En nuestra sociedad actual, y cada vez con mayor frecuencia, la experiencia de la infancia trascurre en un entorno urbano, separado del mundo natural, donde los momentos de juego al aire libre quedan muy limitados.
Esta vida sedentaria, lejos de la naturaleza, conlleva grandes desventajas para los niños como pueden ser la pérdida de estímulos, de sensación de libertad y de exploración del mundo que les rodea. La ausencia de estas experiencias vitales influye negativamente en su crecimiento y aprendizaje.
Las actividades al aire libre poseen grandes beneficios para el desarrollo cognitivo, personal, emocional y social de los niños, facilitando la integración de los aprendizajes motores e intelectuales de forma coherente en su manera de actuar. Estas ventajas de educar al aire libre se vieron muy reflejadas durante el confinamiento, donde la ausencia de contacto directo con el mundo exterior damnificó la eficacia del aprendizaje.
Clases en contacto con la naturaleza
Los niños necesitan de un contacto constante con la naturaleza, de ahí que la educación al aire libre se erija como una pieza fundamental para su progreso. Un pilar indispensable para su evolución cognitiva. Los expertos apuntan que, a través de actividades diarias al aire libre, los alumnos reducen los riesgos de padecer enfermedades, aumentan la confianza en sí mismos, conocen sus niveles de autocontrol, desarrollan su curiosidad y mejoran sus habilidades sociales, entre otras muchas cosas. Por ello es indispensable que, desde los colegios, se impulsen prácticas de este tipo desde edades tempranas.
Afortunadamente, hoy en día, cada vez son más los centros educativos que entienden que una enseñanza al aire libre es crucial para el desarrollo máximo de las competencias y habilidades de sus alumnos. Este modelo de línea pedagógica que exige la adaptación de espacios para el aprendizaje en exterior permite el aumento de la independencia a los alumnos tras concederles la oportunidad de elegir entre un aprendizaje dentro o fuera de las aulas.
Por ello, algunos centros educativos optan por introducir el Free Flow en sus programas educativos, una pedagogía que apuesta, en varias etapas educativas, por el aprendizaje al aire libre, respetando siempre el ritmo de cada niño. Esta práctica posee múltiples beneficios para los alumnos ya que realizar actividades al aire libre les ayuda a mejorar sus niveles de aprendizaje y descubrir en libertad, contando con un espacio mucho más atractivo y natural.
En este modelo pedagógico, la educación al aire libre está planteada como una extensión del aula y un espacio donde poder realizar actividades que tienen más dificultad en un espacio interior, como, por ejemplo, poner a los alumnos en contacto con la naturaleza. Este modelo educativo permite potenciar el desarrollo de la creatividad e independencia de los niños en sus primeros años de vida, así como la capacidad de gestionar recursos, generar y expresar ideas.
Beneficios del aprendizaje al aire libre
Otro de sus grandes beneficios del aprendizaje al aire libre es la reducción de la sensación de angustia que pueden llegar a sentir algunos alumnos al tener que cambiar de una actividad a otra de manera continua en las aulas. Esta pedagogía entiende la necesidad de ir paso a paso y poner a disposición de los niños el tiempo que necesiten para asumir lo que están aprendiendo.
Los niños, como los adultos, son completamente distintos unos de otros y, por lo tanto, necesitan diferentes opciones adaptadas a sus necesidades que les permitan mejorar cada día, así como una variedad de alternativas de aprendizaje. Por otra parte, otra de las grandes ventajas que posee esta pedagogía es el aumento de la capacidad de atención de los alumnos, algo extremadamente beneficioso para aquellos niños que padecen un trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).
Los resultados obtenidos por aquellos centros que han implantado la metodología Free Flow en sus programas educativos son abrumadores: se han percatado de que al conceder a los alumnos un mayor espacio su capacidad de aprendizaje es mucho más productiva y que su nivel de independencia y autonomía es mayor que los niños de su misma edad.
En esta enseñanza al aire libre tanto los centros educativos como los padres o tutores de los alumnos desempeñan un rol crucial, permitiendo que estos aprendan activamente y por descubrimiento, a través de actividades ajustadas a sus necesidades y motivaciones personales, permitiéndoles en un futuro convertirse en personas autónomas, responsables, comprometidas y felices.
Alexia Aramendi. Maestra de infantil en el área de inglés de CEM.
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