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¿Por qué la disciplina positiva es un estilo de vida?

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Los niños no desarrollan su responsabilidad cuando sus padres y profesores son demasiados estrictos y controladores, ni tampoco lo hacen cuando sus padres y profesores son permisivos. Los niños aprenden a ser responsables cuando tienen oportunidades para aprender valiosas competencias sociales y para la vida en un entorno de amabilidad, firmeza, dignidad y respeto.

La práctica de la disciplina positiva como estilo de vida tiene muchos beneficios en un momento en el que la sociedad necesita más que nunca un referente para mejorar las relaciones humanas.

Origen de la Disciplina positiva

En términos puramente técnicos la Disciplina positiva tiene su origen en 1920 cuando Alfred Adler, médico y psicoterapeuta de origen austriaco y su discípulo Rudolf Dreikurs desarrollaron un modelo de trato respetuoso en la educación infantil, que adoptó el nombre de crianza democrática. Pero no fue hasta 1988 cuando Jane Nelsen y Lynn Lott crearon la auténtica metodología en la que se sustenta la Disciplina Positiva tal y como la conocemos en la actualidad.

Principios de la Disciplina positiva

Destacan las múltiples ventajas que representa su aplicación a las distintas esferas de la vida, simplemente cambiando la perspectiva y el foco en nuestra manera de ver y afrontar las distintas relaciones interpersonales, ya sean con nuestros hijos, pareja, familia, amigos o compañeros de trabajo:

– Cambiar obediencia y corrección por soluciones y conexión
– Cambiar relaciones verticales y jerárquicas por horizontalidad y cooperación
– Cambiar control por autodisciplina y acompañamiento
– Cambiar autoexigencia por empoderamiento
– Cambiar miedo y sumisión por respeto y empatía
– Cambiar luchas de poder por equipo de confianza
– Cambiar error = fracaso por error = oportunidad de aprendizaje
– Cambiar sobreprotección por potenciar habilidades para la vida y confianza

Beneficios de la disciplina positiva

De cara a las relaciones familiares está demostrado que una educación facilitada bajo los principios de respeto, cariño y comprensión favorece el desarrollo emocional de los niños, reforzando considerablemente el vínculo con sus padres. Algo que se traslada también a la formación escolar, favoreciendo un ambiente de cooperación en pro del crecimiento socioemocional de los alumnos. En la pareja fomenta relaciones sanas basadas en el respeto mutuo, facilitando la conexión y facilitando la búsqueda de soluciones ante un conflicto.

Por su parte, aplicar los principios de la Disciplina positiva en el ámbito profesional fortalece las relaciones interpersonales, fomentando la escucha activa, la empatía y la colaboración entre los miembros del equipo. Sin olvidar que mejora sustancialmente la eficacia y el rendimiento de la organización en beneficio de los objetivos de la empresa.

Marisol Nuevo Espín

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