La lectura es uno de los medios formativos más poderosos que existen, especialmente en la adolescencia; pero, por el mismo motivo, también puede llegar a ser un medio deformativo. Y esto es porque ninguna lectura es inocua, y a esta edad, aunque son capaces de pensar como un adulto, todavía no tienen bien desarrollada una adecuada capacidad crítica.
En este momento comienzan a fijarse en el estilo. El libro ya no es sólo una historia más o menos divertida, sino que esa historia está contada de una manera u otra. Es, por consiguiente, el momento en que, con ayuda, han de comenzar a ser capaces de ver cuál es el punto de vista del autor, por qué se detiene tanto en esa descripción y no en aquella otra, si los personajes son conocidos y presentados sólo por sus acciones y diálogos, o si el autor parece como «metido en su cabeza» y sabe todo lo que piensan y sienten, etc.
Empiezan a interesarse por las introspecciones, la incursión en el mundo interior de los personajes proporciona materia para la reflexión y para un análisis de sus propios conflictos interiores. Pensar y reflexionar sobre lo leído es lo más importante para ser analítico y tener un punto de vista personal. Sólo si el adolescente es capaz de llegar a dar este salto se convertirá en un verdadero lector y desarrollará una auténtica capacidad crítica.
El poder de las palabras: la capacidad crítica
1. Una buena táctica para despertar el gusto de los hijos por los libros es que nos acompañen a comprarlos… Estas escapadas tienen siempre su grado de novedad y, a veces, para llegar a apreciar la lectura hay que «enamorarse» primero del libro físico. La compra de un libro no debe ser es algo excepcional.
2. Orientar en la lectura puede suponer una tarea bastante complicada ahora, pues existen muchos buenos libros y también malos y, por supuesto, son mucho más largos como para leerse todos. Por eso hay que estar atentos a las reseñas, a tener buenas referencias, leer revistas… para saber con un cierto grado de seguridad qué están leyendo.
3. Si hemos leído antes el libro que ellos están leyendo, podemos aprovechar la ocasión para, con mano izquierda, hacerles pensar, hablar sobre lo que leen… teniendo -es muy importante- siempre en cuenta sus opiniones. Así sabremos si entiende lo que lee, en qué grado le influye y por dónde van sus intereses, sus ideas…
4. Predicar con el ejemplo: dedicar nosotros un tiempo a leer al día libros y comentar cuánto nos gusta. También podemos pasear un libro interesante por casa sin decirle nada, dejarlo «olvidado» encima de la mesa… Si nuestro hijo es muy curioso acabará enganchado.
5. A veces, un modo de incitar a leer son las series y las películas que se han basado en best sellers o en libros. También algunas sagas como Harry Potter, El señor de los anillos… han contribuido poderosamente a la lectura.
6. La opinión de un hermano mayor, que sea cercano, puede tener más éxito a la hora de recomendarle un libro que la nuestra.· Otra manera de aficionar a la lectura consiste en animarles a escribir, por ejemplo, muchas cartas o un diario.
A los adolescentes, las novelas suelen arrastrarles más por los sentimientos que por las ideas. Se «meten» dentro de ellas. Hay que aprovechar, por tanto, sus intereses, aficiones, lo que les llega más hondo. Por ejemplo, si monta a caballo, libros de caballos pero que no sólo sean prácticos, sino que desde esa base trasciendan el tema y narren la vida de algún caballero, soldado, etc. con valores adecuados.
Ricardo Regidor
Asesoramiento: Cynthia Hertfelder. Licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación, Diplomada en Psicología, profesora de literatura y especialista en animación a la lectura
Te puede interesar:
– Libros por edades para niños y niñas: recomendaciones de 0 a 14 años
– Convertirse en… cuando los niños se identifican con personajes de ficción
– Libros sanos frente a modas peligrosas, ¿sabes qué leen tus hijos?
– Dejar que los hijos elijan qué quieren leer mejora sus habilidades de lectura