¿Somos proactivos a la hora de educar? ¿En qué consiste la paternidad proactiva? Es un enfoque parental basada en la prevención, en lugar de tener que resolver los problemas más tarde, y que ayuda a reducir la lucha de poder entre padres e hijos. Se caracteriza porque los padres son plenamente conscientes de la realidad de su hijo.
Educar hijos adolescentes es uno de los grandes retos que se les presenta a los padres y que, por lo general, suelen afrontar con cierto respeto al tratarse de una época delicada. Sin embargo, las familias de ahora son cada vez más diversas y demandas formas alternativas con las que enfrentarse a la educación de sus hijos.
Prácticamente desde que nacen, podemos proporcionar a nuestros hijos una serie de pautas que aplicar durante su crecimiento. Para esto, dice la doctora Deanna Mason especialista en enfermería y máster en enfermería pediátrica, y fundadora de Paternidad Proactiva, no es necesario que nos convirtamos en hiperpadres sobreprotectores e invasivos de su intimidad.
Se trata, simplemente de supervisar a los hijos con plena «conciencia» de aquello que le puede estar ocurriendo. Con el tiempo, esta conciencia se transformará en una relación que nos otorgará confianza y control como padres; mientras que «los hijos de padres proactivos sienten que sus padres son sinceros, seguros, fiables y honestos, por lo que el vínculo se fortalece y conduce a sentimientos de familiaridad», sugiere Mason, también autora de Cómo educar adolescentes con valores (LID 2017).
Asimismo, podríamos decir que la paternidad proactiva se centra en la prevención o intentar reducir, dentro de lo posible, los problemas de conducta más habituales en la fase adolescente. Todo esto, combinado con la enseñanza de valores que se aplican durante el tiempo que se ahorra en la resolución de unos conflictos nos consumen más de lo necesario.
Los 3 pilares de la paternidad proactiva
¿Cuáles son los tres pilares en los que basar esta paternidad según Deanna Mason?
1. La disciplina y la fijación de límites
La autoridad, la responsabilidad y el autocontrol son conceptos imprescindibles que nuestros hijos aprenden, desde que son pequeños, y mientras construyen su madurez. Los adolescentes continúan en una edad en la que no saben distinguir lo que les beneficia de lo que les perjudica, al igual que no son capaces de medir las posibles consecuencias de sus actos o controlar sus impulsos si nos les hacemos reflexionar sobre ello. Con el establecimiento de ciertos límites «los padres demuestran a sus hijos cómo deben comportarse para mantenerse seguros, bien alimentados, físicamente fuertes, sanos y felices».
2. Las técnicas parentales flexibles
La paternidad proactiva defiende la libertad con respecto a lo que cada padre y madre quiere enseñar a sus hijos, sin que esté definido un modo correcto o incorrecto de abordar esa educación. De ahí el concepto de flexibilidad, ya que el enfoque realmente se centra en alcanzar los objetivos parentales que nos hayamos propuesto. Debemos elegir los valores que pensemos que nos definen como familia y que, a la vez, los niños y adolescentes sientan que les pueden resultar útiles en un contexto social, fuera de casa.
3. El sentimiento de confianza y control
«Saber lo que buscamos y cómo adaptar nuestro plan a las necesidades de los niños incrementará nuestro sentido de confianza y de control mientras establecemos las técnicas y los límites. Los padres proactivos saben que están construyendo una educación», argumenta la autora. Con esta técnica no se verán resultados en dos días, sino que se irá forjando la educación con calma y derecha a la dirección correcta. Los pequeños éxitos otorgarán a los padres una seguridad y un control al ver cómo los hijos maduran poco a poco.Estos tres aspectos permitirán transmitir los valores éticos y morales en los que queramos educar a nuestros hijos; «utilizar estos pilares en conjunto crea una sinergia y una coherencia interna en la familia», tal y como explica Deanna Mason.
Ana Cemborain
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