Los rostros de todas las personas en el mundo experimentaron un gran cambio hace dos años. No fue una alteración física, sino que las caras fueron cubiertas por mascarillas con el fin de que el coronavirus no siguiera expandiéndose. Ni siquiera los más pequeños de la casa se escaparon de esta obligación. ¿Ha tenido algún efecto el uso de este producto sanitario?
Tal y como dicen desde el Hospital San Joan de Déu, de Barcelona, han sido meses durante los que la población infantil tuvo que respetar esta medida sanitaria que a día de hoy perdura. Es el momento de empezar a recoger resultados sobre el efecto de las mascarillas, que en un principio iban a ser temporales, pero que ya llevan dos años entre nosotros.
Efectos de las medidas en los procesos del aprendizaje
El efecto más evidente de las mascarillas en los niños ha sido el efecto en la capacidad de los niños para reconocer rostros y emociones en su entorno. Esto ha complicado la comunicación receptiva y expresiva. Y es que hay que tener en cuenta que los más pequeños aprenden a hablar a través de las interacciones sociales y los movimientos de los labios y la boca es muy importante en este proceso, atendiendo a los gestos de quienes los rodean.
A largo plazo no hay un consenso sobre los efectos del uso de las mascarillas en el desarrollo de los niños. Hay que tener en cuenta que dentro de las burbujas familiares no se emplean estos productos, por lo que se puede compensar incentivando la estimulación a través de una comunicación de calidad. En especial trabajando en las llamadas células de empatía que permiten interiorizar las claves del aprendizaje del habla.
Ver los rostros de las personas pone a trabajar las células de empatía, responsables del reconocimiento de los sentimientos de otras personas, así como la interacción social en las personas y con el mundo que los rodea. El funcionamiento de estas neuronas es especialmente importante durante la infancia porque es entonces cuando se desarrollan (a partir de los seis meses o año de edad). Las referencias que encuentran en el entorno son muy importantes para reconocer expresiones emocionales.
En especial es posible que los niños que han desarrollado un trastorno del lenguaje, de la comunicación o de la audición (hipoacusia, trastorno del desarrollo del lenguaje (TDL), dislexia o trastornos del espectro autista (TEA), entre otros); son los que pueden sufrir más las consecuencias de esta situación. En especial en etapas evolutivas «sensibles» como es la etapa temprana (de 0 a 5 años).
Influencia del coronavirus en niños
En la actualidad se desconoce cuál es el impacto que toda esta situación de pandemia tendrá a medio y largo plazo en los niños. Aunque los expertos saben que los menores y los adolescentes son un colectivo especialmente vulnerable a situaciones de catástrofe, y que las situaciones de crisis suponen una amenaza para la salud mental. Las medidas del confinamiento, por sus características de impredecibilidad, de incertidumbre y de rotura de rutina habitual son consideradas un evento adverso estresante, que ha generado un impacto emocional directo en la mayoría de personas, especialmente entre aquellos con vulnerabilidades y dificultades preexistentes.
Según los expertos en psicología clínica y psiquiatría de la infancia y la adolescencia, uno de cada cuatro niños que ha sufrido aislamiento por COVID-19, presenta síntomas depresivos y/o de ansiedad. A día de hoy también sabemos que el cierre de las escuelas puede tener un efecto negativo sobre la salud y el bienestar de los niños, especialmente para los grupos más vulnerables.
Damián Montero
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