¿Todo el mundo necesita tener objetivos o hay quienes prefieren no tenerlos? ¿Hay momentos a lo largo de nuestra vida en los que podemos prescindir de ellos? ¿Siempre son algo bueno o pueden tener aspectos negativos? ¿En qué momento de nuestra vida tener objetivos empieza a ser algo fundamental?
La psicóloga Jennifer Arfeli de Mundopsicologos.com nos explica que los objetivos son fundamentales desde la niñez, también para conocernos a nosotros mismos. Por esto hay que aprender a elaborarlos de manera correcta y realista, y nos deja unos consejos y métodos para aprender a identificarlos y alcanzarlos.
¿Por qué necesitamos tener objetivos?
Los objetivos nos permiten materializar nuestros sueños, proyectos o propósitos. Los objetivos son indispensables para alcanzar nuestras metas y de algún modo, son los que permiten el cambio en la dirección deseada. Son el paso a paso, aquello que hace posible llegar de A a B. Además, los objetivos nos permiten medir, supervisar, conocer nuestros progresos, y saber, en qué necesitamos mejorar, y por lo contrario qué se nos da bien y debemos potenciar. Nos permiten conocernos a nosotros mismos y desarrollarnos, contribuyendo así a nuestro crecimiento personal.
¿Todo el mundo necesita tener objetivos?
En efecto, hay quienes dicen preferir no tener objetivos y dejarse llevar, fluir. No preocuparse tanto por el futuro sino por el presente para poder así vivirlo de una forma plena. No obstante, aunque los objetivos sean pequeños, escasos, o a muy corto plazo, incluso para fluir se hacen necesarios.
Por ejemplo, una persona que no sabe a lo que se quiere dedicar (desconoce su propósito), por lo que se va a dejar llevar, va a fluir, y decide estudiar la carrera de psicología porque es algo que le gusta, no porque exista el deseo de dedicarse a ello. Se deja llevar por el presente y fluye con él. No obstante, ya tiene un objetivo que es ‘estudiar psicología’. De cierto modo, cuando fluimos, nosotros mismos vamos marcando ese flujo con pequeños objetivos tomados de manera inconsciente.
¿En qué momento tener objetivos es fundamental?
Los objetivos son fundamentales desde la niñez. Desde tan temprano, vamos teniendo pequeños objetivos que los adultos nos ayudan a marcar. Por ejemplo, cuando comenzamos a dar nuestros primeros pasos, nos marcamos pequeños objetivos para llegar de los brazos de un adulto a los brazos de otro. Lo que va cambiando a lo largo de nuestra vida es el tipo de objetivos y la forma de plantearlos.
En la adolescencia, comenzamos a tener sueños y propósitos más tangibles, por lo que nuestros objetivos pasan a ser también algo más elaborados. Cabe señalar, que es un periodo de tiempo en que los objetivos suelen ser menos personales. No se cumplen por la motivación intrínseca de contentar a uno mismo sino a otros. Por ejemplo: mi meta es tener una moto, para ello los objetivos a seguir son contentar a mis padres para que me la compren aprobando todas las asignaturas.
En la juventud, nuestra preocupación por el futuro aumenta, lo que hace que seamos más conscientes de la importancia de seguir unos objetivos con tal de guiar nuestro camino hacia aquello que deseamos. Es aquí cuando comenzamos a plantearnos objetivos más elaborados, conocidos como ‘objetivos de vida’
¿Hay momentos en los que podemos prescindir de ellos?
¿Siempre son algo bueno o pueden tener aspectos negativos? Los objetivos son necesarios cuando se tiene un sueño, un proyecto, un propósito… en definitiva, una meta que se desea alcanzar. No obstante, es importante elaborar los objetivos de manera correcta, de lo contrario, podrían ser causa de frustración, estrés, e incluso ansiedad. Ocurriría por ejemplo, con un objetivo poco realista debido a la dificultad de llevarlo a cabo.
Así, al no alcanzar el objetivo propuesto, se puede generar una sensación de fracaso personal, una frustración que puede llevar a la persona a auto-castigarse por medio de su diálogo interno, culpabilizarse por no haberse esforzado lo suficiente, o frustrarse por no disponer de las capacidades necesarias para la consecución del objetivo. Esto también puede ocasionar una bajada de autoestima que dificulte la toma de decisiones. Otro ejemplo de objetivo erróneo, sería cuando la consecución de este no depende tanto de mi sino de elementos externos, por lo que, la no consecución del objetivo en repetidas ocasiones, puede acabar desarrollando indefensión aprendida.
Métodos para aprender a identificar y alcanzar objetivos
Cuando tenemos una meta que deseamos alcanzar, el primer paso, es dividir esta en objetivos concretos y específicos. Así, tendremos una planificación estratégica que nos acortará el camino para alcanzar esa meta. A todo ello, lo llamaremos plan de acción. La meta, puede ser generalista, pero debe tener una fecha. Pues un sueño se convierte en meta cuando le ponemos una fecha.
Los objetivos, en cambio, deben ser planteados de una forma muy concreta y específica. Los llamaremos objetivos SMART, pues han de ser: específicos, medibles, alcanzables, realistas y depender de ti.
Marina Berrio
Asesoramiento: Jennifer Arfeli. Psicóloga de Mundopsicologos.com
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