargo Vietnam ha modificado el sistema, pero nunca ha bloqueado las adopciones. En estos años de pandemia ha permitido viajar al país a las familias que tenían asignación y culminar sus procesos de adopción. Las familias que están a la espera en Vietnam saben que su proceso se va a prolongar más, pero tienen la tranquilidad de que las adopciones siguen funcionando. De una manera u otra todos los países se han visto afectados por la pandemia y todo ello lleva a que muchas familias opten por la adopción nacional y por tanto esta vía también se ve afectada.
¿Qué recomiendas a los padres para ese esperado encuentro entre padres e hijo/a, qué recomendaciones puedes darles para iniciar ese acercamiento en función de la edad del niño/a?
La verdad es que no me gusta dar consejos porque cada persona, cada hijo y cada encuentro es único, y por tanto lo que a mí me ha funcionado puede ser que otra persona no le funcione para nada. Pero bueno, me atrevería a recomendar ir con el corazón y la mente muy abierta, y preparados para acoger a nuestro hijo como venga. Independientemente de la edad, puede venir muy bloqueado, contento, enfadado, porque ellos muchas veces no entienden bien la situación, nos dan la manita y en un acto de fe se vienen con nosotros. Nosotros debemos estar preparados para facilitarles ese momento, entenderles y empalizar con ellos.
A mí me ha funcionado tratar de no pensar en lo que han vivido con anterioridad.
Siempre hago el ejercicio de visualizarme frente a ellos pensando que hasta ese momento han vivido muchas cosas que yo no conozco, pero a partir de ese momento en que ya estamos juntos para siempre, empieza lo bueno. Vamos a vivir momentos buenos y malos pero los vamos a vivir juntos.
Apego, hábitos de sueño, comidas… ¿qué hacer para que la adaptación en familia y el cambio de rutinas no sea difícil para los niños al acogerlos?
A veces conocemos los hábitos y rutinas que han tenido hasta el momento en que están con nosotros y, en la medida de lo posible, podemos tratar de mantenerlos para no introducir más cambios en su vida y darles tranquilidad. Pero por ejemplo, en nuestro caso que siempre ha sido adopción internacional, nuestros hijos pasan de estar en una institución con sus rutinas más o menos marcadas, a estar con nosotros en un hotel. Además tenemos mil gestiones y trámites que hacer. Todo ello complica mucho cumplir los horarios y mantener rutinas. Yo creo que lo más importante durante esos primeros días, no es tratar de mantener sus rutinas sino disfrutar de ellos y fortalecer los vínculos y su seguridad. Ya habrá tiempo de establecer rutinas. En nuestro caso los niños estaban acostumbrados a dormir en su cuna solos y los dos mayores cuando llegaba el momento de acostarse se relajaban y se dormían sin problema, sin embargo la pequeña necesitaba dormir abrazada a mí y era imposible hacerlo de otro modo. Los niños deben aprender a dormir solos, pero en ese momento mi hija necesitaba esa seguridad que le daba estar abrazada a mí. Con el tiempo ya introdujimos sus rutinas de sueño para que empezase a dormir sola y tranquila. Yo creo que la adaptación es eso, ir descubriendo qué necesita cada niño para que vaya estando tranquilo y contento, y las rutinas, hábitos y buenas costumbres se van introduciendo poco a poco, sin dejar de exigir, esperando mucho de ellos, porque al fin y al cabo, en eso consiste educar, en conjugar cariño, respeto y exigencia.
¿A partir de qué edad le contamos que es adoptado y cómo debemos hacerlo? Siempre. No hay un momento idóneo para hablar. Empezamos a hablar con ellos desde el mismo momento en que nos encontramos con ellos, da igual la edad. Ellos son adoptados, es una realidad de la que se habla con naturalidad, obviamente adaptas el mensaje, no es lo mismo hablar con un niño de dos años que con un niño de ocho. A veces a través de cuentos, viendo las fotos del viaje, planteándoles cuestiones, respondiendo dudas. Nosotros por ejemplo, aprovechamos para hablar cuando se acercan fechas importantes, celebramos mucho y en familia las fechas que tienen relación con la adopción, es otra forma de hablar de una manera muy positiva asociando la adopción a celebraciones y momentos de disfrutar en familia.
¿Cómo responder al tema del abandono si surge?
Con respecto al tema del abandono creo que lo importante no es cómo responder, sino el hecho de responder. Hay que responder siempre y si no surge porque no preguntan, sacarlo nosotros. Es muy importante hablar con ellos de todo, pero especialmente de estos temas que son más sensibles. Creo que hay que responder con naturalidad, sin miedo y sin tapujos, llamando a las cosas por su nombre y por supuesto con mucho respeto y mucha empatía.
¿Por qué no debemos posponer nuestras respuestas cuando ellos formulan la pregunta?
Creo que en una familia no puede haber temas que no se pueden tocar. Cuando ellos preguntan es porque necesitan saber. Es importante que sepan que nosotros siempre estamos dispuestos a contestarles. Yo personalmente prefiero que me pregunten a mí lo que les inquieta, entre otras cosas porque me da mucha información del punto en el que están, a que lo pregunten donde no deben, además la respuesta que considero más adecuada se la voy a dar yo.
Cuando contestas siempre, el mensaje que les transmites es que pueden preguntar porque siempre hay respuestas.
Por tanto siempre buscarán las respuestas en papá y mamá que no tienen problema en contestar. No hay preguntas incómodas porque no hay temas incómodos.
¿Cuáles son los principales miedos con los que se tienen que enfrentar los padres a medida que sus hijos adoptivos crecen?
El miedo es libre y cambiante a lo largo del tiempo y diferente en cada persona. Nosotros al principio teníamos miedo de no estar a la altura o de no saber cómo gestionar los primeros momentos, con nuestro primer hijo teníamos miedo de saber quererle. Ahora nos parece una barbaridad. Con nuestra segunda hija nos sentíamos igualmente primerizos y los miedos eran distintos, pero seguía habiendo miedos. Como queríamos tanto a nuestro primer hijo nos daba miedo no quererles igual, pero en cuanto el proceso de adopción avanzó un poco, vimos claro que era un miedo absurdo. Conforme va pasando el tiempo los miedos van cambiando. Ahora nos preocupa lo que oímos de otros padres, algunos dicen que la adolescencia de los niños adoptados es más difícil y como ahora nos empezamos a adentrar en el mundo de la preadolescencia es lo que nos empieza a preocupar. En cualquier caso, entiendo que los miedos de los padres adoptantes son parecidos a los miedos de cualquier otro padre.
¿Crees que los padres adoptantes son más sobreprotectores? ¿Por qué?
Creo que habrá de todo, no se puede generalizar. Se podría entender que fuéramos más sobreprotectores porque al fin y al cabo nuestra paternidad o maternidad es muy consciente. Luchamos mucho para conseguir llegar hasta nuestros hijos y ello hace que vivamos nuestra paternidad de una manera muy especial. Cuando ya tenemos a nuestros hijos disfrutamos mucho y exprimimos cada momento con ellos, igual esto podría explicar que seamos más sobreprotectores, pero sinceramente creo que tiene que haber de todo.
Marisol Nuevo Espín
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