Con la intención de remover y agitar el mundo docente, y para recuperar la pasión por la profesión de maestro, Nino Cervera acaba de publicar el libro ¿Eres el profe que te hubiera gustado tener?, un manual totalmente práctico para ser ese profesor que diseña el camino para que su alumnado deje huella.
Además de ser profesor titulado, Nino Cervera es especialista en formación del profesorado y en innovación educativa, realiza vídeos inspiradores para profesores, familias y alumnado hablando de educación y los comparte en su página de Instagram: @ninoceronte.
No es la tecnología lo que hay que mejorar, es la metodología
¿Cómo haces para meter la vida real en medio de las clases?
Para meter la vida entre las cuatro paredes de un aula es necesario plantearse qué parte del contenido es más aplicado a algo «real», del día a día, a la vida personal o profesional del alumnado. ¡Busca en tu contenido lo más vital! Luego se puede darle tiempo a lo importante. En la vida uno invierte más tiempo en lo que considera más relevante. En las materias se puede hacer lo mismo. Repiensa tu contenido y dale más horas a lo que es útil y aplicable… Es verdad que no siempre es fácil encontrar utilidad y aplicabilidad en todas las materias. Por ello, si el contenido no es muy aplicable a la vida, se puede meter la vida real a través de las habilidades o competencias. Todas las personas necesitan saber debatir, defender una idea, hablar en público, trabajar en equipo…
La educación es clave para cambiar el mundo, ¿cómo debemos educar a nuestros hijos para la paz?
Como dijo Freire: «La educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo».Es labor de la educación educar para la paz. Y no es nada fácil. Nuestra sociedad está metida en un capitalismo despiadado diseñado para la competencia y el consumo. ¿Quiénes son las personas exitosas de nuestra sociedad? Nos han hecho pensar que son las personas que, individualmente, tienen más dinero y pueden comprar más cosas. Y la felicidad no está en el dinero. Entonces casi que se nos obliga desde que somos pequeños a competir, a ver quién saca más nota, quién es la matricula de honor, quien puede entrar en una carrera y quien no… Nadie educa para la paz porque no se educa para cooperar. La paz está en la cooperación, en sentir que la humanidad es una ayuda y un apoyo, no una amenaza.
¿Cómo puede hacerse?
Educando de manera cooperativa, haciendo trabajos en equipo donde el fin es que todo el mundo aporte. Cambiar el yo por el nosotros. Diseñar actividades donde si uno lo consigue, todos lo consiguen. Celebrar los éxitos de los demás como propios.Ya se vio en la pandemia… si nos salva la cooperación, ¿por qué educamos en competencia?
¿Cuáles son tus trucos para conseguir que tus alumnos se enamoren de tu asignatura?
Hay varias maneras. La primera hacer que tu clase sea un lugar a donde quieran ir, donde pasen cosas interesantes, donde el tiempo pase rápido. El mayor piropo que me han hecho nunca fue de Sofía, una alumna que me dijo que mis clases cambian el TODAVÍA por el YA. No lo entendí y me dijo: «Profe, en muchas materias miro el reloj y pienso* ¡TODAVÍA!… y cuando tus clases se acaban digo* ¿YA?» Cuando algo te gusta, el tiempo pasa rápido y no quieres que se acabe.La segunda manera es ser un profe apasionado. Si a ti no te gusta tu materia o tu profesión, es imposible que les enamores con ella. Ninguna materia es más aburrida o peor que otras, todo depende del profe que la imparta. Si cuenta anécdotas, si tiene una buena estructura de clase, si explica de manera amena, si hace actividades que enganchen, si conecta la materia con el interés del alumnado, si propone retos, si se interesa por conocerles… ¡tantas formas! Ayudaría mucho simplemente pensar qué tipo de clase querríamos recibir los profes si tuviéramos que estar 6 horas sentado cada día dentro de un aula.
¿Qué hacer para conseguir que los alumnos estén más preocupados de aprender que de aprobar?
Para esto es necesario que a tu alumnado le cambie el concepto de evaluación. Hacerles ver que evaluar es un acompañamiento, que el profe es un entrenador que está a su lado pendiente de su proceso y no un juez que sentencia en un juicio. Tiene que haber mucha autoevaluación y metas de mejora para que se dé el aprendizaje. Todo ello aliñado con una estructura de clase motivadora donde haya diferentes productos de evaluación… que la propia evaluación sirva para aprender no solo para calificar. Donde no solo haya pruebas escritas memorísticas sino debates, exposiciones, mapas mentales, discursos, pósters, disertaciones… con ello no solo te aseguras que aprenden el contenido y las habilidades sino que adquieren conocimientos para su vida futura.
Las personas no somos un número ni una nota. Todos somos diferentes y por eso aprendemos diferente.
¿Cómo diseñar una buena clase?
A la hora de diseñar una clase suelo seguir la técnica IPA. Empezar con un impacto que capture la atención (una anécdota, un juego, una anécdota, una historia…). Después viene la P de presentación. Aquí les explico el contenido del día de manera que el alumnado está activamente implicado en la explicación mediante rutinas de pensamiento, actividades cortas, reflexiones en cooperativo. Y terminamos con la A de acción, hay que hacer algo con el contenido siempre. Ponerlo en práctica y aplicarlo. Luego suelo reservar los últimos minutos para terminar con gusto, en alto, con el final de la historia que empecé en el impacto al inicio de la clase, con vídeo motivador sobre el contenido, una canción que tenga relación con el mismo… algo que les deje con ganas de verme entrar por la puerta al siguiente día.Hay días que me paro fuera de la puerta de mi clase y me digo que voy a dar la mejor clase que se ha dado nuca. Lógicamente esto es imposible, pero hizo que la clase fuera mucho mejor que si no me hubiera planteado nada.
¿Consideras imprescindible aplicar algunos principios de la neurociencia para captar la atención de los alumnos en clase?
Francisco Mora dice que solo aprendemos si hay emoción. Cada vez hay más conocimientos sobre cómo funciona el cerebro y eso hace que vayamos sumando herramientas para hacer clases más efectivas en todos los sentidos.Cuando estoy dando clase muchas veces pienso en cómo cambiaría si el alumnado tuviese un semáforo encima de sus cabezas y yo poder ver si atiende (verde), está empezando a distraerse (amarillo) o está pensando en otras cosas (rojo). Para evitar esto y a falta de que creen esta aplicación hay varias formas de retener su atención:
– Stop clases magistrales: si lo que queremos es que no atiendan, hablemos todo el rato. Hay que darle la vuelta a esto y tener al alumnado enganchado con actividades que se intercalen en nuestras explicaciones para asegurar que su cerebro está en verde.
– Cambiar el formato de las clases: meter sorpresas, moverles de sus sitios, hacer cosas inesperadas, conectar con sus intereses, usar el humor, meter música… atendemos a todo lo que sea un estímulo diferente.
– Entrenar técnicas de atención plena: dedicarle de vez en cuando 4 minutos a entrenar la atención ya que les pedimos algo (que atiendan) que quizás nadie les enseñó a hacer nunca.
¿Cómo aprendemos?
La pregunta del millón. Es tan amplia que se podría llenar páginas. Hay muchas teorías y corrientes. Basándome en mi experiencia, estudios, lecturas… diría que aprendemos primero lo que nos parece útil y segundo, lo que nos interesa. Si yo te pongo aquí el alfabeto de Etiopía probablemente nadie se lo aprendería. ¿Por qué? Porque es probable que no te sea necesario nunca para nada. Pero si fueras a viajar la próxima semana a este país quizás si te interesase. A lo que voy es que si queremos que el alumnado aprenda más y mejor hay que meter cosas útiles o aplicables dentro de las materias… y si esto es muy difícil, hacerlo interesante. Es muy complicado que nuestro alumnado aprenda si algo no les interesa ni tampoco lo ven de utilidad. Se lo memorizarán para aprobar y luego se lo olvidarán. Lo dijo hace 500 años Erasmo de Rotterdam: «El colmo de la estupidez es aprender lo que luego hay que olvidar»
A la pregunta «¿cómo aprendemos?» podría responder diciendo que se aprende si hacemos algo con el contenido, si somos capaces de narrar lo que hemos asimilado, si lo sabemos aplicar. Y, también, se aprende más y mejor en cooperativo. Muchas veces se aprende mejor entre iguales con lo cual es vital diseñar actividades donde el alumnado tenga que explicarse, resolver problemas, reflexiona… para ello son muy útiles las estrategias de aprendizaje cooperativo que se proponen en el libro.
¿Qué es para ti la innovación educativa?
Educar para la vida real. Educar para el presente y el futuro, pero aprendiendo del pasado. No dejar nunca de aprender y usar/probar diferentes técnicas hasta encontrar las que mejor te funcionen. Hacer equipo con otros profes y familias.
Innovar en educación es algo tan revolucionario como sencillo: poner al alumnado como protagonista de su aprendizaje.
En relación a las nuevas tecnologías (pizarras digitales, tablets en el aula…), muchos estudiantes se quejan de dar lo mismo en otro formato, ¿qué contenidos educativos crees que están obsoletos y deberíamos cambiar?
Las nuevas tecnologías no sirven para nada si hacemos lo que ya sabemos que no funciona y desmotiva. Puedes tener al alumnado en silencio haciendo ejercicios de un libro día tras día o haciéndolos en una tablet. No es la tecnología lo que hay que mejorar (que no viene mal), es la metodología. Un buen profe te hace una clase increíble en un jardín. Y un pésimo profe hace una clase desastrosa aún teniendo cada estudiante una tablet. El contenido no es el problema. El currículo educativo es amplio y tiene muchas posibilidades. Pienso que hay que repensar desde cada materia que es lo esencial y útil… y darle el tiempo y la profundidad que se merece mientras entrenas habilidades útiles para la vida. Quizás nadie más vaya a hacerlo.
¿Para aprender hay que equivocarse?
Sí. Yo le digo a mi alumnado que no fallaron, sino que descubrieron una manera de saber cómo no hacerlo. El error es fundamental para aprender. Y aprender a tolerar la frustración, también. La clave es no abrazar el error y acomodarse en él sino ponerse metas de mejora y caminar para alcanzarlas.
¿Cómo enseñar a los niños la cultura del error?
Hay que elogiar los intentos y no solo los aciertos. Si hasta Messi o Einstein fallaron, ¿no lo vamos a hacer nosotros? Les digo a mi alumnado que el error no es fallar, es no intentarlo. Porque unas veces se falla y otra… se acierta. Y me despido con una frase: «Somos lo que hacemos para cambiar lo que somos».
Marisol Nuevo Espín
Te puede interesar:
– El rendimiento en clase, ¿de qué depende?
– Enseñar a pensar, el pensamiento crítico de los niños